Nagorno-Karabaj

Aumenta la ira de los armenios contra el primer ministro “traidor”

Las fuerzas de paz rusas comienzan a desplegarse en Nagorno Karabaj tras la firma del acuerdo de paz

La Policía armenia choca con los manifestantes en Yereván, que piden la dimisión del primer ministro
La Policía armenia choca con los manifestantes en Yereván, que piden la dimisión del primer ministroVAHRAM BAGHDASARYAN /PHOTOLUREEFE

Pocas horas después del alto el fuego en el Cáucaso las fuerzas de paz rusas se han empezado a desplegar en la todavía humeante región de Nagorno Karabaj, según fuentes del ministerio de Defensa ruso que han confirmado la entrada en escena de sus efectivos tal y como marcaba el acuerdo de paz firmado entre Armenia, Azerbaiyán y Rusia. El jefe de la Dirección operativa del Estado Mayor ruso, Sergey Rudskoy, confirmó ayer que las fuerzas de paz enviadas por su país ya controlan el corredor de Lachin, conexión clave entre Armenia y la región en conflicto, con 414 militares desplazados, ocho helicópteros y decenas de vehículos y equipos de apoyo, “habiéndose realizado en el día de ayer 27 salidas”.

Según Rudskoy, casi todos los militares integrantes de la misión de paz desplegados en la zona tenían experiencia previa en acciones humanitarias en Siria. Ayer mismo también se confirmó que Turquía supervisará junto a Rusia la aplicación del alto el fuego en la zona mediante un centro conjunto de observación, que se establecerá en territorio de Azerbaiyán, tal y como informó este martes un portavoz turco tras una conversación telefónica entre el presidente Recep Tayyip Erdogan y su homólogo ruso Vladimir Putin.

Pero la llegada de la paz en Nagorno Karabaj no ha sido recibida de la misma manera, a juzgar por las reacciones de los protagonistas del conflicto. Mientras en Azerbaiyán la gente sigue celebrando en las calles un acuerdo que les reconoce los territorios conquistados durante la última contienda, en Armenia el descontento se ha convertido en furia tras las palabras del primer ministro Nikol Pashayan que comunicaba en su cuenta de Facebook el pasado lunes la firma del “doloroso” acuerdo en el que su país es el gran perjudicado.

Centenares de personas continuaban manifestándose en la capital del país, Yereván, pidiendo la dimisión del primer ministro Pashayan, después de haber tomado este martes la sede del Gobierno y el Parlamento con gritos de “traidor”al jefe del Ejecutivo y exigiendo que el primer ministro se reuniera con ellos. El presidente de la Asamblea, Ararat Mirzoian, fue también víctima de las protestas.

A pesar del clima reinante en Armenia, hay quien defiende la decisión del primer ministro “por haber ahorrado miles de muertos” a un país que en todo momento estuvo en desventaja, ya que el apoyo de Turquía a Azerbaiyán fue cuantioso. Seguramente, de haber continuado la guerra, Armenia habría reclamado la ayuda militar de Rusia, según lo acordado por la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), creada en 1992 y a la que pertenecen ambos países, además de Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.

La jugada maestra de Moscú para evitar una entrada en el conflicto y así ampliar sus consecuencias (Turquía siempre estuvo al lado del régimen de Bakú) fue poner a todas las partes de acuerdo después de largas y tensas conversaciones a tres bandas y redactar un tratado de paz “in extremis” que frenara la escalada militar en la zona, después de seis semanas en guerra en las que habían muerto ya 5.000 vidas y miles de desplazados.