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Mayor Oreja: «El presidente Camps es una persona íntegra No tengo ninguna duda sobre su comportamiento»

El escenario le es favorable. Su partido viene de un éxito electoral y la crisis sigue desgastando al Gobierno. Pero él, prudente, prefiere no vender la piel del toro antes de cazarlo. «Hay una oportunidad y tenemos que aprovecharla», asegura.

«Todo el sumario de Garzón se encuentra bajo sospecha»
«Todo el sumario de Garzón se encuentra bajo sospecha»larazon

Si por algo se caracteriza Jaime Mayor, es por la fidelidad a su discurso. Siempre ha hecho gala de una coherencia irrebatible, incluso cuando sobre él caían chuzos de punta por hacer de «Casandra». Los hechos, por cierto, han acabado por darle casi siempre la razón. Por segunda vez, es el «número uno» de su partido para el Parlamento Europeo, cargo para el que se recicló hace ya cuatro años. No le fue fácil, sobre todo porque se exigió a sí mismo no seguir siendo una sombra sobre el PP vasco. También a ese principio ha sido fiel. Jaime Mayor es un político de oratoria reflexiva, pausada, con la que bendice sin comedimientos el cambio democrático en su tierra. Sigue defendiendo con la misma vehemencia su lealtad a Rajoy y el nombre de María San Gil. Y no tiene complejos en criticar la pancarta de la ampliación de derechos sociales que venden los socialistas.

