Pandemia
Los supermercados de Reino Unido comienzan a racionar los productos frescos
Todo el país permanecerá confinado a partir del 26 por la nueva cepa del virus que se contagia más rápido entre los niños. Crece el desabastecimiento ante el acaparamiento de la población y el cierre de la frontera durante 48 horas
«Comienza a parecer Navidad» es una de las canciones que más se escucha en Reino Unido por estas fechas. Pero no este año. Las calles de Londres están desiertas, los comercios cerrados, las reuniones familiares canceladas y las colas para comprar productos básicos se extienden cada día a las entradas de los supermercados ante el miedo a los problemas de abastecimiento.
La pandemia de coronavirus impone este año circunstancias excepcionales a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, en el caso de los británicos, la situación es todavía más extrema tras detectarse una nueva variante del virus que se propaga un 71% más rápido. Más de 17 millones de ciudadanos de Londres y gran parte del sureste de Inglaterra están en el nivel máximo de las restricciones sociales.
El «premier», Boris Johnson, está bajo gran presión para ampliar las medidas a la totalidad de Inglaterra, después de que Patrick Vallance, asesor científico del Gobierno, haya explicado que la nueva cepa se ha extendido ya por todo el país.
Downing Street solo tiene competencias sanitarias para Inglaterra. Las autoridades de Gales ya han impuesto un nuevo confinamiento y tanto Escocia como Irlanda del Norte seguirán los pasos a partir del día 26 de diciembre, cuando comenzará un nuevo encierro de seis semanas. Aunque Edimburgo se está planteando adelantarlo. Por lo tanto, se puede decir que prácticamente la totalidad de Reino Unido está ya confinada o a punto de estarlo.
Según los últimos datos del martes, se registró un nuevo récord de 36.804 casos y 691 muertes, lo que eleva la cifra total de fallecidos a 68.307 desde el comienzo de la pandemia.
Los expertos del llamado grupo asesor de Amenazas de Nuevos y Emergentes Virus (Nervtag, en inglés) están investigando si la nueva variante del coronavirus se extiende más fácilmente entre los niños, aunque no hay evidencias de que esta cepa, hallada por primera vez en septiembre en el condado inglés de Kent, sea más letal o suponga un problema de salud para los menores.
De confirmarse, esto explicaría el importante incremento de los casos en Inglaterra, añaden los expertos. «Si fuese cierto, entonces esto podría explicar la significativa proporción, incluso la mayoría, del aumento de la transmisión», dijo Neil Ferguson, miembro del Nervtag.
Por su parte, Wendy Barclay, integrante del Nervtag y del Imperial College de Londres, señaló que es posible que los niños sean igual de susceptibles al virus que los adultos y, dado que interactúan mucho entre ellos, «uno espera ver más niños infectados».
Hasta ahora, los científicos del Gobierno habían insistido en que el coronavirus no tiene mayor efecto en los escolares, pero, si la nueva cepa es susceptible en los menores, tendría un impacto a la hora de decidir si reabren las escuelas a partir de enero en el Reino Unido.
El Gobierno insiste en que es prioritario que los colegios permanezcan abiertos, pero el Ministerio de Educación ya adelantó ayer que los alumnos de secundaria no volverán todos juntos en enero a las aulas, sino que será escalonado.
La nueva variante del coronavirus ha llevado a más de 50 países, entre ellos España, a imponer un bloqueo con el suelo británico para evitar la extensión. Pero sin duda alguna, las medidas que más afectan son las impuestas por Francia, ya que han obligado a cerrar el puerto de Dover, la principal conexión de Reino Unido con el Canal de la Mancha, por el que cada día por Navidad pasa una media de 12.000 camiones.
Al cierre de esta edición, más de 3.000 camioneros –muchos de ellos españoles– seguían atrapados en la carretera desde el pasado domingo. Denuncian que las autoridades no han dispuesto ni sanitarios ni agua para las largas horas de espera.
Finalmente, Francia reabrió esta medianoche las fronteras con Reino Unido al tránsito de ciudadanos, aunque exigirá un test negativo contra el coronavirus, PCR o de antígenos sensibles a la nueva cepa. La medida, que estará vigente al menos hasta el 6 de enero, permitirá utilizar la mayor frontera europea de Reino Unido a ciudadanos franceses o residentes en Francia, personas en tránsito, transportistas y personal relacionado con el tráfico de mercancías.
A cuatro horas de que expirara el plazo de 48 horas y después de que Bruselas se pronunciara en favor de reabrir esa frontera, el Gobierno galo estableció las reglas, que pasan por imponer test obligatorios.
Previamente, La ministra del Interior británica, Priti Patel, explicó que Londres y París «están intentando encontrar una solución lo antes posible». Johnson y el presidente francés Emmanuel Macron hablaron el lunes también por teléfono. El Gobierno británico ya se había ofrecido a realizar test masivos de covid-19 a los camioneros para poder desbloquear la situación.
En principio, las restricciones de emergencia de mercancías de Francia duraban hasta este miércoles. Los supermercados ya han advertido de que si la situación se extiende más allá, para finales de esta semana comenzará ya a haber problemas de abastecimiento de productos frescos. Desde que comenzaron las restricciones, los ciudadanos protagonizan cada día largas colas para comprar productos básicos. La cadena Tesco anunció ayer que ha impuesto limitaciones para artículos como huevos, leche, arroz o papel higiénico.
La situación representa un anticipo de lo que podría ocurrir en caso del temido Brexit económico duro, un escenario que se podría materializar la próxima semana. El 31 de diciembre, Reino Unido sale ya a efectos prácticos de la UE y Londres y Bruselas siguen sin cerrar un acuerdo comercial que evite cuotas y aranceles. Johnson y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, mantuvieron una conversación telefónica el lunes. Pero la pesca sigue siendo el principal escollo para acercar posturas. Se trata de un sector que apenas representa el 0,1% del PIB británico, pero su importancia política es totémica, ya que recuperar el control de las aguas fue una de las grandes promesas de la causa euroescéptica durante el referéndum sobre la permanencia del país en la UE en junio de 2016.
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