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Motines y retrasos en Barajas que sólo operó con dos pistas

Motines y retrasos en Barajas, que sólo operó con dos pistas
Motines y retrasos en Barajas, que sólo operó con dos pistaslarazon

madrid- Mientras las carreteras de la Comunidad de Madrid recuperaban ayer la normalidad tras el colapso provocado por la nevada caída desde primera hora de la mañana del viernes, en Barajas, lejos de arreglarse el caos, ayer sábado no hizo más que acrecentarse.
Retrasos de más de 90 minutos registrados durante toda la jornada (en el caso de la T4, de más de dos horas), 571 vuelos cancelados, 62 desviados y miles de personas que se encontraban desde el viernes hacinadas en los pasillos esperando poder coger su vuelo. Sin embargo, AENA, organismo del Ministerio de Fomento que gestiona los aeropuertos españoles, mantuvo cerradas dos de las cuatro pistas del aeródromo hasta las 18:00 horas de ayer.
A esa hora, la tercera empezaba a operar poco a poco, pero ya había provocado que a las 17:30 horas sólo se hubieran registrado 517 operaciones sobre un total de 985 programadas para todo el día. Aena esperaba poder abrir la cuarta pista a última hora de la noche de ayer.
Niebla, hielo y nieve
El motivo que llevó a AENA a decretar el viernes el cierre del aeródromo y a funcionar a medio gas durante casi todo el sábado fue, según explicó ayer Javier Marín, director de Aeropuertos Españoles, la nieve, el hielo y la baja visibilidad.
Sin embargo, Barajas contó con la ayuda del Ejército, con la de cinco máquinas quitanieves –cuatro de ellas cedidas por el Ayuntamiento de Madrid– y, desde ayer, con un cielo despejado. «Se produjeron reducciones de la capacidad compatibles con la seguridad hasta que fue imposible mantener la operatividad porque la nevada no paraba y había baja visibilidad», se defendía ayer Marín.
Pero las explicaciones no convencían a los miles de viajeros retenidos en el aeropuerto. Las más de 45.000 personas afectadas por las cancelaciones abarrotaban ayer los mostradores de atención al cliente. Las hojas de reclamaciones eran su único desahogo. En ellas escribían que la página web de AENA no advirtió de los retrasos y las cancelaciones en el cuarto aeropuerto de Europa hasta la hora de comer, que su teléfono de información dejó de funcionar el viernes por la mañana y que después de comunicarles el cierre de todas las pistas, a las 12:30, les abandonó a su suerte.
A los damnificados del viernes que permanecían en Barajas, se unieron los del sábado. Las hojas de reclamaciones de éstos reflejaban que estaban hartos de esperar y de ver cómo sus aviones sufrían «overbooking» por las reubicaciones de los pasajeros del día anterior.
Desde AENA, Marín, se defendía y cargaba contra las compañías: «Lamentamos profundamente la situación de cada pasajero, pero tienen que reclamar a la compañía». «Están reprogramando sus vuelos y tomando decisiones a tiempo real y esto de cara al pasajero es una alteración importante», afirmó Marín.
Las salas de equipaje acumulaban miles de maletas de damnificados a los que las compañías sólo les dieron dos opciones: devolverles el dinero del billete y que ellos mismos se buscaran la vida o esperar a ser reubicados en un avión, aunque con retraso. Algunos eligieron «opción A»: los que podían volver a su casa en Metro y los que se trasladaron a Atocha (unos 2.000) para beneficiarse del acuerdo entre Renfe y varias compañías para trasladar en tren a viajeros con destinos peninsulares. Pero a la mayoría no le quedó más remedio que prepararse para pasar la noche en el aeropuerto. Desde AENA, la Unidad Militar de Emergencias y algunas compañías se repartieron mantas y comidas preparadas, que no lograron calmar los ánimos. En varias ocasiones tuvo que intervenir la Guardia Civil para evitar conflictos o desalojar motines. Fueron en tres los vuelos en los que los pasajeros se negaron a abandonar el avión. El primero se dirigía a Montevideo. Los 120 amotinados llevaban esperando unas 15 horas. Primero les anunciaron que saldrían a la 1:00 pero después de embarcarles, fueron desalojados. A las 15:00 horas les subieron otra vez al avión. Habían ocupado sus asientos y llevaban dos horas de espera cuando el comandante anunció el desalojo.
El segundo motín se produjo en un vuelo de Iberia con destino a Buenos Aires. Sus pasajeros sufrían un retraso de más de 24 horas y la compañía quiso desalojarles por segunda vez. En este caso fue necesaria la intervención de la Guardia Civil. «Nos están engañando», denunciaban los pasajeros. «El comandante del vuelo dijo que necesitaba descansar diez horas y media. Se están riendo de nosotros», explicaba otro.
El tercer motín se produjo en el vuelo de Iberia 6651, con destino a Lima. Tenía programada su salida a las 12:45 horas de ayer y se retrasó de forma indefinida porque los pilotos no aparecían. Tuvieron que acudir varios agentes de la Guardia Civil para desalojar el avión.
Y es que en el caso de Iberia, los problemas por las nevadas se suman a la huelga de celo que mantienen los pilotos desde diciembre. La compañía tuvo que cancelar desde el viernes 544 vuelos y alojar a 2.000 pasajeros en hoteles de Madrid.
 

La Base Aérea de Torrejón funcionó a pleno rendimiento
Mientras el pasado viernes el aeropuerto de Barajas permanecía cinco horas cerrado por la nieve, su aeródromo más cercano, la base aérea de Torrejón de Ardoz, funcionaba a pleno rendimiento. De acuerdo con fuentes de la base, desde primera hora de la mañana, a la vista del mal tiempo, los efectivos comenzaron a limpiar las zonas más sensibles de la base, pese a no haber recibido el aviso de Meteorología hasta las siete y media. A las nueve y media, cuando había cinco centímetros de nieve, sacaron las máquinas quitanieves y limpiaron las pistas. En la base de Torrejón hay cuatro aviones caza que están 24 horas en alerta, por lo que el aeródromo debe permanecer siempre abierto. Por ello, los únicos problemas que hubo el viernes fueron los derivados del intenso tráfico aéreo que se produjo alrededor de Barajas, informa Diego Mazón.