Fernando Torres

Pepe loco de remate

Pepe loco de remate
Pepe loco de rematelarazon

Sin Pepito grilloResulta imposible defender a Pepe por algo que no sea llamarse Képler, que es nombre de marca de electrodomésticos compactos. Lo que hizo Pepe es inadmisible, injustificable, quizás la pérdida de papeles más vergonzosa vista nunca en un estadio. Pepe ya había amagado un par de veces; aun así, su actuación escapa a toda previsión lógica. En estos tiempos en los que los jugadores de fútbol, por más que deberían dar ejemplo a los niños, prefieren anteponer sus propios impulsos infantiles a la educación y el respeto, una se pregunta si esto es nuevo. Jugadores con carácter imposible, intelecto cortito y falta de educación siempre los hubo, en el Madrid y fuera. Si antes no se daban estos espectáculos lamentables quizás fuera por la disciplina impuesta en los clubes y en los propios equipos por directivos, compañeros y capitanes. Si Pepe hubiera jugado junto a un caballero como Amancio puede que hubiera moderado su locura; puede también que el propio Amancio u otro capitán hubiera sacado a Képler a empujones del campo antes de que siguiera cavando su tumba. Pero Pepe juega en un club en el que ahora se amañan las juntas y los sancionados se van a los toros mientras los compañeros se juegan la Liga, en un fútbol sin conciencia ni Pepito Grillo. Cierto que contribuyó casi más al bochorno de la entidad Marcelo, heredero de la celebración de la cucaracha. Tampoco ningún capitán le corrió a gorrazos mientras sacaba la lengua con cara de niño tonto. Pepe ha dicho que está arrepentido, pero su presidente asegura que la sanción es una salvajada. Y con eso, está todo bastante claro.María José NAVARRO

Al calabozo con élSi a mi admirada vecina o a los lectores les inspira alguna indulgencia la salvajada de este muchacho les propongo un ejercicio de imaginación. Suplanten a Pepe por Javi Navarro y a Casquero por un victimado más mediático como Fernando Torres (ahí duele, MJ). O trasladen el suceso a la otra área, con el malencarado Cata Díaz coceando al Pipita y noqueando de un gancho a Raulito. Si tras una reflexión honesta concluyen que cualquier futbolista de cualquier equipo que hubiese hecho algo así merecería la misma comprensión, yo pliego velas de inmediato. Pero si en su expresión se dibuja la más leve duda, me siento legitimado para clamar desde provincias por un nuevo atropello de la apisonadora mediática capitalina. Hay precedentes peores: Figo retiró del fútbol a un jugador del Zaragoza y todavía le pedirán el Nobel de la Paz.Aquí hemos soportado que a Luis Fabiano y a Diogo, por una pelea que más bien parecía riña de colegialas enceladas, les cayeran cinco partidos por barba; aquí hemos soportado diversos cierres del Pizjuán y del Ruiz de Lopera por sucesos que parecían el cumpleaños de Heidi al lado del episodio del cochinillo; aquí hemos soportado que el Sevilla de Caparrós fuese tratado como panda de maleantes mientras que a su gemelo, el Athletic de Caparrós, se le celebra la vigorosa hombría; aquí hemos soportado la mutación de Sergio Ramos, a raíz de cierto cambio de camiseta, de «aprendiz de carnicero» a «depositario de las esencias de la furia»; aquí soportamos que nos tomen el pelo con cuentos de camino, pero de verdad que no somos tan idiotas.Lucas HAURIE