Elecciones en Ecuador

Venezuela manda callar a Chávez

La Razón
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No fue un sueño. Como prueba, las papeleras de Caracas amanecieron repletas con carteles del «sí». Fue una lucha desigual, David contra Goliat. La desmembrada oposición contra la maquinaria oficialista. Pero, finalmente, los venezolanos se enfrentaron al caudillo y decidieron no entregarle el país; el despertar frente al ocaso.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, perdía así su primera batalla electoral en las 12 consultas nacionales en que ha participado. El 50,70% de sus compatriotas dijo «no» en el referéndum sobre la reforma constitucional que propuso y que habría aumentado sus poderes a la vez que permitiría su reelección indefinida. Ahora deberá entregar su cargo en febrero de 2013.

Los resultados llegaban con cinco horas de retraso. En la monstruosa carpa instalada por el Centro Nacional Electoral aparecía su directora Tibisay Lucena. Sin poder ocultar la cara de descontento, realizaba una introducción irónica antes de leer los datos. «Los opositores que amenazan en las calles con no reconocer los datos ya pueden irse contentos a casa». A continuación, pasó a leer los resultados. Escrutadas el 88 por ciento de las urnas, el «no» obtuvo 4.504.354 votos (50,70%) y el «sí» 4.379.392 (49,29%), con 118.693 votos nulos. «La tendencia es clara e irreversible», apostilló. La abstención alcanzaba el 49%. Nadie esperaba que Chávez aceptara la derrota. En otro escenario diferente, el Palacio de Miraflores, el mandatario agachaba la cabeza aunque con la habitual «humildad» que le caracteriza.

«Agradezco a los que votaron por mi propuesta, y también a los que votaron por el ‘no', y los felicito, porque han comprendido que ése es el camino», en alusión a los opositores que le dieron un breve golpe de Estado en 2002. «No es ninguna derrota. Es otro ‘por ahora'», manifestó.

Fieles al llamamiento de su máximo líder, la música se interrumpía súbitamente en las afueras de Miraflores, donde cientos de seguidores habían empezado a celebrarlo de forma anticipada frente a un escenario. Tras desinflar el gigantesco «chavito» hinchable, los «rojillos» motorizados desaparecían sin causar mayores altercados. Fue en ese momento cuando tomaron el relevo de los festejos los mismos venezolanos que han encabezado las marchas del «no»: los estudiantes. Los alrededores de la Plaza Altamira se tornaron intransitables.

Una grúa amarilla sostenía enormes altavoces. A su lado, encaramados, líderes estudiantiles lo festejaban con una botella de ron en la mano. Abajo, la multitud enloquecida también lo celebraba a ritmo de los «Orishas», un grupo de rap de origen cubano. «Que venga Tarzán a callar al orangután. ¡Viva el Rey, viva España!», nos gritaron complacidos cuando nos identificamos como españoles.

Mucho más seria y serena, Adriana, una joven estudiante, con los ojos empañados comentó a LA RAZÓN cuál era el sentimiento de la gente. «No saben lo que esto significa para nosotros porque ustedes tiene la suerte de vivir en libertad. Este movimiento lo encabezamos estudiantes, no políticos. Nuestra lucha no fue por poder, fue por nuestro futuro».