Terrorismo
El Estado Islámico anuncia que, tras su éxito en el Sahel, va a extender el cobro del “impuesto revolucionario”
Pretende transmitir que está logrando reconstruir el “califato” perdido en Siria e Irak
El Estado Islámico (Daesh, Isis), tras la derrota militar de su “califato” en marzo de 2019, con la caída de su último enclave en Siria, ha intentado buscar nuevos territorios en los que pudiera moverse con facilidad, asentar sus “aparatos”, campamentos de entrenamiento, etcétera. Consolidar “zonas de confort”. Sus cabecillas pusieron los ojos en el Sahel africano.
La debilidad operativa de las tropas de los países de la zona, la singularidad del terreno, eran, en opinión de los terroristas, factores a tener en cuenta. La actividad criminal desplegada desde entonces demuestra que han llevado esta estrategia hasta sus últimas consecuencias.
Los yihadistas, en su boletín “oficial” de esta semana, el 288 de “Naba”, publican un informe sobre la operatividad que han conseguido en la zona para el cobro del “zakat”, tradicional limosna del mundo musulmán que , en manos de los terroristas, se convierte en una especie de “impuesto revolucionario”, con el que se chantajea a los ricos (el que no paga ya sabe a lo que se expone) para, supuestamente, distribuirlo entre los pobres.
Con esta publicación, Isis pretende transmitir que parte de la recuperación de la operatividad perdida se ha logrado, hasta el punto de que quienes tienen que pagar lo hacen gustosamente, y el dinero se distribuye entre los necesitados. Todo ello, sin que las tropas que les combaten hayan podido evitarlo.
En el texto publicado, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, se señala, que el “Diwan al-Zakat” (una especie de departamento de tesorería) en África Occidental, está logrando sus propósitos y que los llamados a pagar reciben a los terroristas “incluso con honores”. Es su particular forma de luchar contra el sistema capitalista y redistribuir la riqueza. “El Estado Islámico ha establecido el pilar del zakat y su cobro se lo ha encomendado al Diwan al-Zakat que se establece en cada región de la tierra”.
En África Occidental, según los yihadistas, es donde han logrado consolidar este sistema de chantaje pese a la acción de los “los ejércitos de la incredulidad en Nigeria, Níger, Chad y Camerún y sus milicias apóstatas”.
Aportan cifras de lo recaudado, en especial durante el mes del Ramadán, y aseguran que, a los ricos, al pedirles el dinero, les señalan la conveniencia de cumplir “la ley de Dios” (se entiende que con las armas en la mano) ya que es el propio Alá el que les ha ordenado que cobren. A los terroristas les vale todo, dinero, ganado, cereales, que, según ellos, distribuyen entre los pobres, otra cosa es que se lo queden para las necesidades de sus partidas.
Reconocen que a veces topan con “tacaños”, aunque no especifican lo que les ocurre a estas personas. Dado el éxito cosechado, Daesh anuncia que va a establecer “diwans”, oficinas de recaudación, en las distintas “wilayas” (franquicias) con el fin de socorrer a los “pobres musulmanes”.
El “zakat” es uno de los cinco pilares del Islam, que se cobra sólo a los musulmanes con el fin de socorrer a los más necesitados, frente a la jizya, que deben pagar los de otras religiones que viven en estados de carácter islámico.
Daesh hizo durante el “califato” una interpretación “sui géneris” de estos “preceptos” y cobraba el dinero y los bienes a sangre y fuego, lo que, en cualquier caso, no garantizaba la vida del pagador. Un chantaje que en el texto publicado esta semana disfrazan, como hacen habitualmente, con el asunto de la religión y de los mandatos divinos, algo que, por la experiencia acumulada, nadie se cree.
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