Sea como sea viaja

Por los atardeceres en las escaleras del Ganges. Por el olor a sándalo junto a las torres de la muerte de Benarés. Por la luminosidad del Taj Mahal.

Sacude tu nostalgia hippiosa en las chozas de palmas playeras de Goa. Prueba el amargor del té con manteca rancia subiendo a Nepal y regocíjate con cada hallazgo en los mercados de Katmandú. Piérdete por el laberinto del cementerio cairota –tan lleno de vivos– antes de fotografiarte junto a la esfinge en Gizah. Pero, ¡viaja!

Pisa otras tierras. Vente al mar turquesa del Caribe. Y en la isla del caimán dormido recala en su malecón. Resuelve y suéltate la cintura, compay, por la Habana Vieja.

Y da el salto. Tómate un trago en el bulevar Kukulkán de la playa de Chac-Mool de México. Hipnotízate con los cuerpos a ritmo de samba en Bahía. Súbete al techo del tren ecuatoriano de «la nariz del Diablo».

Después, bájate y ciégate con la cal con añil de la medina de Chahouen. Percibe la esencia de Marrakech en la plaza de la Jemaa el-Fna y navega por el gran mar sahariano de arena junto al oasis de Dakla.

O patéate Europa: París, Bruselas, Praga, Londres, Ámsterdam, Berlín, Viena, Estambul, Budapest…

O muévete por nuestra querida tierra: por la vieja ría bilbaína, la Castilla de Burgos, la mística de Santiago, la modernidad valenciana, el calor andaluz…

Pero..., por lo que más quieras (o sea, por ti mismo), ¡viaja!