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Vicente Boluda presi a babor

Vicente Boluda presi a babor
Vicente Boluda presi a baborlarazon

- Lucas Haurie
Parte con una ventaja: es imposible que no mejore a su antecesor. Ramón Calderón ha visitado todos los infiernos a los que puede ir un dirigente
Denle cien días
Escuché el nombre de Vicente Boluda por primera vez en mi vida el día en que asumió la presidencia del Real Madrid. Dicen que es naviero; como Onassis, como Pinillos o como Fred Olsen, y también como Fefé. Voy a la playa una vez cada tres años y me mareo en los barcos; por tanto, los evito. Me antipatizan los yates en ge- neral y sus usuarios en particular. No sé nada del personaje, o sea, como todos los chisgarabises que alaban a Obama, el protagonista de la segunda toma de posesión más importante de este enero de 2009. Después de la que nos ocupa, «of course».
A la madre de Andreotti le fueron a preguntar por su ilustre hijo los redactores de su biografía. «Si no puedes hablar bien de una persona, no digas nada», dicen que contestó. Es decir, que yo no debería escribir sobre Vicente Boluda porque no tengo ninguna razón para hablar bien de él. Ni mal. De modo que, ¿por qué no le da- mos los cien días de cortesía que se da a todos los recién llegados?
Parte con una ventaja: es imposible que no mejore a su antecesor. Ramón Calderón ha visitado todos los infiernos a los que puede ir un dirigente, algunos rayanos con el código penal. Para dejar una impresión peor, Boluda tendría que pegarle fuego al Bernabéu con todos los socios dentro. Una catarsis de regeneración mediante las llamas, como la que buscaban los sectarios ugandeses de «Los Diez Mandamientos». Pero el Madrid no es un caso tan perdido. Para volver a su ser basta con echar a Mijatovic y convocar elecciones cuanto antes.

-María José Navarro
Vicente Boluda no tiene ni idea de nada. Ni siquiera, y esto es muy preocupante, de si Luis Bárcena había cobrado o no el finiquito.
Guatepeor
La otra noche, y creyendo inocentemente que siendo del Atleti ya habría pasado por toda la dosis necesaria de vergüenza ajena para salir vacunada y curada de espanto, escuché a Vicente Boluda. Contó el buen señor que venía del cumpleaños de uno de sus hijos y una quiere pensar que la emoción de ver crecer tan rápido a la descendencia tiene unos efectos perversos. Boluda no tenía ni idea de nada. Ni siquiera, y esto es muy preocupante, de si Luis Bárcena había cobrado o no finiquito. El actual presidente del Madrid dio la sensación de haber permanecido durante dos años y medio de miranda, de ser un tipo al que Calderón colocó en la vicepresidencia a sabiendas de que no iba a dar problemas porque su postura favorita es la de perfil, y de que su interés en que las elecciones se convoquen para un día razonable es manifiestamente mejorable.
Boluda ha dejado nítido y patente que la directiva de Calderón está formada por hombres de paja capaces de seguir haciéndolo muy mal. Capaces de asistir al paripé de un hombre que jura por su honor cuando ese honor lleva pidiendo la hora varios meses. Capaces de nada. Si estos señores tuvieran la decencia a la altura de la cartera, dejarían en manos de una gestora el club, se preocuparían de que la asamblea se repitiera lo antes posible y de que los socios pudieran votar en día de partido, desayunados y con una urna con el tamaño del mapa de Brasil. Acabaremos pidiendo la vuelta de Juanito Navarro. Al tiempo.