El palacio de la discordia

El oligarca y amigo de Putin: «El palacio es mío»

Un empresario ruso y compañero de judo del mandatario reconoce ahora que la mansión más cara del mundo sería de él y no del presidente de Rusia

Arkady Rotenberg junto a Vladimir Putin en una foto de archivo
Arkady Rotenberg junto a Vladimir Putin en una foto de archivoAlexander NemenovAP

El empresario ruso Arkady Rotenberg declaró este sábado que él es propietario de un enorme palacio en el sur de Rusia que Alexéi Navalni, crítico del Kremlin y ahora en prisión, ha relacionado con el presidente Vladimir Putin.

Navalni y su fundación anticorrupción han publicado un vídeo en el que alegan que la opulenta mansión pertenecía al líder ruso. El vídeo ha sido visto por más de 103 millones de veces.

El equipo de Navalni detalló que el palacio en el Mar Negro, de 17.691 metros cuadrados y con once habitaciones habría costado más de 1.100 millones de euros y fue entregado al presidente Putin como un soborno.

Rotenberg, antiguo compañero de judo de Putin, vendió su participación en la empresa de construcción de gasoductos Stroygazmontazh en 2019 por una suma que el diario económico RBC cifró en unos 75.000 millones de rublos (920 millones de euros).

“Ahora ya no será un secreto, yo soy el beneficiario”, dijo Rotenberg en un vídeo publicado por el canal Mash en Telegram. “Fue una transacción bastante complicada, había muchos acreedores, y conseguí ser el beneficiario”.

No dio más detalles financieros de la compra ni cómo se había financiado su posesión. Vladimir Putin ya ha negado la propiedad del palacio.

Alexéi Navalni está en prisión desde el 17 de enero por supuesta violación de la libertad condicional que, según él, fue inventada, y podría enfrentarse a años de cárcel. El líder opositor ruso fue detenido tras volar de vuelta a Moscú desde Alemania, donde se estaba recuperando de un envenenamiento con un agente nervioso el pasado agosto.

Rotenberg fue uno de los funcionarios y empresarios rusos incluidos en la lista negra de Estados Unidos y otras potencias occidentales tras la anexión de Crimea por parte de Rusia en marzo de 2014.