Coronavirus

Un confinamiento en ultramar (XLVIII): Fiebre en las cabañas

Que la izquierda camine por la justificación de las regalías es la enésima prueba de que camina zombie por la senda de los elefantes»

La presidenta e la Comunidad de Madrid, sabel Díaz Ayuso, se ha convertido en el centro e las críticas de la izquierda
La presidenta e la Comunidad de Madrid, sabel Díaz Ayuso, se ha convertido en el centro e las críticas de la izquierdaDani PozoComunidad de Madrid

Los confinamientos no acaban con los delirios, que en condiciones óptimas pueden potenciarse gracias a la paranoia en la cabaña. Lo de la fiebre provocada por el encierro era bien conocido por los buscadores de oro en Alaska y Jack London, que escribió de todo aquello. En Wikipedia traen una lista de obras de arte notables que mencionan de una u otra forma la demencia estimulada por el encierro. De Crimen y castigo a La quimera del oro y El resplandor. Al inventario de joyas no, pero al de locuras propiciadas entre cuatro paredes, hijas del ruido mental y la siempre depravada privación cognitiva me pregunto si podemos añadir un vídeo que circula por redes sociales, donde una socióloga, teóricamente de izquierdas, pongamos Isabel, reflexiona sobre el ser andaluz, los valores de un pueblo, los señoritos a caballo, el cadáver de Blas Infante, la heráldica y las casetas de la feria, los muertos bajo las piedras lunares y otros tópicos, todo seguido, del progresismo reaccionario. Descubrí el vídeo gracias a Cristian Campos, francotirador de guardia, que con toda justicia y puntería explica que nadie en Andalucía, nadie adulto se entiende, se toma en serio a esta peña, a la que ya conocen como Bildu Arsa.

Cuenta la socióloga que «Juanma Moreno Bonilla ha decidido cambiar el escudo de Andalucía», que el acto es «ilegal», que «insulta la lucha por la soberanía de nuestro pueblo, porque los símbolos representan comunidad y valores, y cuando el partido popular, junto a sus colegas de Ciudadanos y Vox, deciden cambiar el escudo de Andalucía, sólo quieren una cosa: cambiar nuestros valores por sus valores». «Andalucía», en fin, ha luchado mucho para que ahora esos señoritos a caballo que maltrataron nuestras tierras y los herederos de quienes fusilaron a Blas Infante crean que las instituciones son suyas e impongan sus valores». Como sucedió en su momento con los disparates del feminismo imperante, con el que uno podría compartir los fines pero ni una sola de sus torcidas razones, que acaban por destrozar los mejores motivos, haríamos muy mal en sonreír displicentes ante semejante nadería argumental y sus artificios retóricos. Algo similar ha sucedido por ejemplo en Asturias, ayer cuenca minera, verde de montes, tierra de minerales.

Dos veces dos tuvo ocasión para jugarse la vida. Hoy anda por la fase octava de la enajenación, con cargo al bable, penúltimo vehículo identitario con el que los adictos a la segregación endulzan los oídos de un respetable siempre necesitado de motivos para sentirse especial, moralmente hermoso, peculiarísimo e impar, y sobre todo bendecido por algún tipo de traba administrativa que privilegie a los habitantes de nuestro pueblo ahora y en la hora de convocar oposiciones, transferir recursos, acaparar concesiones, repartir dádivas y derramar beneficios. Que la izquierda camine por la justificación de las regalías en base a los derechos de sangre y cuna no es sino la enésima prueba de que la izquierda española camina zombie por la senda de los elefantes, rumbo al matadero de la inteligencia. Claro que la derecha tampoco presenta un cuadro clínico mucho mejor. Están por escucharse todavía las razones y en especial las propuestas del PP para oponerse a la campaña de publicidad que comanda un Gobierno inservible, que sólo puede compararse al de EE.UU. en cuanto a la incapacidad exhibida para anticipar lo que llegaba y gestionar lo que tenemos. Por no hablar de Vox, imagen gemela, disparatada, antipolítica, ignora y tosca, de la infecta Podemia. Aunque la Podemia haya alcanzado el poder y Vox todavía tenga que conformarse con hacer monerías en las pistas del circo.

Pero todo se andará y desde luego Sánchez ayudará en cuanto sea menester para propiciar su vuelo: a más Vox más Sánchez, no lo olviden. Las personas dispuestas a reducir el debate público a una piara emporcada de esputos y heces necesitan de otras personas idénticas en la bancada de enfrente, igualmente dotadas para la demolición del adversario con la radial del improperio asilvestrado y la exageración sin tasa. Por no ceder ni un instante acabé este domingo día delante de unos retratos de la presidente de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Las fotos son malas de narices. Pero la gestión que ha realizado de la epidemia es mucho mejor de lo que están dispuestos a admitir sus enemigos. Una lástima que la doña opte por eclipsar los argumentos y potencie en cambio el claroscuro sentimental, el aguafuerte Vogue y el óleo Cosmopolitan. Ramalazos populistas que tan buenos recuerdos dejaron gracias a las ministras ZP en las escalinatas, Soraya en éxtasis y Juan Carlos Monedero cual San Sebastián diftérico.