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Carmen Thyssen: «Velo por la esencia del museo»

«El Thyssen no se puede convertir en una galería de arte», dice la baronesa ante la propuesta de Francesca de Habsburgo de mostrar arte contemporáneo en la pinacoteca

Carmen Thyssen: «Velo por la esencia del museo»
Carmen Thyssen: «Velo por la esencia del museo»larazon

Los Thyssen. Una familia antigua y complicada. «Sí, antigua y complicada, pero como me dijo mi marido una vez, no hay que hacer caso cuando no conviene, sea quien sea, y eso hago. Él tampoco lo hubiera permitido, aunque alguien se llame Habsburgo, pero no se pueden hacer experimentos en el museo. Allí somos todos uno más», dice la baronesa Carmen Thyssen sin la menor acidez, casi riendo. Quien quiere experimentar en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid es Francesca de Habsburgo, hija del fallecido barón Thyssen, que, a través de la Fundación T-B A 21, propone que el museo se abra a nuevas propuestas de arte contemporáneo, que, de momento, han sido rechazadas. Carmen Thyssen y todo el patronato ponen condiciones.
-¿Entonces el proyecto de Francesca de Habsburgo de exponer arte contemporáneo en el Thyssen no se podrá llevar a cabo?
-Claro que sí. El museo ya tiene arte contemporáneo, lo que no se podía hacer es vaciar las salas del barón Thyssen. Esos cuadros del siglo XX son los más caros y difíciles de obtener porque los museos ahora no tienen la capacidad de comprar cuadros de esa categoría, como de Rothko o Pollock, así que tenían que salir como trescientos cuadros de esas salas para poner las exposiciones de artistas que tampoco se sabe muy exactamente quiénes son. El público viene al museo a ver unas salas que existen con unas obras determinadas y es desagradable encontrarse con cosas que no te esperas. Porque, aunque lo que propone Francesca sea interesante, la gente no se lo espera. Por eso se le ha dicho a Francesca que las salas de exposiciones temporales están ocupadas tres o cuatro años con muestras comprometidas, una de Matisse será la próxima, o que se espera que esté acabada la remodelación de las salas de Moneo.
-¿Ésa es la solución?
-Sí, reformar las salas temporales que diseñó Moneo y que no se utilizaban desde 2004. Aquí podrá presentar Francesca sus exposiciones, aunque en realidad no es su colección. Ella lo que quiere es contratar a artistas y exhibirlos en el Thyssen.
-¿Cuándo estarán preparadas las salas de Moneo?
-Lo antes posible. Estamos corriendo y ojalá que pueda ser para el verano, aunque ya está comprometida con una exposición de Fantin-Latour. Las exposiciones deben esperar su turno porque el museo se está llevando como se debe llevar y tiene una programación y no se pueden incumplir los compromisos, aunque Francesca tenga muchas ganas de hacer cosas nuevas.
-¿Entonces no se niega a que el arte contemporáneo entre en el Thyssen?
-No, qué va. Pero si el arte contemporáneo ya está ahí. Lo que propone Francesca es arte del siglo XXI, con algunos de los que nadie ha oído hablar, como unos yugoslavos, que pueden ser muy buenos pero que... El museo se tiene que llevar con seriedad y hay que tener mucha disciplina, y vaciar salas del siglo XX para mostrar otras cosas que no te esperas. No es lo mejor.
-El arte contemporáneo ya ha entrado en las grandes pinacotecas tradicionales.
-Sí, pero es que, en el caso del Museo del Prado, Bacon, por ejemplo, ya está muerto. Puedes exponer a un pintor que esté totalmente aceptado y cuya cotización sea también alta. Ahora bien, exponer pintores vivos te está convirtiendo en una galería, es hacer propaganda para vender cuadros. Hay que tener cuidado. Deben ser artistas sobre los que haya una unanimidad. Es diferente si Francesca fuese la propietaria de las obras de los artistas que quiere exponer, porque es que más tarde esas obras se venderán. Hay que ser rigurosos... luego yo me la cargo porque digo las cosas, pero es que mi obligación es dedicarme plenamente, como he hecho desde el principio, al Museo Thyssen.
-Pero una cosa es Pollock o Rothko y otra lo que quiere exponer Francesca de Habsburgo.
