Narcotráfico

Popeye: el sicario de Pablo Escobar que cometió 3.000 asesinatos

Jairo Velásquez falleció el jueves de cáncer y en La comuna 13 de medellín ondea una bandera negra. Aprovechó el boom mediático del narcotráfico para hacerse «influencer». Pero «Nunca se rehabilitó».

Jhon Jairo Velásquez, alias "Popeye",
Jhon Jairo Velásquez, alias "Popeye",Georg Ismar / AFP / ContactoPhotoGeorg Ismar / AFP / ContactoPhoto

En la Comuna 13, una de las zonas carenciales de Medellín donde Pablo Escobar hizo grandes donaciones para mejorar la barriada, se amontonan las casas de colores rojo y amarillo, algunas de ladrillo desnudo. En varias ondea la bandera negra. Ha caído «el soldado», Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias «Popeye». No fue en una balacera –tiroteo– como su patrón, ni tras las rejas. Al final fue la muerte quien se lo llevó.

Popeye, el conocido ex sicario de Pablo Escobar, fallecía este pasado jueves a los 57 años en Colombia en el Instituto Nacional Cancerológico, en Bogotá, donde se encontraba hospitalizado desde el pasado 31 de diciembre por un tumor de esófago, enfermedad que había hecho metástasis en los pulmones, hígado y otros órganos. Estaba preso desde el 25 de mayo de 2018, acusado por el delito de extorsión.

Velásquez, quien resultó fundamental en la estructura criminal del cártel de Medellín, ya había pagado penas de prisión, incluso desde antes de la muerte de Escobar en 1993, por diversos delitos que van desde el terrorismo al narcotráfico. El propio Popeye admitió ser responsable directo de unos 300 asesinatos, principalmente en Medellín y Bogotá, así como su participación intelectual en la de cerca de 3.000 personas, según sus cálculos. Además, confesó haber sido el artífice de al menos 200 coches bomba y de «ajusticiar» a su novia.

De Sicario a Youtuber

Su cumpleaños número 42, el narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria lo pasó en la cárcel. Pero en la lujosa prisión que se había construido a su medida, sin aislamiento ni tristeza: celebraba con su familia y amigos, untando buñuelos con caviar. «Patrón, esto lo voy a poner en el libro, cuando escriba la historia del cartel de Medellín», le dijo Popeye. Escobar lo mira y replica: «Los muertos no escriben libros». Dos años después, el que estaba muerto era Escobar y, pasado más de un cuarto de siglo, el hombre que le hablaba también –aunque Popeye ya había escrito su biografía–.

Nació en Yarumal, Antioquia, el 15 de abril de 1962. Recibió ese apodo porque, según contó, en su época de formación militar (estudió en la Escuela de Suboficiales de la Armada y en la de Cadetes General Santander), todos le decían que era muy parecido al personaje de dibujos animados que era fanático de la espinaca. Al grupo que lideraba Escobar entró cuando tenía 18 años. Entonces recibió las primeras órdenes. Dice que cuando conoció a Pablo Escobar lo invitó a comer pollo asado en su casa en el barrio El Poblado y que se ganó su confianza transcribiéndole todas las cartas: desde las que les escribía a Carlos Lehder, a los Ochoa, a Gonzalo Rodríguez Gacha, a ministros y a presidentes, hasta los escritos de la contabilidad del cartel. Nunca fue capturado. Fue él quien se entregó a la Justicia. Lo hizo en octubre de 1992, más de un año antes de que Escobar fuera abatido, junto a Roberto Escobar (el hermano de Pablo) y Otoniel de Jesús González, otro integrante de la banda.

Más de 20 años en prisión

Después de pasar entre rejas 23 años, salió libre en 2014 y aprovechó el boom del fenómeno Pablo Escobar y el narcotráfico para intentar convertirse en una figura mediática, incluso creó un canal de YouTube dando polémicas declaraciones. Pese a todos los delitos que cometió en el pasado, muchas personas que lo veían en la calle solían pedirle un autógrafo o una foto. En Facebook intercambiaba mensajes con sus seguidores, quienes le escriben cosas como: «Eres grande amigo» y «Te admiro un montón». No todos son colombianos. Popeye albergaba fanáticos en Venezuela, Uruguay, México, Argentina e, incluso, España. Tenía dos páginas que continúan activas: La del verraco y La del arrepentido. Ambas con más de 80.000 seguidores. Hay un montón de imágenes personales, de los animales de la Hacienda Nápoles y de reuniones de Pablo Escobar. Muchas parecen formar parte de su álbum personal.

