Sevilla

Griñán camino de los cien días

La Razón
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Camino de que se cumplan este mes los cien días de la ordenada sucesión en el socialismo andaluz, es tiempo más que suficiente para constatar algunas gestas y gestos que, sin duda, marcan el funcionamiento interno del partido que gobierna Andalucía. En tres meses, el diagnóstico sobre lo que está pasando puede darnos pistas más certeras que la propia hoja de ruta oficial de la gran crisis. Una primera observación que conviene constatar es que el PSOE-A ha tenido más éxito externo que interno en el control de imagen de la crisis de transición de Manuel Chaves a Pepe Griñán. Ante una oposición descolocada (PP-A) y saqueada (IU), el PSOE-A ha protagonizado un recambio aparentemente ejemplar, de libro, dicen ellos muy ufanos. Pero no contaban con algunas sorpresas, como la virulenta oposición del PP en el «caso Matsau/Chaves», el discreto papel de Chaves en Castellana 3 como vicepresidente sin presupuesto, perder cien mil votos en las europeas o dejar demasiados compañeros heridos en las cunetas del recambio. Que pregunten en Jaén, Málaga, Granada o Sevilla.Lo primero que se percibe es una imagen inusual y un tanto inédita en el socialismo andaluz. La imagen de un presidente que no lidera el partido, que se sabe que no manda de verdad, aunque tenga a Pizarro como segundo en la Junta, o quizás por eso. La imagen de un presidente al que esas circunstancias parece que no le permiten ser el Pepe Griñán que el día de su investidura anunciaba el abandono oficial del sectarismo. Por lo menos, en el caso de la ciudad de Málaga, esa parece que está siendo la conducta de Griñán, el pleno entendimiento con el alcalde del PP. Algo que sugiere una inversión socialista a medio y largo plazo en la fortaleza electoral de los populares, más que a justicia inversora en la segunda capital de Andalucía. Griñán, que esta semana hará publica en Málaga su política turística, es consciente, sin embargo, de cuánto le está costando vender su apuesta malagueña en una provincia donde el liderazgo del partido brilla por su ausencia. Por no tener no tienen ni a quien colocarán en 2011 frente a Paco de la Torre, decano de los políticos andaluces (fue procurador en Cortes).La imagen de un presidente Griñán que duda, que hace declaraciones ¿calculadamente? ambiguas sobre si repetirá en 2012, es una apreciación que quizás pase desapercibida para el gran público, pero no en el seno de una organización donde la tensión interna no parece que haya concluido y ante dudas del presumible candidato, no faltarían movimientos, codazos e incluso heridas de tercer grado, como ha estado a punto de pasar. Trifulcas en las que, obviamente, participarían de la mano Ferraz y los damnificados del recambio frente al aparato de Pizarro en San Vicente.Tampoco parece que el presidente esté acertando en su política de comunicación. Más bien se tiene la sensación de que ha blindado con siete candados la misma política de relación con los medios que Manuel Chaves mantuvo durante diecinueve años. Si observan, la mayoría de las entrevistas que ha concedido han coincidido con los espacios que usaba su mentor y predecesor. Por otra parte, la actual Oficina del Portavoz, con Manuel Pérez Yruela al frente, no parece tener la influencia que tuvo ese departamento históricamente en la Presidencia. Así vino sucediendo con los anteriores portavoces Enrique García, Julio Artillo, Pepe Nevado, Rafael Camacho, o Enrique Cervera. (La etapa de Montserrat Badía fue muy similar a la actual, quizás por eso fue tan breve). La improvisada respuesta a la inesperada ofensiva mediática y política del «caso Matsau» dicen que puede que tenga mucha culpa de la falta de agilidad y del mantenimiento de esa selectiva política de comunicación del presidente.La entrada de Luis Pizarro en la consejería más política, Gobernación, ha dejado el partido en manos de Rafael Velasco, secretario de Organización, cuyo principal pecado es su juventud, sobre todo para quienes olvidan que lleva 16 años con responsabilidades en el partido, siendo actualmente el brazo ejecutor en San Vicente de Luis Pizarro, posiblemente el político socialista que más poder real ha reunido desde 1982 en Andalucía. Camino de cumplirse los cien días de la era Griñán, el presidente aún no ha logrado desmarcarse de «lo de siempre» y ese es, para muchos, un síntoma inquietante, posible acelerador del temido cambio de ciclo, en el que Javier Arenas y el PP-A no serían un factor determinante, aunque sí beneficiarios. www.pepefernandez.com