Wuhan

Así amordazó el régimen chino a los que informaron del coronavirus

Zhang Zhan narró la pandemia desde la zona cero. Lleva desde mayo en prisión, pero al menos se conoce su paradero

Sschools in Wuhan reopen for fall semester
En Wuhan intentan dar imagen de normalidad, con la reapertura de institutos sin mascarillas. Que nada se salga del discurso oficialSTRAgencia EFE

En febrero, durante los momentos más crudos de la crisis del coronavirus en la ciudad china de Wuhan, una ex abogada reconvertida en periodista ciudadana llamada Zhang Zhan se trasladó al epicentro de la pandemia para narrar lo que allí sucedía. En plataformas como Twitter y Youtube, prohibidas en el país, expuso sus críticas a la gestión del Gobierno chino y a la censura.

“Sus informes también incluían comentarios sobre el acoso de las autoridades a las familias de las víctimas que buscaban una explicación real y detallada de lo ocurrido”, cuentan desde la oenegé Chinese Human Rights Defenders (CHRD).

Su labor no fue plato de buen gusto para las autoridades, que ordenaron su arresto a mediados de mayo. Desde entonces, permanece detenida en Shanghái. Sin embargo, no ha sido hasta esta misma semana cuando se han dado a conocer los cargos que pesan sobre esta reportera. Según el texto legal, se le acusa de “buscar pelea y ocasionar problemas”, una fórmula gaseosa empleada por la Justicia china contra los disidentes y otros elementos molestos para el régimen como abogados de derechos humanos o activistas medioambientales.

En su escrito, la Justicia china la acusa de diseminar “información falsa”. “También aceptó entrevistas de los medios de comunicación extranjeros Free Radio Asia y La Gran Época -dos diarios vistos en Pekín como brazos mediáticos de Washington para inmiscuirse en la región- y especuló maliciosamente sobre la epidemia de la covid-19 en Wuhan”, sigue el texto. Por todo ello, piden una dura sanción de cinco años de prisión en un país donde un 99% de las sentencias son condenatorias.

Pero Zhang, de 37 años, siempre ha mantenido su inocencia y exigido su liberación. En septiembre, tras ver sus peticiones ignoradas, inició una huelga de hambre que obligó a las autoridades a inyectarle suero. “A sus compañeras de celda se les dijo que la alimentaran y ella volvió a comer”, apuntó el diario hongkonés “South China Morning Post”.

No es la primera vez que esta mujer se las ve con las autoridades. En 2018 y 2019 también fue detenida, en el último caso por apoyar las protestas de Hong Kong. De acuerdo con CHRD, entonces permaneció detenida dos meses durante los que se le sometió a varias evaluaciones psiquiátricas.

Tampoco es la primera periodista ciudadana que sufre las iras de las autoridades, empecinadas en mantener la hegemonía sobre el discurso oficial de lo ocurrido aquellos días en la zona cero de la pandemia. Uno de los casos más conocidos es el caso de Li Zehua, un bloguero que subía todo lo que veía y grababa en Wuhan a su canal de Youtube. Sus emisiones terminaron tras ser detenido en su apartamento el 26 de febrero. No se supo nada más de él hasta mayo, cuando reapareció en un vídeo explicando que la Policía le obligó a hacer cuarentena en un piso vigilado y que, tras soltarlo en marzo, tuvo que regresar a su pueblo natal con su familia.

Peor suerte corrió Chen Qiushi, otro antiguo abogado que ya se hizo famoso el año pasado por sus vídeos criticando la actuación de la policía durante las manifestaciones de Hong Kong. Tras desaparecer de Wuhan sin dejar rastro hace meses, un amigo cercano aseguró en septiembre que el joven está detenido “bajo vigilancia supervisada en una residencia designada” en Qingdao, en la provincia orietal de Shandong.

También se le perdió la pista a Fang Bin, un comerciante de Wuhan que en enero comenzó a publicar vídeos sobre lo que pasaba en la ciudad, como uno en el que se aprecian varios cadáveres en sacos dentro de una furgoneta aparcada en un hospital u otro de pacientes tirados por el suelo de un centro hospitalario. Acusado de difundir “noticias falsas”, desapareció definitivamente el 9 de febrero. Desde entonces no se sabe nada de él.