Caso Bretón

«Los terroristas llamaron a casa para confirmar que mi padre había muerto»

 

La Razón
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Madrid- «Cuando me enteré del atentado contra mi padre, se me hincaron las rodillas en el suelo. Perdí el control de mi cuerpo. Fue un mazazo horroroso, tanto moral como físico». Con una entereza admirable, Daniel, hijo de Luis Portero, fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía asesinado por ETA, contó ayer en la Audiencia Nacional cómo vivió la noticia del asesinato de su padre. En la segunda sesión del juicio que se sigue contra el etarra Juan Carlos Olarra Gudiri, acusado de inducir el asesinato, Daniel Portero contó al juez detalles hasta ahora desconocidos de aquel trágico 9 de octubre de 2000, en el que dos individuos descerrajaron dos tiros a su padre en el portal de su casa de Granada, acabando con con su vida.

«La propia banda terrorista llamó a casa para confirmar el atentado. Estuvieron hablando con mi hermana, porque como mi padre no estaba muerto en ese momento, estaba en muerte cerebral, querían confirmarlo. ¿Hasta qué punto se puede ser tan mezquino?», preguntó Portero al juez tras haberle solicitado testificar voluntariamente ante el público asumiendo los posibles riesgos .

Preocupado y nervioso

Durante su declaración, también quiso dejar claro que los días anteriores al asesinato, su padre estaba «muy preocupado y nervioso». «Nos había comentado que estaba en las listas de ETA y cuando supo que era objetivo de la banda aumentó su nerviosismo». El hijo del fiscal jefe del TSJA también contó que su padre había solicitado protección cuando se vio amenazado, pero que se le denegó, motivo por el cual su preocupación fue en aumento.

Durante la sesión, que quedó vista para sentencia, Portero mostró su esperanza de que desde los tribunales se pueda derrotar a los terroristas, como a los dos que ayer acudieron de testigos a la vista: Jon Igor Solana y Harriet Iragi, que cumplen condena por ser los autores materiales del asesinato. Ambos rechazaron conocer a Olarra y las declaraciones que hicieron a la Policía cuando fueron detenidos, ya que, aseguraron, «se efectuaron bajo torturas».

Solana, que acudió vestido con una chaqueta de la selección vasca, negó ser miembro de ETA y no quiso recordar nada de lo que le preguntaban. Las pocas palabras que pronunció las hizo en un tono un tanto desafiante, cortante. Lo mismo que su compañero Iragi, quien también olvidó gran cantidad de datos que con anterioridad había dicho. Éste sí aceptó ser miembro de ETA, aunque tampoco reconoció a Olarra como la persona que ordenó acabar con la vida de Luis Portero, para lo que supuestamente les habría instruido.

Tras las declaraciones de los etarras, el Ministerio Fiscal quiso recalcar que las declaraciones de torturas tienen «nulo valor» y mantuvo su petición de 30 años de cárcel como inductor de atentado. La acusación particular exigió también 900.000 euros para los cuatro hijos. El juicio concluyó sin que Olarra dijera una palabra, al igual que su letrada, que pese a alegar falta de pruebas, no hizo más declaraciones por expreso deseo de su cliente.