Estados Unidos

Se van marchando

La Razón
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La excepción fue marzo de 2007. Había elecciones autonómicas en el horizonte e Iraq era un banderín de enganche para la campaña socialista. El cuarto aniversario de la guerra sacó a la calle a cien mil personas en Madrid. Un año después, apenas fueron cinco mil. La foto de las Azores, ya sepia, había perdido fuelle. De entonces a hoy, el interés de los políticos españoles por Iraq ha decaído tanto que es legítimo creer que ni saben ni les interesa lo que allí está pasando. A quienes criticaron, con razón, la gestión de Bush les cuesta admitir que pese al fiasco de la intervención, pese a la inmensa chapuza de la postguerra y pese a la mucha sangre innecesariamente derramada, Iraq empieza a ser algo parecido a un estado democrático. Quienes tanto reclamaron la salida de los americanos apenas han dicho nada ayer, 30 de junio de 2009, primera fecha relevante del plan de salida a plazos que Bush apalabró con el Gobierno iraquí y que Obama ha acortado. Los militares norteamericanos abandonaron ayer las ciudades iraquíes. El control de los centros urbanos lo asume la administración iraquí, su Policía, su nuevo Ejército. Dentro de un año habrán salido de Iraq todas las tropas «de combate» americanas. A final de 2011 no debería quedar un solo militar estadounidense en Iraq. El primer ministro Al Maliki declaró el día de ayer «jornada de fiesta y celebración». En la España que tanto se indignó, se estremeció, se conmovió con Iraq, la jornada pasó sin pena ni gloria. Iraq fue, para nosotros, asunto de política doméstica. Iraq fueron Bush y Aznar. Cuando Zapatero anunció la retirada de nuestras tropas añadió que no abandonaríamos al pueblo iraquí, con cuyo futuro estábamos comprometidos. Hoy el futuro es presente y ha desaparecido del discurso político. Un Iraq semipacificado y en transición hacia la plena soberanía no interesa. El histórico primer plazo ha pasado inadvertido. «Arreglar Iraq está en manos de los iraquíes», escribía ayer el «New York Times», «pero, en el tiempo que resta, Estados Unidos tiene la responsabilidad y el interés estratégico de ayudar cuanto pueda a que emerja, del desastre, un estado soberano y razonablemente democrático».