Popeye también tenía su propia página web donde cualquiera puede comprar su libro «Sobreviviendo a Pablo Escobar» y leer algunas de sus frases célebres: «Algunos quieren que yo salga a robar y a matar para matarme, y yo no les voy a dar gusto».

En su canal de Youtube (Popeye Arrepentido) compartía su día a día y responde dudas a sus seguidores. Aquí los números no mienten. Tiene más de 133.000 suscriptores y 10 millones de reproducciones. Uno de los más vistos tiene es sobre el cumpleaños número 66 de Pablo Escobar. Todos están muy bien producidos, algunos cuentan con testimonios de otras personas y otros están musicalizados con vallenatos como «Gota fría».

Popeye vivía en Sabaneta –Estado de Antioquía–, en una casa solo, donde decía dormir tranquilo. «Yo no sé por qué los periodistas viven empeñados en preguntarme que cómo hago para dormir. Duermo más que la verga del Papa», llegó a escribir. Además, anunció que se postularía al Senado. Algo que nunca sucedió.

Cuenta que cuando ya tenía unos 15 años, le encantaba pararse en la plaza central de Itagüí a ver bajar en sus camionetas o en sus caballos de paso fino a los hermanos Galeano, por ese entonces dueños y señores de la mafia en la zona. «Yo los veía y me iba para mi casa con la idea de que algún día iba a tener más que esos hijueputas», presumía.

En sus vídeos, se presentaba como «el asesino de confianza de Pablo Escobar Gaviria», personaje del que seguía hablando con admiración y elogios. Además, en su Twitter llegó a repartir amenazas contra políticos de izquierda. «Si no me puedo expresar, mi fusil hablará por mí», escribió. Aunque aseguraba que quería alejar a los jóvenes de la violencia, su tono era más bien apologético en una la época en la que Colombia estaba bajo el yugo del narcotráfico. «En la vida hay una época para matar y otra para arrepentirse», señaló en 2015. Sin embargo, el sueño del «influencer» se truncó y cuatro años más tarde, cuando fue denunciado por extorsión por varias familias de Antioquia y capturado posteriormente en una fiesta en la que estaba Juan Carlos Mesa Vallejo, alias «Tom», señalado como líder de la «Oficina» y jefe de la banda Los Chatas.

A sangre fría

Pero ante todo era un asesino en serie. Un psicópata. Entre sus víctimas se encuentra el ex candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento, acribillado el 8 de agosto de 1989. También fue autor de aquel fatídico 27 de noviembre de 1989. Cuando el avión de Avianca apenas empezaba a tomar altura, oscilando entre los 12.000 y 14.000 pies de altura, explotó los cuerpos de las víctimas, fragmentados, y la estructura del avión, hecha pedazos, se dispersaron en un radio de cinco kilómetros sobre el cerro Canoas. Y de la bomba del Departamento Administrativo de Seguridad de Bogotá (6 de diciembre de 1989). En su interior había 500 kilos de dinamita gelatinosa. Eran las 7.33 de la mañana. Mató a 63 personas e hirió a más de 600. Incluso asesinó a la que fuera amante de Escobar pero también su novia, Wendy Chavarriaga Gil, por conversar con la Policía.

Cae la noche en el Poblado, donde se crío Escobar. Hoy convertido en «zona rosa». Allí, Manuel Arias, compañero de fechorías de Popeye, se asoma a una de las terrazas de los grises edificios. Fuma y recuerda viejos tiempos. «No tenía escrúpulos, pero era leal y poseía ciertos códigos», dice. Y agrega: «Lo que es seguro es que nunca se rehabilitó, nunca se arrepintió. Si el patrón viviera seguiría siendo su sicario, lo lleva en la sangre».