Elecciones

Un Perú dividido vota con la máxima incertidumbre

Los sondeos arrojan un empate técnico virtual entre la conservadora Keiko Fujimori y el izquierdista Pedro Castillo

Una mujer aymara emite su voto en un colegio en la localidad de Plateria, en el departamento de Puno (Perú)
Una mujer aymara emite su voto en un colegio en la localidad de Plateria, en el departamento de Puno (Perú)Uriel MontufarEFE

Lima amaneció con su habitual cielo gris, pero la jornada del domingo era especial para la capital y para todo el Perú. 25 millones de electores estaban llamados a las urnas para elegir al próximo presidente de la República.

Después de años de corrupción e inestabilidad, que se han llevado por delante a tres presidentes desde 2016, los peruanos debían elegir entre Keiko Fujimori, la polémica heredera del clan que ha marcado la historia reciente de Perú, y Pedro Castillo, un sindicalista de la educación de orientación marxista del que se teme que repita aquí los errores del chavismo. La movilización fue total en un país en el que el voto es obligatorio y que ha vivido una de sus campañas más tensas de los últimos años.

Castillo, casi un total desconocido hasta que resultó el candidato más votado en la primera vuelta, ha aparecido siempre con ventaja en las encuestas, pero en los últimos días las diferencias se han acortado hasta arrojar un empate técnico.

Acusaciones de fraude

La igualdad y la polarización son tales que en las redes sociales han proliferado las denuncias de posible fraude y simpatizantes de uno y otro bando coquetean con la idea de no reconocer el resultado. Las Fuerzas Armadas se vieron obligadas a emitir un comunicado descartando cualquier intervención para determinar el desenlace del pulso electoral.

Keiko Fujimori recibió la jornada con un desayuno con mujeres de la comunidad de San Juan de Lurigancho, una de las enormes bolsas de pobreza que rodean la ciudad de Lima. La candidata ha intentado rebajar el tono en los últimos días, después de una campaña basada en descalificar a su rival por sus supuestos vínculos con el terrorismo de Sendero Luminoso y su programa de izquierdas, inviable y dañino para los fujimoristas.

Antes de degustar el tamal que le sirvieron, Fujimori llamó a su rival a “la reconciliación y la unidad” sea cual sea el veredicto de las urnas. Acompañada de los otros miembros del clan Fujimori, su hermano Kenji, su hermana Sachi y su marido, Keiko elogió el papel de la mujer peruana, consciente de los recientes traspiés de su rival ante este importante sector de electorado.

Castillo tuvo que rectificar esta semana después de afirmar que los feminicidios que ocurren en Perú son resultado de la “ociosidad” provocada por las políticas del Estado.

Agónico recuento

Al cierre de está edición no se habían reportado incidentes relevantes y la jornada discurría con normalidad, pero con la máxima emoción. No se esperaban los primeros resultados hasta la última hora de la tarde y lo ajustado del recuento puede hacer que la decisión sobre el ganador se demore varios días.

Ambos candidatos anunciaron su intención de respetar el resultado, pero habrá que ver la verdadera solidez de esas promesas si se da un escrutinio tan apretado como el que auguraban las encuestas.

El desayuno de los candidatos el día de la votación es una tradición en Perú. Castillo tuvo el suyo en su casa de la pequeña localidad de Chugur, en el departamento de Cajamarca, al norte del país.

De allí tenía previsto trasladarse a Lima para seguir el recuento. La campaña de Castillo ha insistido en presentarse como alternativa al pasado de corrupción que, a su juicio, representa el fujimorismo.

La Fiscalía pide para Keiko Fujimori 30 años de cárcel por un presunto delito de financiación ilegal de su partido con fondos de la constructora brasileña Odebrecht y su padre, Alberto Fujimori, presidente entre 1990 y 2000, sigue en una prisión de máxima seguridad condenado por corrupción y ordenar las matanzas de estudiantes de izquierda y sospechosos de pertenecer a Sendero Luminoso.

Pero los últimos sondeos indican que Castillo no ha logrado tranquilizar del todo a los votantes que temen que él y su partido Perú Libre, que se declara marxista-leninista, convertirán a Perú en una nueva Venezuela al apostar por una política de nacionalizaciones que espantará las inversiones que han convertido a la peruana en una de las economías más dinámicas de América Latina en los últimos años.

Además, la falta de coordinación en sus filas se ha hecho evidente en los últimos días de campaña, con declaraciones discordantes que han convencido a muchos de que, más que sus posibles planes comunistas ocultos, el principal peligro de un Castillo presidente sería su falta de preparación y de un plan de gobierno coherente.