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Francia

Macron resiste el tercer pulso de los sindicatos

La nueva jornada de movilizaciones contra la reforma de las pensiones se salda con un seguimiento inferior al esperado por las centrales, pese a que la principal, la CFDT, se suma a la lucha contra la jubilación a los 64

National strike in France
Manifestación contra las reformas de las pensiones cerca de la Plaza de la Bastilla en ParísIAN LANGSDONEFE

La situación de bloqueo en Francia se ha transformado en un campo cargado de minas que nadie sabe a ciencia cierta cómo desactivar antes de Navidad. La tercera jornada de protestas contra la reforma de las pensiones del gobierno deja un resultado de miles de personas en las calles pero no tantas como los sindicatos pensaban movilizar a sabiendas de las circunstancias que habían complicado el pulso al gobierno en los últimos días, como la dimisión en la víspera de Jean-Paul Delevoye, el encarado de hacer la arquitectura de la reforma, por conflicto de intereses.

El parte de guerra de cifras en el que se ha transformado este pulso arroja 615.000 personas que habrían salido a las calles según el Ministerio del Interior, una cifra que los sindicatos elevan hasta 1,8 millones personas. Dejando de lado la enorme diferencia de cómputo, la realidad es que se trata de una movilización superior a la del jueves de la semana pasada pero notablemente inferior a la del primer día de huelga, el pasado 5 de diciembre. Una evolución que todos los actores implicados en este pulso siguen con lupa para dilucidar quién puede dar su brazo a torcer con un elemento más de presión que hay que añadir a este escenario de alto voltaje social: la proximidad de las fechas navideñas con todos los desplazamientos previstos para millones de franceses. Un elemento con una enorme carga emotiva para la opinión pública del que nadie quiere aparecer como culpable. Y a todo esto el presidente Macron guarda un escrupuloso silencio que manifiesta su estrategia de no inflamar aún más la situación en la calle, pero sus portavoces oficiosos estiman que el presidente se manifiesta «sereno y determinado».

En París la marcha sindical partió de la plaza de la República con un ambiente festivo y una masa intergeneracional que mezclaba a ferroviarios, profesores, pilotos y personal hospitalario, erigiéndose como principales colectivos movilizados contra la reforma. La novedad de la convocatoria es que, a diferencia de las dos anteriores, ésta ya no era preventiva. Era la primera después de que el Gobierno desvelara los detalles de la reforma y el gran interrogante era conocer si esto amplificaba o disminuía la movilización. Y el incierto resultado es que lo ha vuelto a dejar en empate, con más gente que en la convocatoria anterior pero menos que en la primera.

Lo cierto es que el gobierno ha conseguido atenuar la explosiva situación previa con la que llegaba a esta jornada y los sindicatos no han conseguido aprovecharla tanto como hubiesen querido. La de este martes era una protesta explosiva para Macron por un agravante: la dimisión en la víspera del alto comisionado para la reforma, Jean-Paul Delevoye, por un supuesto conflicto de intereses. Delevoye, miembro del Consejo de Ministros, fue el arquitecto de toda esta reforma y su marcha, casi obligada tras las múltiples revelaciones periodísticas sobre actividades paralelas no declaradas, supone un contratiempo para el Ejecutivo y sus esfuerzos de convencer a la opinión pública sobre la utilidad de la reforma.

La reforma de las pensiones en Francia
La reforma de las pensiones en FranciaAntonio Cruz

Y mientras tanto el país sigue a medio gas con una huelga de transportes públicos que cumple ya su decimotercera jornada consecutiva. Este martes sólo circulaba uno de cada cuatro trenes de alta velocidad y uno de cada cinco de cercanías. Además, la mayoría de las líneas de tranvía y metro en las principales urbes francesas estaban cerradas.

Tras la protesta ahora debe llegar la reactivación del dialogo. Hoy el primer ministro Eduard Philippe retoma el contacto con los representantes sindicales. El principal nudo de las negociaciones está en la controvertida edad pivote o de equilibrio, que en la reforma del Gobierno quiere fijar en 64 años. Es la edad en la cual los franceses podrán cobrar toda su pensión, aunque la edad legal de jubilación continuarán siendo los 62 años. La CFDT, el sindicato cristiano reformista hasta ahora cercano al gobierno y favorable al resto de la reforma, se opone frontalmente a esta medida, que tiene por objetivo alargar la vida laboral y aliviar la carga financiera que supone el envejecimiento de la población y el alargamiento de la esperanza de vida.

En un gesto para calmar la situación y hacer mover la balanza definitivamente, Edouard Philippe ha tendido la mano a Laurent Berger, líder del sindicato y ha dado a entender que los 64 años son negociables. En esa posible maniobra podría estar en los próximos días la salida de la crisis.

Con todos estos elementos sobre la mesa, unos y otros no pierden de vista el esencial: la opinión pública. Pero desde hace semanas los sondeos arrojan paradojas difíciles de descifrar. Según un sondeo encargado porRTLen la víspera de esta jornada de huelga, el 62% de los franceses ve justificada la huelga. Sin embargo, un 69% desearía una tregua en las movilizaciones con el horizonte de las fechas navideñas.