Asentamientos

Israel acuerda el desalojo del nuevo asentamiento de Eviatar

Los colonos del sur de Nablús aceptan su salida voluntaria tras varios episodios de violencia árabe-judía, pero confían en regresar de nuevo. Bennet y el ministro de defensa, Benny Gantz, avanzaron un acuerdo que estipula que abandonarán sus casas, pero no serán demolidas

Naftali Bennett, Israeli parliament member from the Yamina party, gestures as he gives a statement at the Knesset, Israel's parliament, in Jerusalem, June 6, 2021. Menahem Kahana/Pool via REUTERS
Naftali Bennett, Israeli parliament member from the Yamina party, gestures as he gives a statement at the Knesset, Israel's parliament, in Jerusalem, June 6, 2021. Menahem Kahana/Pool via REUTERSPOOLREUTERS

Para los fundadores de Eviatar, una nueva colonia judía en Cisjordania considerada ilegal incluso por la ley israelí, la orden de desalojo (parcial) que entró en vigor este viernes fue concebida como una victoria agridulce.

Federico Pipman, que vive en la zona y está conectado a la “juventud de las colinas” –como se conoce a los jóvenes extremistas que fundan nuevas comunidades-, contó a LA RAZÓN que desde las decisiones eminentemente pro israelíes del ex presidente norteamericano Donald Trump, “el movimiento de los colonos redobló la presión para seguir expandiéndose”. Constantemente brotan nuevas avanzadillas ilegales –se cuentan unas 130 en Cisjordania-, y ahora aprovecharon el desconcierto en el traspaso de poder en Israel para impulsar “bajo el radar” Eviatar, al sur de Nablus. El asesinato del joven judío Yehuda Guetta en mayo, abatido por un pistolero palestino, fue la coartada simbólica para impulsar nuevamente su desarrollo. Ya lo habían intentado en el pasado tres veces, y ha sido nombrado en honor a Evyatar Borowski, otro judío muerto a puñaladas por un palestino en 2013.

El primer ministro israelí, Naftali Bennet –que lideró el “lobby” de los colonos-, quería evitar una evacuación forzosa, con la juventud del sionismo religioso enfrentándose a las fuerzas de seguridad. Como de costumbre, los colonos apostaron por consolidar hechos sobre el terreno: 53 familias se mudaron a la colina, y con material de obra pesado levantaron casas e infraestructuras en tiempo record. Pese a la ilegalidad del proyecto, contaron con la protección del ejército israelí, y habitualmente reciben fondos desviados de ministerios públicos para financiar las obras.

En un dictamen sin precedentes en los últimos tiempos, Bennet y el ministro de defensa, Benny Gantz, avanzaron un acuerdo que estipula que los colonos abandonarán sus casas, pero no serán demolidas. Por ahora, se mantendrá una presencia militar permanente, mientras las autoridades evalúan si se puede declarar la zona como “tierras del estado”, lo que supondría su probable legalización de facto. De ocurrir, primero se establecerá una yeshivá (escuela religiosa).

“Lo que siente una pareja joven que construye su casa desde cero es que cumple con la profecía de la Torá, de reunirnos y construir la tierra de Israel. Es un precepto que ya viene de los tiempos de los pioneros, que no eran religiosos”, explicó Pipman, refiriéndose a los nuevos poblados fundados mayormente por sionistas laicos durante la Palestina británica.

“Lo hacen desde un impulso religioso, aunque algunos lo vean político”, reconoce. Cuando construyen las primeras tiendas y estructuras, son conscientes del riesgo de demolición. “Los desalojos son frustrantes, pero hay una ley que se debe respetar, como si fuera la Torá. Nosotros creemos que la tierra es nuestra, pero vivimos en un gobierno democrático. Defiendo la soberanía judía absoluta, y la sensación de que te expulsen no es agradable”, añadió Pipman.

Los lugareños palestinos de Beita, Qabalan y Yatma no comparten sus proclamas. Alegan que Eviatar se ha erigido sobre tierras privadas que les pertenecen. Desde Beita, llevan semanas protestando intensamente la toma de la colina ubicada frente a su pueblo. En la madrugada del viernes, se repitieron los enfrentamientos con tropas israelíes, que respondieron con balas de goma y gases lacrimógenos a los lanzamientos de piedras y cócteles molotov. Los palestinos impulsaron grupos de “confusión nocturna”: queman neumáticos, lanzan fuegos artificiales y apuntan con rayos láser hacia sus nuevos vecinos. Cuatro manifestantes murieron por fuego real del Ejército, y se cuentan al menos cincuenta heridos de bala. Según el fotoperiodista israelí Oren Ziv, presente en los sucesivos disturbios, “estas manifestaciones son mucho más masivas, frecuentes e intensas” que en otras localidades de Cisjordania que protestan contra la ocupación israelí.

Son conscientes que gracias a la “Ley de Regulación” pasada en la Knesset en 2017, Israel puede regularizar colonias levantadas sobre tierras privadas ajenas. Ante ello, muestran resiliencia: “no renunciaremos a nuestra tierra. Los colonos no entendieron con quién están lidiando”, exclamó un joven palestino bajo anonimato. Y consideró: “Sin la ayuda del Ejército, no hubieran aguantado un solo día. Los hubiéramos expulsado”. Destacan que toda la comunidad local está involucrada en las protestas, y cada noche se celebran procesiones con antorchas en dirección a la nueva colonia. “Las marchas nocturnas les molestan”, defienden. Los neumáticos ardiendo generan densos nubarrones de humo irrespirable.

Pipman defiende otra perspectiva. “Exigen al mundo compensaciones económicas o mostrarse como los pobrecitos de la película, pero los asentamientos dan trabajo y servicios para todos los árabes de la zona”, dijo refiriéndose a un complejo industrial que emplea a árabes y judíos. También destacó que son los propios palestinos quienes construyen las viviendas en las colonias.

“Nosotros queremos vivir aquí. Los necesitamos a ellos para trabajar, y ellos a nosotros, porque su economía es débil. Podría ser un win-win”, consideró.

Los colonos de Eviatar alegan que su presencia evitará la contigüidad de las aldeas palestinas vecinas, y conectará las colonias de Tapuaj y Migdalim. El Ejército israelí, por “motivos de seguridad”, bloqueó durante décadas el acceso de los palestinos a sus tierras. Al estar tanto tiempo sin cultivarse, todo está de cara para que sean catalogadas como tierras estatales. Desde la Casa Blanca alertaron: “Hay que evitar pasos unilaterales que fomenten la tensión y lastimen los esfuerzos para una solución de dos estados negociada. Esto incluye levantar colonias que son ilegales, incluso según la ley israelí”. Desde el flanco izquierdista del “gobierno del cambio” en Israel, Meretz criticó que el acuerdo firmado con los colonos de Eviatar “viola los principios sobre los cuales se estableció la coalición”. Pero la ministra de interior Ayelet Shaked, de Yamina, lo ve como “un logro significativo” para la tierra de Israel.

Ayer, antes de abandonar el lugar, los colonos levantaron una enorme estrella de David junto al eslogan “volveremos”.