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Brasil

Para el Madrid el oficio es suficiente

Raúl marcó ante el Deportivo el gol del triunfo, a centro de Lass, y Juande suma cinco triunfos consecutivos 

Para el Madrid, el oficio es suficiente
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Madrid- Hubo un maracanazo, no dos, y un centenariazo, sólo uno. Uruguay enmudeció a Brasil y el Deportivo arruinó la fiesta sin fin del Madrid. Sólo una vez. Sin sedas, sin alharacas ni alardes, con el percal, con lo que hay, con orden y contadas virguerías, Juande rescata al equipo de las ruinas con la remota ilusión de alcanzar un día al Barça. No será este año. Demasiado tarde. Por ahora basta con vencer, aunque sea por la mínima, y sin padecer en exceso. Gol de Raúl, tres puntos y lo demás, las carreras y los regates de Robben para alegrar la vista.
En la semana de Obama, Raúl no dejó pasar la ocasión de asomar a los titulares y marcó. Según Robben, con la oreja. Cuando lo hizo, a cinco minutos del descanso, el Madrid ya había hecho méritos para adelantarse. Y no porque el Deportivo jugara mal, o despreciara la pelota, o la maltratara, sino porque jugaba mejor, con esa ambición indescriptible que le guía hasta el gol desde que lo entrena Juande Ramos.
A Juande le comparan con Capello. No es justo. El italiano presenta un palmarés envidiable, sólo reprochable a su paso por la Juventus, y el manchego tiene el suyo en vías de desarrollo. También ha ganado títulos, sin haberse sentado en el banquillo de un grande hasta aterrizar en Madrid; y el fútbol que concibe es más ofensivo que el de Capello, hasta que el marcador le sonríe, entonces surge en él una vena italiana que le inclina a cerrar espacios, a guardar más las espaldas, a no dejar en campo contrario una nube de hombres. Es práctico.
Encomendado a Robben, el 99 por ciento del juego madridista pasa por las botas del holandés. Juande aprecia la velocidad de este extremo y es consciente de que apenas tiene más armas que él, en la banda que sea. Ayer jugó el primer tiempo sobre todo por la izquierda. Fue la penitencia de Manuel Pablo y suyas fueron las acciones más vistosas. Sin embargo, el centro del gol, que llegó desde esa zona, partió de las botas de Lass. Lass tiene sitio en el Madrid. Se lo ha ganado. Es un centrocampista cumplidor, trabajador, con criterio y un sutil toque de balón que le aleja de los típicos robapelotas destripaterrones. Es un buen aliado de Gago, que agradece su cercanía, como el equipo su incansable labor.
Durante 45 minutos, los primeros, jugaron ambos equipos sin cometer errores mayúsculos. En el Deportivo destacaba la presencia elegante y omnipotente aún de Valerón. Guarda mucho fútbol en sus botas y sabe cómo distribuirlo. Pero Bodipo, que se lesionó a los 33 minutos, no es Raúl, y Riki, tampoco. Raúl es un oportunista y basta que Ussía le recuerde lo que cobra y lo que aporta para contradecirle. Raúl no es mejor ahora que los delanteros titulares de la selección, tuvo su momento y no lo disfrutó; pero si los goles son la vara de medir, de cuando en cuando contraría a los detractores y marca. Es más bajo que Lopo, es como Zé Castro, y a ambos se adelantó. También es más pillo que ellos. De eso vive.
Con sólo 1-0 y el Deportivo más cerca de Casillas, que vio temblar el larguero por un tiro de Filipe y despejó con solvencia un disparo de Lafita, Juande hizo los tres cambios. Primero Van der Vaart entró por Sneijder, perdido, sin protagonismo alguno; después, Huntelaar por Higuaín, gris oscuro, y Drenthe por Raúl, simplemente oportunista.
No cambió el esquema del equipo que, no obstante, tomó aire con los refrescos. Se trataba de obstaculizar a Valerón, estorbarle, importunarle, no dejarle pensar, y evitar que Heinze se ruborizara por culpa de Lafita. Y además, conservar la ventaja y alimentar las ilusiones blancas, distantes aún 12 puntos del fulgor azulgrana. Hace sólo una semana, el Barcelona goleó 5-0 al Deportivo en el Camp Nou. El rodillo de Guardiola es incomparable e imparable; bastante tarea tiene Juande con sumar puntos de tres en tres, y ya son cinco victorias consecutivas, por muy ajustados que sean los marcadores. Eso es un mérito cuando Huntelaar, por ejemplo, todavía no se ha acoplado y demuestra fuera del área lo que un cocodrilo en tierra, una inquietante torpeza. Es un dato.
Mas, visto que el Depor era incapaz de marcar, Robben recuperó el protagonismo absoluto en los tres minutos de tiempo añadido. Tres jugadas suyas, tres incursiones, tres internadas en el área fueron suficientes para despertar al público. Munúa despejó la primera; Van der Vaart no llegó a la segunda y Huntelaar no acertó a rematar la tercera. Acto seguido terminó el encuentro. El Madrid es segundo en solitario.