-Algunas de las piezas que ella quería traer nos las mostró en unas fotografías en el último patronato: eran televisores antiguos y grandes, en el suelo y encima de unas mesas rotas. Eso choca. Es muy duro ver la colección Thyssen y luego ver ese tipo de arte. Insisto, es complicado.
-Parece que tiene muy cogidas las riendas del museo.
-Soy vicepresidenta vitalicia y cuando no está el ministro de Cultura, que tiene la presidencia, la asumo yo. Y como ha habido cambios de ministros de Cultura, como es lógico, la que está siempre allí soy yo, por lo tanto lo llevo con cariño y lo hago gratuitamente. Nunca he faltado a un patronato desde que en 1992 se abrió el museo, así que me siento orgullosa de mi tarea.
-Es decir, usted quiere convertirse en la garantía de la esencia de la colección Thyssen.
-Mi intención, simplemente, es que el museo tenga categoría, que sea elegante y que no pierda su calidad.
-¿Por qué no aceptó que la obra de Ernesto Neto se instalase en el hall?
-En este caso, se trata de un artista brasileño más conocido, lo que ocurre es que yo sugerí una carpa en el jardín, porque teníamos que desmontar todo el hall para colgar bolsas transparentes con especias. El público va a un museo y quiere tener el ojo preparado y la tranquilidad de encontrarse con los cuadros que ha ido a ver, y un espacio que te cambia cada dos por tres modifica el sentido y la personalidad del museo. El hall es el hall y el museo es el museo.
-¿Eso supone el fin de la colaboración de Francesca de Habsburgo con el Museo Thyssen?
-Yo me he comprometido, ya que tenemos la autorización del Ministerio de Cultura, para remodelar las llamadas salas de Moneo, para que se puedan utilizar para exposiciones temporales, a no ser que espere cuatro años a que estén libres las de arriba.
-La veo como queriendo cumplir la voluntad de su marido.
-Voy a velar por la esencia del museo. Yo siempre me he llevado bien con Francesca; ella a veces no se lleva bien conmigo, pero luego vuelve y me da veinte besos, o sea, que no pasa nada porque la conozco de toda la vida. Con ella siempre he dicho las cosas como son, ya me conoce, y si se siente molesta, es porque a la larga tengo razón y es por el bien del Museo Thyssen.
-¿Cómo van las negociaciones con el Ministerio de Cultura para la compra de su colección?
-Bueno, pues ahí estamos. De momento, el 1 de enero de 2011 termina el préstamo, pero todavía no hemos hablado a fondo.
-¿Qué condición pone para vender la colección al Estado?
-No lo puedo decir hasta que no hablemos a fondo con el Ministerio, pero no hay ninguna condición extraña. Yo nunca he puesto condiciones para el préstamo que he hecho gratuito.
-Perdone la vulgaridad: ¿es una condición económica?
-Tampoco. Es la forma de hacerla.
-¿Legalmente se hará como cuando el Estado adquirió la del barón Thyssen?
-No, diferente. No habría compra.
-¿Le afecta la crisis para seguir comprando cuadros?
-Los cuadros buenísimos y conocidos que están en venta todavía, aunque no hay tantos, son muy caros. Sí que a veces encuentro obras porque alguien se ha despistado y compro un buen cuadro, en buen estado y a buen precio.
-¿Qué ha adquirido recientemente?
-Pues un Esquivel, español, en una subasta.
-Insiste en la pintura española.
-Insisto porque la pintura española, desde Goya, no se ha coleccionado seriamente en España.

Un museo del «canon» artístico

Sin duda, sería un cambio radical para el Museo Thyssen, hasta ahora un reducto del mejor «canon» artístico, lejos de estridencias, modas y de la aceleración del arte contemporáneo. Francesca de Habsburgo (recibe este apellido porque está casada con un descendiente de la dinastía) propuso unas videoinstalaciones del turco Kutlung Araman. El trabajo que propuso del brasileño Ernesto Neto estaba basado en el cuadro «La Anunciación», de El Greco, que se exhibe en el Palacio de Vistahermosa. Entre las exposiciones de artistas vivos que el Museo Thyssen ha programado están las de Rauschenberg (antes de su muerte), Avigdor Arika o el hiperrealista Richard Estes.