–Dicen que el resultado de las elecciones vascas van a obligar a que por fin haya pactos de Estado entre PSOE y PP.–El domingo se abrió una nueva etapa porque los españoles han hablado en términos de regeneración y rectificación. Al proyecto de Zapatero le han dado en el punto de flotación. Pero no sé cómo se va a reflejar en la política de alianzas del Gobierno. –¿Pero usted ve más posible hoy los acuerdos con el PSOE?–El desalojo democrático del PNV es algo histórico y nadie puede ponerlo en duda. La esencia es la misma de lo que quisimos hacer Nicolás Redondo y yo en 2001.–¿Por qué antes no fue posible y ahora sí?–Los principios y las convicciones necesitan sus pioneros. Y luego hay otras maneras, más hábiles probablemente, que permiten configurar una mayoría de otra manera. –Ha sido siempre muy pesimista sobre las consecuencias de la política territorial de Zapatero. ¿Lo sigue siendo después de lo ocurrido en Galicia y en el País Vasco? –Las elecciones han sido esperanzadoras. Había dos modelos: el de Cataluña y Galicia, que se basa en la alianza de socialistas y nacionalistas; y el del País Vasco, que ha pivotado sólo sobre el PNV. Los ciudadanos han dinamitado los dos porque quieren un cambio. Y al PSOE no le queda más remedio que aceptarlo en las dos comunidades autónomas. Mi esperanza no está en el comportamiento de Zapatero, sino en la democracia y en las urnas. –¿El nacionalismo está en caída?–Estaba ya estancado desde hace tiempo, y sólo faltaba que se dieran las circunstancias para que se evidenciara. En el caso del País Vasco, la expulsión de ETA del Parlamento ha sido clave para que se pudiera visualizar lo que ya era una realidad. –¿El PP debe apoyar a Patxi López gratis? –En el País Vasco se abre una nueva etapa y hoy sólo hay que pensar en España. Las siglas y el partido están en un segundo lugar. Estoy convencido de que todos, el PP el primero, estaremos a la altura de las circunstancias.–¿Usted se fía del PSE? – Más que fiarme o no, he discrepado de su estrategia política, salvo en momentos determinados que todos recordamos. Pero creo que si esta vez no siguen lo que marca la lógica democrática y no rectifican, se suicidarán. –La pregunta iba más allá. Es si se fía de la política que hará Patxi López como lendakari. –El tiempo dirá. De momento, la dimensión histórica del cambio está en que un partido como el PNV, que no ha hecho todavía la transición, tenga que hacerla. La izquierda y la derecha sí han hecho ya sus transiciones, en la mayoría de las ocasiones en la derrota. Sólo eso va a producir un cambio muy profundo, histórico en el conjunto del nacionalismo.–¿En qué se dejará ver en el País Vasco? –Siempre hay quienes intentan inquietar generando incertidumbre sobre el futuro. Ya lo vivimos, por ejemplo, en las vísperas del encarcelamiento de la Mesa Nacional de HB. No pasó nada, y ahora tampoco va a suceder nada. No hay que tener miedo de que funcione la democracia. –¿Por qué no ha querido hacer campaña con Basagoiti?–He hecho la misma campaña que en las demás elecciones autonómicas que se han celebrado desde que dejé la presidencia del PP vasco en 2004. Siempre, lógicamente, he manifestado mi apoyo a los candidatos de mi partido, pero casi no he participado en los mítines. He tenido un cierto temor porque tanto en la etapa de María San Gil como en la de Basagoiti mi presencia en campañas autonómicas se malinterpretase debido a mi protagonismo durante más de 20 años en el País Vasco.–¿El resultado de las elecciones vascas y gallegas permite anticipar un buen resultado en las europeas en las que usted concurre como candidato?–Tenemos la gran oportunidad de devolver la confianza a millones de españoles ganando esas elecciones. Hay que conseguir que vean en el voto al PP su oportunidad para conseguir un país normal. Cuando en una nación democrática más de un millón de personas son arrojadas al paro en un año, lo normal es que la alternativa gane. –¿Los comicios de junio siguen siendo una prueba para el liderazgo de Rajoy después de lo ocurrido el pasado domingo?–No. En todas las elecciones los líderes y los candidatos están en prueba y tienen algo que ganar y que perder. Pero Rajoy no lo está más que Zapatero. –¡Vaya con la política! Rajoy ha pasado en cuestión de horas de ser un líder cuestionado a ser alabado por su liderazgo.–Hay demasiadas leyendas que alimentan la teoría de que hay momentos en los que todo el mundo conspira. Yo no estoy en la primera línea de lo que se entiende por política nacional, pero le aseguro que a mí no me ha llamado nadie, absolutamente nadie, para hablar de la situación de nuestro partido, ni mucho menos para conspirar. –¿Hoy diría que el Congreso de Valencia fue un acierto?–Hoy hay que hablar de las elecciones europeas. Siempre hay que mirar hacia delante y no hacia atrás. –¿Y en esas elecciones de junio hará campaña mano a mano con Rajoy? –Él es el presidente nacional del partido y debe tener un papel trascendental en la campaña; y yo, como cabeza de lista, el que me corresponda. Lo haremos con seguridad, como lo hicimos en 2004, desde el sentido común. En cualquier caso, lo importante es conseguir que los españoles entiendan que el objetivo es ganar las elecciones unidos más que nunca. –¿El PP está más centrado hoy que en la pasada Legislatura? ¿Juega eso a su favor? – Quizás será porque vengo de la UCD, pero no doy importancia a todas esas teorías sobre el centro. Para mí lo fundamental es que los proyectos estén claros, que se sepa marcar el norte para resolver los problemas y no estar obsesionado por cómo te miran los demás.–¿Qué piensa de la ley de plazos sobre el aborto? –En España es un escándalo lo que hemos podido leer y ver en estos meses respecto a los abortos producidos en clínicas españolas. Pero ahora la arbitrariedad de fijar un plazo de 14 semanas o de 22 semanas para decidir sobre la vida de un ser humano no sólo es una frivolidad, sino un desprecio a la dignidad de la persona humana que a mí me produce repugnancia. ¡De qué manera se llega a utilizar políticamente la dignidad de las personas! Al final, esto es una prueba más de que no sólo hay una profunda crisis económica, sino también de valores. –¿Esa crisis de valores es sólo de la izquierda? –Hay una crisis general de la sociedad. Pero el Gobierno de Zapatero se ha significado en este terreno por una absurda y miope exageración tratando de buscar una España irreconocible. Hay que volver a creer en la persona, hay que intentar no ir siempre por el camino de la comodidad... Detrás de la ampliación de derechos que nos venden los socialistas lo único que hay es una supresión de obligaciones. Es más fácil abortar que hacerte cargo de una nueva vida; es más fácil la eutanasia que cuidar en tu casa a una persona enferma que te exige mucho sacrificio.–¿Pero el PP está a la altura de las circunstancias? ¿No cree que el miedo a movilizar al contrario lleva a que se renuncie a dar algunas batallas? –La crisis de valores es general. Pero aquí en España se agrava porque Zapatero ha llevado hasta el extremo algunos debates que parecían haberse superado en la sociedad española. En mi opinión, no hay que rehuirlos.–En el terreno estratégico, ¿moderar las formas y el discurso ayuda a romper con esa imagen de PP anticatalán que, según algunos, explica los malos resultados electorales en Cataluña en la pasada Legislatura? –Para el PP lo más importante en el País Vasco y en Cataluña es hablar con claridad y alejarse del discurso seudonacionalista. De hecho, los mejores resultados del PP en las dos comunidades se han producido en esas circunstancias. Ahora tenemos por delante el reto de equilibrar más nuestro resultado con el del PSOE en estas comunidades.–El gran misterio es cómo se consigue.–En 2001 el PP tuvo más votos que Patxi López hoy, aunque movilizamos a todos, especialmente a los nacionalistas. Mantener unos principios en estas comunidades es fundamental para contactar con los tuyos, a pesar de que también tenga otros inconvenientes tácticos y circunstanciales que yo mismo he padecido. –Garzón ya se ha inhibido.–En democracia hay reglas escritas y no escritas. Lo que ha ocurrido en vísperas de las elecciones gallegas y vascas supone la vulneración de una regla no escrita de la democracia. Tú no puedes jugar de la manera en la que se ha hecho días antes de unas elecciones, poniendo en entredicho al partido de la oposición. No se puede juguetear con la democracia de esa manera y menos en España, con nuestra historia reciente. –¿La instrucción está viciada?–Todo lo que dice el sumario está bajo sospecha por lo que acabo de señalar. Aunque es evidente que serán los jueces los que decidan. –¿Pone la mano en el fuego por el presidente valenciano? –El presidente de la Comunidad Valenciana es una persona ejemplar por su integridad moral y decencia, que hace que los que le conocemos no sólo le consideremos un buen amigo sino que le admiremos por ello. –¿Tampoco se cree que se haya espiado a dirigentes de su partido en Madrid?–Qué casualidad que todos los escándalos del PSOE se han producido cuando están en el Gobierno. Y todos los supuestamente relacionados con el PP también surgen cuando ellos están gobernando, nunca cuando ha gobernado el PP. Da la impresión de que colocan unas lupas de aumento infinito sobre nosotros que deforman la realidad en determinados momentos.–¿No hay espías entonces? – En mi opinión, desde la distancia de Bruselas, este asunto está hinchado de manera absurda.–¿Por Rubalcaba?–Yo no pongo nombres y apellidos. Pero desde el conocimiento que tengo como ministro de Interior durante cinco años, todo lo que ocurre es ciertamente extraño en vísperas electorales. Mejor dicho, lo que hemos vivido ha sido un escándalo.

