EEUU

Ron DeSantis: el único rival de Trump

La popularidad del gobernador de Florida se dispara y amenaza la candidatura del ex presidente que en su día fue su mentor

Fotografía oficial cedida por la Gobernación de Florida donde aparece su 46 gobernador, Ron DeSantis, mientras posa junto a esposa Casey, en Tallahassee (Estados Unidos).
Fotografía oficial cedida por la Gobernación de Florida donde aparece su 46 gobernador, Ron DeSantis, mientras posa junto a esposa Casey, en Tallahassee (Estados Unidos).Gobernación de FloridaEFE/Gobernación de Florida

Nadie hasta ahora se ha atrevido a ofrecerse como alternativa al expresidente Donald Trump en su más que previsible intento de regresar a la Casa Blanca en 2024. Pero el magnate neoyorquino ya ha identificado al potencial rival más peligroso. Se llama Ron DeSantis, es el gobernador de Florida adorado por las bases republicanas y, según las encuestas, el único político del «Grand Old Party» capaz de discutirle a Trump el favor de los votantes conservadores. Fiel a su estilo intimidador, Trump le mandó un aviso a navegantes en una reciente entrevista en Yahoo News: «Si me enfrentara con él le ganaría, como ganaría a cualquier otro», dijo Trump sobre un hipotético duelo con DeSantis en las primarias republicanas. «Creo que la mayoría se retiraría, creo que él se retiraría», añadió.

La prensa estadounidense interpretó unánimemente las palabras de Trump como una advertencia a un político emergente al que en su día apadrinó. Y es que la de DeSantis con Trump sería la lucha entre el discípulo y su maestro. DeSantis es uno de los más aplicados trumpistas, y gran parte de su éxito se debe a que en 2017 Trump apoyó su candidatura a gobernador de un estado en el que los republicanos tienen uno de sus más fieles nichos de votantes. En uno de sus trinos llenos de mayúsculas, Trump lo describió como «un luchador» y «un brillante joven líder», y le dio su bendición. Desde entonces, DeSantis no se ha desmarcado del libreto marcado por el expresidente, incluso en sus líneas más polémicas, como en su permanente denuncia de un supuesto plan de los medios de comunicación liberales por perjudicarlo, o en su cruzada contra el uso obligatorio de las mascarillas en su Estado.

Con una imagen refrescante por su juventud, DeSantis es visto por muchos como el adalid del trumpismo renovado, por más que el propio magnate se empeñe en recordar que él no ha pedido todavía un sucesor. DeSantis es un populista atípico. Graduado en Leyes por Yale y Harvard, su perfil se aleja mucho del de muchos de sus votantes, movidos sobre todo por su rechazo a unas élites de las que él mismo procede. Pero ha sabido como ganarse a las bases, hasta el punto de que en una encuesta entre simpatizantes republicanos en un acto celebrado en Denver en junio quedó incluso por delante de Trump en las preferencias de los asistentes. Las próximas presidenciales están aún muy lejos, pero Trump ha creído necesario marcar terreno frente al alumno aventajado, que si bien no ha ocultado su sueño de ser algún día presidente, no se ha atrevido aún a desafiar al expresidente en 2024. Hasta entonces, continúa ganando puntos entre sus votantes, aunque sea a costa de sacar de quicio al Gobierno federal de Joe Biden. Frente a las críticas del demócrata a la figura de Cristóbal Colón.

DeSantis ayer declaró su admiración por el descubridor. El republicano también ha optado por la línea laxa en el control sanitario de la pandemia y ha priorizado la vuelta a la normalidad de la economía, llegando incluso a desafiar algunas de las directrices federales. Al comienzo del curso escolar, amenazó con retirar la financiación a las escuelas de Florida que exigieran mascarilla a sus alumnos. Lo mismo hizo con las ciudades que obligaran a llevar protección facial en los edificios públicos.

Al final, la Administración Biden tuvo que llevarlo a los tribunales, y ahí siguen enzarzados el Gobierno federal y el del Estado, lo que le permite a DeSantis presentarse como uno de los pilares de la lucha de la libertad frente a los excesos intervencionistas que atribuye a los demócratas. Son esas las cosas que adoran sus votantes, menos sensibles a los incumplimientos que han denunciado sus detractores. DeSantis llegó al cargo de gobernador con la promesa de salvar los Everglades, el ecosistema pantanoso único que actúa como pulmón verde del sur de Florida, que se halla gravemente amenazado por el cambio climático y la expansión de las zonas urbanas, pero recientemente dio el visto bueno a la construcción de una polémica autopista que se adentrará en la superficie del parque. Conocido por el trato rudo que a menudo dispensa a sus colaboradores, el gobernador es uno de los responsables de la apuesta por la desregulación que ha atraído a Florida a muchas empresas y ciudadanos de rentas altas.

de otros lugares de Estados Unidos. Sin impuesto estatal, el Estado del Sol Radiante se ha convertido en un imán para muchas tecnológicas que abandonaron Silicon Valley entre quejas por el aumento de los impuestos y las trabas a los negocios en la California gobernada por los demócratas. Aunque está contribuyendo a que el precio de la vivienda se dispare, DeSantis ve esto como una oportunidad de generar empleos y la prueba del éxito de su modelo. ¿Querrá replicarlo por todo el país desde la Casa Blanca? Falta mucho hasta 2024, pero Trump ya le ha enseñado los colmillos.