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Oriente Medio

Eliminar a Suleimani: Una decisión personal de Trump desde Mar-a-Lago

El presidente, que dio la orden tras verse con su núcleo duro, asegura que el general iraní Suleimani estaba preparando una trama de atentados contra objetivos norteamericanos

Golpeado hasta el tuétano en su orgullo, Irán despide al general Qassim Suleimani con gruesas promesas de venganza. Sus palabras provocan en Washington una mezcla de alarma contenida e inevitable aroma a déjà vu. No en vano el militar iraní, que puede calificarse de legendario sin excesiva hipérbole, era el responsable de la Fuerza Quds, rama de operaciones exteriores de la Guardia Revolucionaria y pieza clave en el juego militar y político de Oriente Medio.

Suleimani, que fue asesinado por un misil disparado por un dron en los alrededores del aeropuerto de Bagdad, viajaba acompañado por Abu Mahdi Muhandis, jefe de las Fuerzas de Movilización Popular de Iraq, que también resultó muerto. Poco después el Pentágono publicaba un comunicado donde califica la acción de «medida defensiva decisiva» para salvaguardar la seguridad del personal de EE UU. El alto mando estadounidense ha recordado que la Fuerza Quds ha sido catalogada por el departamento de Estado como una organización terrorista. Para el Pentágono resulta incuestionable que el general conspiraba para «atacar a los diplomáticos y miembros del ejército estadounidense en Irak y en toda la región».

Ataque a la embajada en Bagdad

También recuerda que se le atribuyen cientos de muertes de soldados estadounidenses y de sus aliados a lo largo de varias décadas. Entre sus acciones más recientes destaca los ataques de los meses pasados en Irak, «incluido el ataque del 27 de diciembre» «y los ataques a la embajada de los Estados Unidos en Bagdad», que habían desestabilizado gravemente la zona. De paso avisa que EE UU tomará cuantas medidas considere necesarias para proteger a sus ciudadanos y sus intereses.

Con Suleimani desaparece un actor clave en las actuaciones de Hezbolá en el Líbano, el hombre que acaso más y mejor ayudó a Hamás en Gaza, el gran arquitecto de la coalición bélica al servicio del presidente y dictador sirio Bachar al Asad, a cuya salvación contribuyó decisivamente en los peores momentos de un régimen al que asediaba la alianza de fuerzas rebeldes.

Aupado a la primera línea tras los conatos revolucionarios propiciados por la Primavera Árabe, investido de todos los honores imaginables por su extraordinaria habilidad estratégica y su entrega casi monástica al ideal de un Irán prominente, llegó a combatir junto a EE UU y el resto de países occidentales en la lucha contra el Estado Islámico, enemigo declarado tanto de Al Asad como de los chiíes iraquíes y del propio Irán. Pero aquello fue una alianza coyuntural, mientras que en el largo plazo siempre fue prioritario su afán por desestabilizar a cualquier poder capaz de amenazar a su país. La inteligencia estadounidense había rastreado su pista hasta Yemen, donde consideraba evidente la visión táctica del general, así como a muchas de las recientes acciones con sello antiamericano en Irán.

La fortaleza de Hezbolá

El ataque, que podría haber sido tomado por Trump y su más íntimo círculo de asesores sin atender en exceso a las recomendaciones del ejército, y ordenado desde el complejo de Mar-a-Lago, en Florida, contradice muchas de las declaraciones y acciones previas de una Casa Blanca escindida entre la apuesta por la mano dura y los intentos por escapar de las guerras en los países islámicos. De hecho, la dimisión, un 21 de diciembre de 2018, del secretario de Defensa de EE UU, el general retirado Jim Mattis, estuvo relacionada con la retirada de tropas de Siria, dirigida por Trump, y de forma más general por su visión eminentemente sombría de Mattis respecto al papel que jugaba Irán, la fortaleza de Hezbolá y la insuficiencia, en su opinión, de las acciones tomadas por EE UU para contrarrestar la amenaza.

Tampoco el que fuera consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, parecía muy contento con la estrategia del palo y la zanahoria defendida por Trump y el secretario de Estado, Mike Pompeo. «Enhorabuena a todos los involucrados en la eliminación de Qassem Soleimani», ha tuiteado Bolton, que espera que este sea el «primer paso para el cambio de régimen en Teherán».

Por su parte Trump ha escrito que «El general Qassem Soleimani ha matado o herido gravemente a miles de estadounidenses durante un período de tiempo muy prolongado y estaba conspirando para matar a muchos más ... ¡pero fue atrapado! Responsable directo e indirecto de la muerte de millones de personas, incluido muchos manifestantes asesinados recientemente en el propio Irán. Si bien Irán nunca podrá admitirlo, Soleimani fue odiado y temido dentro del país. No están tan tristes [los iraníes] como sus líderes quieren que el mundo exterior crea. ¡Deberían haberlo liquidado hace muchos años!».

Hace apenas medio año, después de que un misil impactara a dos kilómetros de la embajada de EE.UU en Irak, el presidente advirtió a Irán que si buscaba pelea eso marcaría «el fin oficial de Irán». La tensión creciente, marcada por las la batería de sanciones económicas aprobadas contra Irán, propició que el Pentágono enviase al Golfo Pérsico una flota de combate, encabezada por el superportaaviones Abraham Lincoln. Si en aquel momento EE UU ordenó desalojar a todo el personal no decisivo de sus servicios consulares y aconsejaba a sus ciudadanos que abandonaran el país, el Departamento de Estado ha vuelto a instar a sus ciudadanos a que abandonen el país de inmediato y ha suspendido todas las operaciones consulares.

Eso sí, cuando un diplomático francés expresó que la acción estadounidense hace del mundo un lugar menos seguro, Pompeo, entrevistado por la CNN, respondió que «el mundo es un lugar mucho más seguro, y le puedo asegurar que los americanos de la región están mucho más seguros». Interrogado por las imágenes que llegan de Irán, con multitudes en las calles y banderas al viento, el secretario de Estado respondió convencido de que la mayoría de la ciudadanía iraní comprende que EE UU es una fuerza benigna en la región y que la cleptocracia al mando del país tiene los días contados.

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