Opinión
El pueblo alzado de Cuba: el principio del fin de un régimen de terror
Roberto Batista, hijo del presidente cubano Fulgencio Batista, asegura que su país está al borde del colapso y que los ciudadanos han perdido el miedo a la opresión
Nada debe sorprendernos cuando se habla de nuestra atormentada Cuba. Aquella que se conoce como la Perla de las Antillas no deja de llorar como lo viene haciendo durante décadas. Y no es de extrañar porque en “illo tempore” fue una nación rica y próspera que pasó a manos inexpertas e ineficaces, las de aquellos gobernantes que sembraron un régimen opresor y lo perpetúan, conduciendo al país hacia un imperdonable abismo.
Ruge Cuba porque la hecatombe infligida no conoce parangón, porque décadas de atosigamiento y esclavitud denuncian a un régimen despiadado cuya única decencia sería renunciar y marcharse.
El país clama un cambio para unirse al conjunto de naciones libres; batalla por sus derechos y libertades y no descansará hasta romper las cadenas que lo esclavizan.
Necesita ahora un proyecto de alternativa de gobierno, justicia y prosperidad, pero no policías en las calles reprimiendo a los oprimidos, ni un presidente llamando a la violencia, conflicto civil que desembocaría en guerra fratricida.
El adoctrinamiento sufrido a lo largo del tiempo no surte efecto. El cubano se siente engañado, reprimido y frustrado en sus necesidades más íntimas. El pasado no le importa, sólo desea mirar hacia el futuro con esperanza.
Aboga por una transición hacia instituciones democráticas. Su implementación preocupa, porque nadie quiere los tanques en la calle. Pero ¿lo permitirán los mandamases en la isla? Ni bondad ni clemencia en estos dictadores, mandatarios que usan el poder para su bien particular y no para el bien común. Saben que están ante un hecho histórico que no tiene vuelta atrás.
Conocen lo que significa para el cubano de a pie esta situación de carencia total agravada por la propagación y auge de la pandemia en territorio patrio. Una historia de apagones, de corte de internet, de sanidad deficitaria. ¡Y con el estómago vacío!
Aquellos paredones de los años sesenta pesan en la memoria de muchos que sufrieron estos rigores. No se podrá borrar el pasado, pero se puede hacer borrón y cuenta nueva al amparo de una constitución que, a imagen de la cubana de 1940 y de la española de 1978, sea la de la concordia. !Que así sea votada por todas las fuerzas políticas hermanadas a tal fin!
Los acontecimientos actuales en la patria hablan de una Cuba en ebullición, de una Cuba que se desmorona, de una isla que está al borde del colapso cuyos ciudadanos han perdido el miedo a la opresión que sufren desde hace más de sesenta años. Estamos ante el principio del fin de un régimen de terror que, por ineficaz y criminal, ha llevado a Cuba a una situación de cochambre, miseria y ruina tanto en lo material como en lo familiar.
Adelante, cubanos, ahí dónde estéis! Que vuestro reclamo de libertad se oiga por doquier! Y que la ayuda internacional no titubee en su empeño de ver una Cuba libre.
Entre todos lograremos la liberación de nuestro país, soberano para la eternidad.
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