Reino Unido

Los “tories” euroescépticos, el otro frente al que tiene que convencer Johnson

Los “brexiters” pueden tumbar cualquier compromiso con la UE que sea visto como una cesión de la sacrosanta soberanía

El "premier" Boris Johnson en la Cámara de los Comunes
El "premier" Boris Johnson en la Cámara de los ComunesJESSICA TAYLOREFE

La palabra clave del mundo Brexit siempre ha sido solo una: soberanía. Esta es la gran línea roja para los euroescépticos. Cuando se firmó el divorcio, se recuperó la soberanía. El problema es que para alcanzar ahora cualquier tipo de pacto comercial, aunque sea de mínimos, debe haber algún tipo de cesión. Y ésta es la compleja ecuación a la que se enfrenta ahora Boris Johnson. El “premier” insiste en que quiere cerrar un convenio que evite cuotas y aranceles con la UE. Pero no está dispuesto a “pagar cualquier precio”. Por lo tanto, el fantasma del Brexit duro económico aún no ha desaparecido por completo.

El hecho de que Londres y Bruselas hayan llegado a un consenso para poder aplicar el Protocolo de Irlanda (clave del Acuerdo de Retirada firmado el año pasado) se interpretó, en un principio, como un gesto de acercamiento ante la cena de hoy entres Johnson y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Pero los analistas no acaban de dar por sentado una fumata blanca. Al comprometerse ahora a cumplir el Protocolo de Irlanda, ¿Johnson realmente ha eliminado una gran barrera para conseguir el acuerdo comercial? ¿O se ha limitado a zanjar el gran problema con la frontera que se le plantearía si abandona el bloque sin pacto? Los dos escenarios siguen siendo aún posibles.

Con el objetivo de evitar una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, se pactó dejar a la provincia británica dentro de la unión aduanera de Reino Unido, pero al mismo tiempo alineada también a la unión aduanera de la UE. Para determinar cómo llevar esto a la práctica, se creó un Comité Conjunto que finalmente ha llegado a un “acuerdo de principios” para que dicho protocolo esté “completamente operativo” el próximo 1 de enero.

Londres y Bruselas han acordado que el 90% de las mercancías que cruzan el Mar de Irlanda no estarán sujetas a ningún arancel de la UE en caso de un Brexit sin acuerdo. Algunos productos animales y cárnicos estarán sujetos a aranceles si se considera que están “en riesgo” de venderse en la República de Irlanda, que es parte del bloque. Pero las tarifas serán reembolsadas si la mercancía permanece en la provincia británica de Irlanda del Norte.

La UE también acordó retirar las propuestas que le hubieran permitido oponerse a que las empresas europeas con presencia en Irlanda del Norte recibieran ayudas estatales. A cambio, Reino Unido acordó que los inspectores fronterizos de la UE podrán tener una “presencia permanente” en Irlanda del Norte con derecho a inspeccionar las mercancías que cruzan el Mar de Irlanda sin previo aviso o permiso.

Una fuente del Gobierno de Reino Unido dijo a “The Telegrapah”: “La UE buscaba una ‘mini embajada’. Pero no será así. La UE tiene el derecho bajo el Protocolo de supervisar los procesos llevados a cabo por las autoridades de Reino Unido, que por supuesto apoyaremos, pero no habrá mini-embajada. No habrá edificio con bandera o placa de bronce”.

Con todo, a los unionistas norirlandeses del DUP no les ha hecho gracia el resultado final. Y por su parte el núcleo duro de los “tories” euroescépticos ya ha advertido a Johnson que si da un paso en falso su carrera está acabada. Por lo tanto, todas las posibilidades siguen aún encima de la mesa.