Elecciones en Alemania

Olaf Scholz: ¿merkelismo o socialdemocracia?

El candidato del SPD lidera las encuestas para suceder a Angela Merkel al frente de la cancillería

El actual ministro de Finanzas de Alemania y candidato del SPD en las generales Olaf Scholz
El actual ministro de Finanzas de Alemania y candidato del SPD en las generales Olaf ScholzCLEMENS BILAN / POOLEFE

A dos semanas de las elecciones, la socialdemocracia alemana apunta como favorita. Un cambio de guión orquestado principalmente por su candidato Olaz Scholz, cuyo estilo de liderazgo podría parecerse mucho al de Angela Merkel y que da al traste con meses en los que el Partido Socialdemócrata (SPD) había languidecido en las encuestas. Todo cambió hace apenas unas semanas. ¿Una sorpresa? No para Scholz.

En enero ya habló del largo plazo y se refirió a un punto de inflexión que probablemente llegaría en agosto, cuando la gente esté de vuelta de las vacaciones y empiece a pensar sobre el próximo relevo de la canciller. Según Scholz, la respuesta obvia es que los alemanes quieren a alguien como Merkel. A él, dicho con otras palabras. Una actitud sustentada en una confianza férrea, que parecía casi quijotesca frente a las deprimentes encuestas y que sin embargo, ahora le dan la razón.

A su favor, la debilidad de sus contrincantes. Ni el candidato de la canciller, Armin Laschet, ni Annalena Baerbock de Los Verdes cuentan con la seriedad necesaria para el cargo de canciller. En Alemania nadie ha olvidado la risa de Laschet durante su visita a las regiones alemanas devastadas por las inundaciones de este verano ni tampoco las tretas orquestadas por la líder ecologista para embellecer su currículum. Algo, que junto a otros factores, ha aupado la figura de Scholz, de 63 años, casado pero sin hijos.

Pero, ¿quién es y qué hará si se convierte en el próximo canciller? En una reciente entrevista televisada desde su oficina del Ministerio de Finanzas se le ve tranquilo e incluso sirve café a su invitado. Con férreo sosiego, asegura estar “conmovido” por el apoyo que siente adonde quiera que va. “¿No lastima a su ego que muchos lo vean como una copia de Merkel?” Scholz esquiva la pregunta aunque es un símil al que a todas luces está recurriendo. Recientemente apareció en el periódico Süddeutsche Zeitung colocando sus manos, tal y como lo hace Merkel e incluso está usando en campaña los eslóganes que ya usó la canciller.

Y aunque nominalmente pertenecen a diferentes lados del espectro político, es fácil para Scholz venderse a sí mismo como su sucesor natural, ya que Merkel gobernó en coalición con los socialdemócratas y el candidato quiere tomar la misma actitud cautelosa y pragmática. Como Merkel. Ambos se consideran sensatos y disciplinados. Su equilibrio parece ser su mayor similitud. Pero sentarse con Scholz es completamente diferente a sentarse con la canciller. En entornos cercanos, la líder es mucho más animada que Scholz, aunque solo sea por sus rasgos faciales incontrolables. Scholz, por su parte, es casi siempre Scholz. Si jugaran al póquer juntos, no podría perder. Merkel tendría la mano más o menos proyectada en su rostro.

Cuando se trata de establecer políticas, ambos tienen un enfoque más intelectual que emocional. Y, sin embargo, todavía existen grandes diferencias. El marco de referencia histórico de Merkel se sustenta por su propio pasado, su vida en una dictadura socialista, la ruptura provocada por la caída del Muro de Berlín y su sorprendente ascenso en la Alemania reunificada. Por su parte, Schloz apoya esa experiencia en lo aprendido en los libros. Sus referencias no son tan profundas, pero sí más amplias.

Ambos son políticos con carreras experimentadas que casi siempre se muestran confiados, lo que aporta a la ciudadanía una sensación de seguridad. Algo que sabe y a lo que está recurriendo el socialdemócrata en su campaña electoral. “Conmigo en la Cancillería, podrás dormir tan bien como lo hiciste con Merkel”. Además, la experiencia de Scholz va mucho más allá de sentarse en la mesa del gabinete. Durante siete años, fue el alcalde de Hamburgo, una ciudad de 1,8 millones de habitantes que a su llegada acusaba un SPD dividido y desgarrado por una guerra interna. Prometió liderazgo y lo cumplió, recurriendo a veces a la mano dura.

No obstante, según la revista “Der Spiegel”, su estrategia “soy como Merkel” solo podría funcionar con aquellos que opinan que la canciller hizo un buen trabajo; y no todos piensan así. Tampoco pocos eluden que el fracaso más grave del actual gobierno alemán, sus políticas de protección climática inadecuadas, fue culpa de Scholz. Hay más. Como ministro de Hacienda, se benefició de la prosperidad económica alemana, lo que le permitió ser generoso cuando se necesitaban miles de millones de euros para amortiguar el golpe del coronavirus. Pero eso fue más suerte que un logro personal.

En su contra, voces como las que salen desde el partido de Los Verdes que le acusan de encubrimiento y tácticas dilatorias. Todavía muchos piden una explicación sobre cómo se creó el plan fiscal del SPD para la campaña electoral y cómo se financió.

Si es elegido, es probable que rápidamente haga suyo su partido. A estas alturas, al SPD le quedan pocos nombres importantes y sus comités están debilitados. Como canciller, Scholz tendría poder sobre todo lo importante y si llega a ese puesto, es probable que el SPD sea el menor de sus problemas. Pero para convertirse en canciller, su partido tendrá que vencer a los Verdes y lanzarles una oferta más atractiva que la que pueda poner encima de la mesa la conservadora CDU o la que pueda gestarse de una coalición junto con la CDU y los liberales del FDP.

Para la gran mayoría de los Verdes, la prioridad es clara: preferirían un gobierno de coalición con el SPD y el FDP que uno con la CDU y los liberales, o preferirían estar en el gobierno antes que en la oposición. ¿Entonces, podríamos ver a Scholz como canciller? Los Verdes probablemente no se interpondrán en el camino. No obstante, otro problema acecha a la promesa de continuidad.

La democracia se caracteriza por el cambio, la posibilidad de alternativas y en ese sentido los 16 años bajo Merkel fueron malos para Alemania. Scholz perpetuaría esa era. Como canciller, sería una reivindicación de su política profesional incondicional y de los tres candidatos, es sin duda el más profesional y, por tanto, el mejor comparado con los estándares clásicos de la política.