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Brasil se divide en dos tras la liberación de Lula da Silva

«Libre como un pájaro». El ex mandatario se da su primer baño de masas al salir de la cárcel. Lula espera que su país siga los pasos de Argentina y Chile

Former Brazilian President Lula da Silva released from prison
Lula, a su salida de la carcel.Paulo Lopes/ZUMA Wire/dpaPaulo Lopes/ZUMA Wire/dpa

Un país encaminado hacia la polarización extrema entre el Partido de los Trabajadores y el presidente Jair Bolsonaro. La liberación del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva ahonda «la grieta» entre los indignados, cansados de la corrupción y la violencia rampante que buscan la mano dura que representa la ultraderecha, y el hastío popular de un pueblo que no levanta cabeza y que añora tiempos pasados, incluso aunque esta opción, tenga «las manos manchadas». La historia se repite en toda América Latina, un continente que sigue «sangrando».

El Supremo Tribunal Federal determinó por seis votos a cinco, que el ex mandatario fuera puesto en libertad durante una audiencia de casi ocho horas, tras un año y medio preso por corrupción pasiva y lavado de dinero. El STF sostiene que no debe estar preso mientras no se desestimen todos los recursos. Se trata de una decisión polémica ya que de esta manera el mismo organismo revierte otro fallo realizado en 2016. Además podría dejar libres a otros 5.000 presos que se encuentran en una situación parecida. «Una puerta abierta» a la impunidad.

Y Lula, a quien la condena alimentó su leyenda y le generó un cierto «aura de mártir», «promete batalla». Pretende comandar una gira por todo el país promoviendo el cambio. Por eso ayer volvió al comienzo de todo para dar sus primeras palabras, «al kilómetro cero», a sus orígenes. En 1975, fue elegido presidente del Sindicato Metalúrgico de São Bernardo do Campo –Sao Paulo– y ganó proyección nacional al liderar una serie de huelgas a finales de la década. En 1980, fue arrestado y procesado por la Ley de Seguridad Nacional tras comandar una paralización que duró 41 días. Lula pasó 31 días en la cárcel del Dops (Departamento Estadual de Orden Político y Social). Fue también en la sede del Sindicato donde se entregó ante las autoridades durante este último «receso obligatorio».

Banderas del PT, varios puestos de pan con queso y «bolas» rebozadas rellenas de pollo bien regadas con cachaça y cerveza. Samba de fondo y una ambiente de alegría. «Recé por su vuelta, necesitamos que alguien nos devuelva el orgullo de ser brasileños, que nos ponga de pie», comenta una señora de avanzada edad ataviada con una camiseta roja y un crucifijo que besa. «Recibí un microcrédito y junto con el bono de familia pude salir de favela, ahora tuve que volver al morro», añade.

Hasta que por fin, Lula salió al escenario arropado por la multitud. «Podría haberme ido a una embajada, a otro país, pero fui a entregarme a la Policía, porque tenía que enfrentar la celda para probar a la sociedad que Moro no es un juez sino un canalla», exclamó. Afirmó que se siente «libre como un pájaro» y que buscará «reconstruir este país con la misma alegría» que cuando lo gobernó. Además, pidió investigar cómo hizo su fortuna el actual mandatario brasileño Jair Bolsonaro, y agregó: «Si a mí me dan vuelta, no se me cae una moneda». «No vamos a permitir que los milicianos –por el partido de Bolsonaro– acaben con este país que construimos», añadió.

Lula, a su salida de la carcel.
Lula, a su salida de la carcel.Paulo Lopes/ZUMA Wire/dpaPaulo Lopes/ZUMA Wire/dpa

Por su parte Jair Bolsonaro reaccionó este ayer a la liberación su rival político. «No podemos cometer errores. Sin un norte y un comando, incluso con la mejor tropa, se convierte en una banda que tira para todos lados, inclusive en los amigos. No dé munición al canalla, que momentáneamente está libre, pero cargado de culpa», dijo.

«Aunque para Bolsonaro el fallo del Supremo significa una derrota considerable –cabe recordar que había prometido que su principal adversario político se iba a pudrir en la cárcel–, esta polarización le podría ayudar para alimentar el odio de sus votantes y evadir la atención de los verdaderos problemas económicos que afligen al país», explica Joao Castelo, analista de la Universidad de Sao Paulo.

A pesar de su liberación, Lula da Silva afronta todavía nueve causas judiciales por presunta corrupción. La mayoría de las denuncias surgen a raíz del «Lava-Jato», escándalo que sacudió a toda la región e involucra a Petrobras y a numerosas empresas constructoras, las cuales mediante sobreprecios habrían generado un mecanismo de retorno que involucra a las altas esferas del poder.

La Fiscalía asegura tener pruebas consistentes para incriminar al referente del Partido de los Trabajadores. Los investigadores afirman que recibió cuantiosas sumas de dinero por parte de varias constructoras beneficiadas en las licitaciones por la empresa petrolera estatal. Lula es acusado de recibir más de nueve millones de dólares y varias propiedades

Entre los eventuales retornos que habría sumado el mandatario, se destacan un lujoso tríplex en San Pablo, donaciones al Instituto Lula por más de seis millones de dólares y otros tres millones de la divisa norteamericana por haber brindado una serie de conferencias. Además, la presidente de la Comisión Constitucional de Justicia (CCJ) del Senado, Simone Tebet, aseguró que la Cámara Alta podría debatir una enmienda constitucional para revertir esa decisión. Una medida que permite la Constitución.