Londres

Las soluciones de Brown no funcionan

La Razón
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El gobierno británico presentó en octubre un plan de rescate bancario en toda regla que paseó a modo de ejemplo por media Europa. Sin embargo, nada está dando los resultados esperados. Las continuas inyecciones de liquidez no son capaces de hacer circular el dinero y las inversiones en el país han perdido todo el atractivo al otro lado del Atlántico donde la percepción que existe es la de un sistema financiero al borde de la nacionalización total. Después del episodio del Northern Rock y Bradford & Bingley, el Estado ostenta ya el 80% del RBS y el 43% de la fusión resultante de Lloyds y HBOS. El primer ministro británico, Gordon Brown, asegura que los efectos se irán viendo a largo plazo, pero lo cierto es que la deuda pública aumenta cada día. Los sucesivos paquetes para salvar a las entidades de la quema elevarán el déficit del país a los 1,5 billones de libras, lo que supondrá dos veces el actual nivel de préstamo y equivaldría al 100% del PIB británico. La cifra de la Oficina Nacional de Estadística representa una estimación, puesto que sólo se han tenido en cuenta los problemas heredados de los bancos, pero no los activos de capital que pueden generar. Después de que la cotización de las principales entidades se desplomaran en Bolsa en octubre (algunas alcanzaron su valor más bajo en quince años), el Ejecutivo puso sobre el tablero 500.000 millones de libras de dinero público para salvar al sistema de la quema. La primera parte del plan contemplaba la compra de hasta 50.000 millones de libras en acciones. Los bonus de los ejecutivos se empezaron a mirar con lupa. Para que la confianza estuviera totalmente garantizada, el Gobierno puso otros 250.000 millones de libras a disposición de los mercados monetarios. El primer rescate evitó el colapso, pero los préstamos seguían sin concederse debido a los activos tóxicos.