«Siempre he actuado con lealtad»–¿María San Gil es el pasado o sigue siendo el presente?–María ha abierto un paréntesis que tenemos la obligación de respetar. Si ella quiere, con seguridad será una referencia de futuro en España. Yo siempre defenderé y admiraré su figura y su manera de ser. –Ha pasado mucho tiempo desde el Congreso de Valencia...–Sí, mucho. Y siempre es mejor hablar del futuro.–Sólo una precisión más sobre el pasado. ¿Lo que ocurrió con San Gil en vísperas de ese congreso fue uno de los motivos que le distanciaron de Rajoy?–Ahora lo importante es que yo asuma mi responsabilidad como candidato en las europeas. Siempre he sabido ejercitar con lealtad, desde la discrepancia y desde la coherencia, el papel político que me ha sido asignado.

«Toda la sociedad tiene que cambiar sus actitudes»–¿Cómo salimos de esta crisis? –Apuntando a una doble dirección: subrayando la dignidad de la persona y desde el fortalecimiento de una nación. No podemos afrontar la crisis sin una nación, con un Estado residual y sin decir la verdad de lo que está ocurriendo. Tú no puedes prometer a los ciudadanos que vas a resolver sus problemas cuando ellos (las personas) son los elementos más activos para salir de la crisis. Todos debemos aprender a vivir de otra manera, trabajando más y con más austeridad. Los políticos debemos dar ejemplo y plantear soluciones, pero no hay recetas mágicas. –¿Qué consecuencias dejará en España?–Como en el resto de Europa, sólo hemos visto la crisis financiera y económica. Pero vendrá también la crisis social. Ninguna sociedad puede asumir dos millones de parados en año y medio sin que pase nada. Estamos ante un fenómeno mundial, pero que en España dejará unos daños especiales por nuestra propia crisis nacional. –¿La culpa es de Zapatero?–Hay de todo. Pero en democracia impera la regla de que los gobiernos son los responsables de lo que ocurre. La culpa no hay que buscarla en la oposición.–¿Qué quiere decir con eso de que «hay de todo»?–España ha vivido por encima de sus posibilidades, se ha comportado como un «nuevo rico». Y ese error es responsabilidad de todos.