Proyecto de ley

El Congreso argentino aprueba la ley del aborto de Alberto Fernández

Tras 20 horas de debate, los diputados dan luz verde al texto antes de pasar al Senado, que ya tumbó una iniciativa similar en 2018

Celebraciones este viernes en Buenos Aires después de que la Cámara de Diputados de Argentina aprobara esta mañana un proyecto de ley que permite acceder libre y legalmente al aborto hasta la semana 14 de gestación
Celebraciones este viernes en Buenos Aires después de que la Cámara de Diputados de Argentina aprobara esta mañana un proyecto de ley que permite acceder libre y legalmente al aborto hasta la semana 14 de gestaciónJuan Ignacio RoncoroniEFE

Ya solo quedan cenizas de las celebraciones frente al Congreso, uno de los más grandes del mundo. Frente a esa escultura de la cuadriga que se erige victoriosa sobre la terraza, o esas cúpulas que brillan en la noche, iluminadas y verdosas, se han discutido múltiples leyes.

La Cámara de Diputados aprobó ayer la legalización del aborto en Argentina, pero el proyecto aún debe someterse a la votación del Senado, instancia que hace dos años rechazó una iniciativa similar.

La aprobación fue recibida con un estallido de alegría por miles de jóvenes de pañuelo verde, emblema de la campaña a favor de la legalización del aborto, que pasaron toda la noche en las afueras del Congreso, en Buenos Aires, a la espera de la votación en este país de mayoría católica y cuna del Papa Francisco.

El proyecto de ley, que permitirá el aborto hasta la semana 14 de gestación, tuvo 131 votos a favor, 117 en contra y seis abstenciones, informó la secretaría de la Cámara de Diputados al cabo de una sesión de 20 horas. Se espera que el Senado lo debata antes de fin de año.

Al ritmo de los bombos y en clima festivo, miles y miles de mujeres de pañuelo verde hicieron vigilia en los alrededores del Congreso. Separadas por una valla, manifestantes del pañuelo celeste, que se oponen a la iniciativa, también aguardaron el resultado de la votación, que recibieron con frustración.

Ayer todavía deambulaban mujeres que portaban esos brazaletes verdes que, en realidad, son un símbolo que alcanza mucho más que la ley del aborto. Mariella, de 21 años, nos comenta que «la ley de aborto es una de muchas demandas que tenemos, somos feministas, estamos también contra la violencia de genero en un país donde mueren 350 mujeres al año asesinadas, queremos reivindicarnos y alcanzar derechos marchitos que nuestras madres no pudieron abrazar. Mariella se refiere al movimiento «NIUNAMENOS», que con los mismos colores y banderas, denuncian el feminicidio.

La legalización del aborto se discutió por primera vez en el Parlamento argentino en 2018, durante el Gobierno del liberal Mauricio Macri, cuando fue aprobada por los diputados, pero rechazada en el Senado en medio de enormes movilizaciones.

Este año, la iniciativa de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) fue presentada por el presidente peronista Alberto Fernández para «garantizar que todas las mujeres accedan al derecho a la salud integral».

«El aborto es legal en países del primer mundo y otros desarrollados y con fuerte religiosidad, como Italia, España e Irlanda. Ahora avanzamos en Argentina. Si fuera un problema masculino, habría sido resuelto hace mucho tiempo», asegura el ministro de Salud, Ginés González García.

En la sesión, la diputada Ana Carolina Gaillard, del oficialista Frente de Todos, enfatizó que «el debate no es sobre aborto sí o aborto no, sino sobre aborto seguro o aborto inseguro», al evocar las muertes que se derivan de las interrupciones clandestinas del embarazo, unas 3.000 desde 1983, según el presidente Fernández. «Soy católico, pero tengo que legislar para todos. Es un tema de salud pública muy serio», declaró.

De hecho, analistas de salud calculan que se practican entre 370.000 y 520.000 abortos clandestinos anuales en Argentina, con 39.000 internaciones cada año en centros de salud pública, según estadísticas ofiiciales. Es el principal argumento de los «pro».

«Creemos que las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo. Es importante que el Estado nos proteja. Que sepan los legisladores que votan en contra que cargarán en sus manos la sangre de las mujeres que mueran por abortos clandestinos», dice Melisa Ramos, de 21 años, también frente al Congreso. «¡Aborto legal ya, gratuito y en el hospital!», se leía en pancartas.

Del otro lado de las vallas, se manifestaron las «celestes» bajo la consigna «¡Salvemos las dos vidas!». Exhibían muñecos que representaban bebés con sangre.

Una excepción en Iberoamérica

En Argentina, el aborto solo se permite en caso de violación o peligro de vida para la mujer desde 1921. Si el Senado aprueba el aborto legal, el país austral se sumará a Cuba, Uruguay y Guyana como países que lo permiten en América Latina. También es legal en Ciudad de México.

Para doblegar a voces discordantes, el oficialismo ha desplegado gestos políticos tendientes a sumar votos. El principal fue enviar otro proyecto de ley, el Plan de los 1.000 Días, destinado a apoyar económica y sanitariamente a mujeres desde el embarazo y a sus hijos en los primeros años de vida. «Una de cal y otra de arena», dice el peronismo.

El proyecto para la legalización del aborto prevé entre otras cosas la objeción de conciencia individual y también la de un establecimiento de salud si todos sus médicos hagan objeción. Pero tendrán obligación de derivar a la paciente para su atención en otro centro hospitalario.

En un proyecto peronista impulsado esta vez sí, por el presidente Alberto Fernández. La vicepresidenta Cristina Kirchner siempre se declaró en contra, pero en el anterior proyecto votó a favor porque dijo que su hija Florencia, la convenció al respecto. Hoy guarda silencio.

Cambiamos de escenario, la catedral, Plaza de Mayo frente la imponente Casa Rosada, donde Evita defendió los derechos de las mujeres hasta la saciedad y donde hace días, Maradona cumplió su velatorio. Pero ahí también se encuentra la sede de la Iglesia. Es primavera pero el calor ya avecina un verano duro. Las fuentes refrescan y las palomas inundan la postal.

Por momentos la Catedral se encuentra vacía. Alguna persona que se arrodillan y se confiesan susurrando. Cuesta encontrar alguien que te hable. En la Iglesia se descontaba que el proyecto de legalización del aborto iba a ser aprobado en la Cámara de Diputados. Ya había ocurrido en 2018 y ahora, siendo un proyecto de Fernández, más todavía. Solo quedaba esperar un milagro.

Por eso, desde que la iniciativa legal fue enviada al Parlamento, los obispos vienen manteniendo discretos contactos con senadores, especialmente del oficialismo, en procura de volver a lograr su rechazo, seguramente más ajustado que hace dos años. Ellos cuando cuelgan las sotanas y se enfundan el traje tiene un fuerte “lobby” en Buenos Aires.

Además critican el oportunismo en un 2020 que se acaba con pandemia y más de 40.000 muertos, un sistema sanitario exigido y una crisis económica que la cuarentena agravó.  Defienden que hay problemas más acuciantes.

El propio Papa intervino directamente en el debate con una carta de respuesta a otras de mujeres de barrios populares –conocidas como villas miseria- de la zona metropolitana en la que le manifestaban su oposición a la legalización del aborto para desacreditar el argumento de que ellas son las que más demandan su aprobación porque son las principales víctimas de la ilegalidad.

Francisco las felicitó, les dijo que no es una cuestión religiosa y que es moralmente inaceptable eliminar una vida para resolver un problema. La iglesia es la que más está haciendo en tiempos de peste, por la gente en estas barriadas. Ahora la batalla se libra en Senado.