Enfermedades

«Que la crisis no nos mine la salud» por José Antonio Vera

La Razón
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Lo peor de la crisis económica actual es que puede acabar generándonos problemas de salud. No es difícil que ocurra. La gente se queda sin empleo y su capacidad adquisitiva se resiente. Si no se logra encontrar un nuevo trabajo la situación suele ir a peor. Y entonces pueden sobrevenir situaciones de desesperación y depresión que con alguna frecuencia podrían incluso ser graves. Llegados a ese estado las cosas no son fáciles de enderezar.
Decenas de estudios médicos han concluido que la depresión incrementa el riesgo de muerte prematura. Los deprimidos son más vulnerables a las enfermedades coronarias y la diabetes, amen de tener el sistema inmunológico también trastocado. En estas fechas es habitual que se incrementen considerablemente las visitas al pisquiatra, algo que con cifras reales ha aumentado de hecho en un cincuenta por ciento. Por eso conviene a toda costa evitar que la crisis laboral nos acabe generando una depresión, causa de innumerables problemas psíquicos, al hundirnos en un pozo de pesimismo, absorber nuestra vitalidad, aislarnos del entorno y agravar los sentimientos de soledad y de tristeza. Estos estados de ánimo negativos llevan a adoptar conductas erráticas, descuidando la salud, y con alguna frecuencia recurriendo al tabaco y al alcohol, con los riesgos que ello conlleva.
Es evidente, por tanto, que hay que intentar hacer un esfuerzo adicional para evitar que la crisis económica, o los problemas laborales, acaben afectado a nuestro bien más preciado, que es sin duda la salud. Eso se puede lograr en buena medida pensando en positivo. Pensando que, en realidad, los muchos bienes materiales no acaban dando casi nunca la felicidad al hombre. Es verdad que la pobreza puede ser causa de infelicidad. Cuando no se tiene lo fundamental para vivir acaba habiendo dificultades de todo tipo. Pero hay que pensar que para vivir de una manera digna tampoco es necesario ganar mucho ni acumular riqueza. La gente no es más feliz por tener más coches o más casas o más fincas o más dinero. Al contrario, en no pocas ocasiones eso suele ser fuente de problemas. La felicidad no se obtiene teniendo más euros en el banco. Igual que el éxito social tampoco es garantía de más felicidad. Con frecuencia personas con muchos bienes y con mucho éxito suelen tener problemas en su vida personal, pues lo anterior no significa que uno se vaya a sentir mejor o que desaparezcan los problemas.
Es más importante la actitud. Conseguir que, pese a las circunstancias adversas, nuestra mente siga en positivo. El misterio que supone el funcionamiento del cerebro sigue siendo hoy una de las cuestiones más apremiantes para la ciencia. El 95 por ciento de las tareas del cerebro no tienen explicación, pero sabemos que determinados mecanismos neuronales permiten modular nuestro estado de ánimo, fortalecer el sistema inmunitario, y hacer que las enfermedades mejoren o empeoren, según sea nuestra actitud hacia esa enfermedad.
De ahí lo de hacer hincapié en mantener actitudes no negativas incluso cuando uno puede verse inmiscuido en una situación laboral perjudicial o en una complicada coyuntura económica como consecuencia de la crisis. Pensar en positivo ayuda a que nos podamos conformar con lo que tenemos, y a valorar las pequeñas cosas. Para tener buena salud no es necesario comer todos los días langostinos ni caviar, es evidente. Al contrario, a veces comer demasiada carne o demasiado marisco es más perjudicial que una dieta basada en arroces, patatas y lentejas o garbanzos. Por eso es mejor encontrar siempre el lado bueno. Pensar que otros tienen mucho menos que nosotros y salen adelante. Intentar mantenernos ocupados con cualquier tipo de actividad, bien sea del hogar o de jardinería, o incluso cuidando a nuestros animales domésticos, que nos ayudarán a atenuar los momentos de soledad.
Cualquier cosa con tal de evitar que nos atrape el agujero negro de la depresión. Una vez caído en él es complicado abandonarlo. Por eso conviene calibrar bien lo que tenemos, hasta dónde debemos llegar y no ahogarnos en compromisos a los que difícilmente podremos hacer frente.

jvera@larazon.es