Donald Trump

Trump da un ultimátum a TikTok para irse de EE UU o acordar su venta

El presidente estadounidense prohibirá la aplicación china el 15 de septiembre si no vende sus operaciones antes. Pekín asegura que no aceptará el "robo" de una empresa tecnológica y amenaza con represalias

Cuando Donald Trump amenaza con vetar la app china TikTok si no acaba en manos estadounidenses, rompe el viejo consenso sobre la neutralidad institucional en el mundo de las finanzas. Por otro lado, como señalan el “New York Times”, apuesta doble o nada a un presidencialismo más basado en sus intuiciones y menos en los usos de la política convencional.

Pero una cosa son las sospechas de que la red social podría operar como caballo de Troya de Pekín, y otra que los servicios secretos, el Pentágono, la fiscalía general actúen en consecuencia. A fin de cuentas el secretario de Estado, Mike Pompeo, ya explicó que el Gobierno de EE UU teme que China use la red como parapeto de espías y centrifugadora de propaganda. Tampoco es nuevo que la Casa Blanca amenace con sanciones. Basta con recordar lo sucedido con Huawei.

Entrevistado por la cadena Fox Pompeo comentó que algunas compañías de software chinas «están enviando datos directamente al Partido Comunista Chino». Ahora bien, lo que sí resulta más radical es que el presidente trate de influir, y de cara al público, no entre bambalinas, para que Microsoft adquiera una empresa. En el caso de TikTok, se trata de una las aplicaciones más descargadas de la historia, presente en más de 150 países y que dirige Kevin A. Mayer, que fue clave en la adquisición de Pixar, Lucasfilm y Marvel por parte de Disney, de la que fue vicepresidente ejecutivo.

El temor de los servicios secretos, explicitado por Pompeo, es que la compañía proporcione los datos de millones de estadounidenses a la inteligencia china, que hace tiempo que experimenta con algoritmos de inteligencia artificial diseñados para controlar a la población y reconocer a cada individuo a partir de una miríada de datos personales, desde los patrones hasta sus redes de amigos, su lugar de residencia, sus compras, sus viajes...

Ahora mismo nadie sabe qué sucederá. Pero el pasado viernes Trump fue bastante claro. «Tengo esa autoridad», explicó a los periodistas, refiriéndose a la posible prohibición, «y puedo hacerlo «con una orden ejecutiva». El lunes matizó sus palabras y explicó que ya ha anunciado que solo intervendrá si antes del 15 de septiembre no fructifica la negociación de TikTok con Microsoft. Añadió que el acuerdo debería de beneficiar a la administración de EE UU, que tendría que ser compensada en calidad de mediadora. «Una parte muy sustancial de ese precio tendrá que beneficiar al Tesoro de Estados Unidos», dijo, «porque estamos haciendo posible que este acuerdo suceda».

De forma casi inevitable, las autoridades chinas respondieron a las mensajes de Washington con virulencia, especialmente cuando trascendió la intención de Trump de cobrarse un porcentaje. Eso sí, nadie ha querido explicar por qué Pekín puede mantener abiertamente una app con más de 100 millones de usuarios en EE UU al tiempo que mantiene vigente su bloqueo a Twitter, Facebook o Google, que tienen el acceso castrado o directamente prohibido en China.

Todo esto sucede mientras crece la tensión a cuenta de la pandemia por el coronavirus y siguen sin resolverse muchas de las tensiones que hace apenas un año llevaron a Trump a exclamar que «nuestro país ha perdido, estúpidamente, miles de de dólares con China durante muchos años. Han saqueado nuestra propiedad intelectual a razón de cientos de miles de millones de dólares al año y quieren seguir haciéndolo. ¡No dejaré que eso suceda! No necesitamos China y, francamente, estaríamos mejor sin ella».

Por cada gesto de buena voluntad y acuerdo de colaboración, ha habido otro momento de retroceso marcado tanto por las tensiones comerciales y las acusaciones de juego sucio como por las sospechas de que Pekín utiliza su creciente poderío tecnológico para espiar al “amigo” americano al tiempo que robustece sus pretensiones expansionistas.