Paramédicos atienden a un joven judío tiroteado en Lod

Ecos de guerra civil en Israel

Ultras judíos y árabes desatan el terror en las localidades donde hasta ahora ambas comunidades convivían en armonía. El linchamiento en directo a un taxista árabe en Bat Yam por una turba de judíos hace saltar las alarmas

«Amigos, hay poca presencia policial en Yaffo. ¡Tenemos la oportunidad de entrar en sus casas y acuchillarlos! Antes, golpead la puerta para aseguraros que no son judíos. No nos decepcionéis, buena suerte». Éste era el escalofriante mensaje que hizo circular en la noche del miércoles el grupo extremista judío «La Familia» –ultras racistas del equipo Beitar Jerusalén–, en la peor noche de violencia entre residentes árabes y judíos de ciudades mixtas de Israel. Todo presagiaba un incremento de la violencia étnica: grupos en Whatsap y Telegram llamaban a la movilización de jóvenes judíos. Y con instrucciones claras: «Vestir de negro, caras tapadas para evitar identificaciones, no grabar nada, y preparar puños y gas pimienta. Evitad cuchillos y demás».

La cúspide de este imprevisto estallido civil en Israel llegó en la noche del miércoles, cuando en la costera Bat Yam, al sur de Tel Aviv, una turba de jóvenes judíos identificó a un conductor árabe, lo sacaron del vehículo, y lo lincharon en pleno directo televisivo, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo. Horas antes, un judío fue linchado en la ciudad de Akko. «Una multitud árabe, gritando ¡Alá es grande!, apedrearon un coche y lincharon al hombre. Un tipo exclamó: ‘¡Os degollaremos, judíos!’», explicó el joven Elroy Jano.

En Lod, anteayer se decretó el toque de queda durante la noche ante la sospecha de que llegarían colonos radicales armados desde Cisjordania. El martes, bandas callejeras árabes sembraron el terror: quemaron tres sinagogas, una academia militar y decenas de vehículos. Vecinos judíos expresaron temor por sus vidas, con disparos y cócteles molotov lanzados a sus casas. Esta noche, además de extenderse el estado de emergencia, se prohibió el acceso a la localidad a foráneos.

«Estamos viendo una completa pérdida del control. Netanyahu nos llevó a la anarquía. Alborotadores judíos y árabes se declararon la guerra, y no hay respuesta. No hay Gobierno, ni Policía, ni liderazgo», tuiteaba el centrista Yair Lapid en medio del caos.

Las pantallas de los directos televisivos, con conexiones en todo el territorio, eran escalofriantes. Un hotel de propiedad judía incendiado en Akko; bandas judías clamando «¡muerte a los árabes!» en pleno corazón de Haifa (símbolo de convivencia pacífica durante décadas); un acuchillamiento a un palestino en el mercado «Mahane Yehuda» de Jerusalén; un judío acuchillado en el mercado de Lod; alborotadores árabes liándose a tiros con la policía militar; dos vehículos policiales ardiendo en Kfar Kassem; jóvenes palestinos golpeando a un judío ultraortodoxo junto a la Puerta de Damasco…

«Estamos en tiempo de emergencia. Por ello, es necesaria más fuerza sobre el terreno», dijo el ministro de Defensa, Benny Gantz., al ordenar un refuerzo de diez unidades de la Guardia Fronteriza en ciudades mixtas. La noche anterior, el «premier» insinuó la posibilidad de desplegar al ejército en las calles del país. Gantz se reunió de urgencia con alcaldes de 30 localidades árabes para «intentar rebajar la tensión, y detener el incitamiento y la agitación que está desintegrando por dentro a la sociedad israelí». Múltiples voces también acusaron al liderazgo político árabe de estar «desaparecido».

“¿Cómo es posible que gente que vive puerta a puerta, que comparte escuelas y comunidades, se despierte un día y se maten unos a otros?”, se preguntaba la analista israelí Daliah Scheindlin. En su opinión, “no es algo que ocurre un día de repente. Enseñar y cultivar el odio étnico lleva tiempo. Y hace años que en Israel el liderazgo, que debería servir a sus ciudadanos, se ha dedicado a esparcir el odio”.

Tras mencionar las incontables campañas electorales de la derecha basadas en la incitación contra los residentes árabes de Israel, anotó que “Netanyahu ha tolerado y promovido el renacimiento del kahanismo [supremacismo judío] en la política israelí”.

El periodista Muhamad Magadli quiso aportar luz entre tanta oscuridad. Adjuntó una foto de un judío herido, abrazado a un árabe: “conozcan a Jamal Amara, de Kfar Kana, que rescató a Reuven Nehuria de intento de linchamiento por parte de jóvenes del pueblo. Todavía hay esperanza”. Durante la tarde de ayer, se expandieron convocatorias pro convivencia en decenas de plazas y cruces por todo Israel. Pero al cierre de esta edición, tres residentes judíos y un soldado fueron tiroteados por árabes en Lod, y un soldado israelí quedó herido crítico tras ser linchado por árabes en Yaffo.