Historia
Ahora en serio: ¿Cristóbal Colón descubrió América?
Repasamos las historias y leyendas sobre marinos que llegaron al continente americano antes que los barcos españoles, procurando formarnos una opinión adecuada sobre esta pregunta
Aquí viene otro texto que participará en la discusión centenaria sobre si Colón descubrió o no descubrió América. Estoy seguro de que si cogiésemos todos los escritos en relación con esta materia, probablemente podríamos hacer una hoguera capaz de calentar durante varios días a todo Madrid. Y todavía quedan muchos 12 de octubre (esperemos) para mantener viva esta hoguera y embotar las ideas y los deseos de los lectores hasta arrancarlos definitivamente de lo que realmente es importante, es decir, cualquier cosa menos una discusión que lleva 500 años dándose y que, si ya no se ha solucionado, probablemente no se vaya a solucionar jamás. Pero me siento obligado, casi empujado por algún tipo de instinto colectivo que atenaza en estas fechas a todos los plumillas de todos los periódicos del mundo, potenciado por el instinto de los viajeros de la Historia que rebatimos también quién fue el primero en hacer esto o aquello, me siento obligado a incluir mi texto en la hoguera de estúpidas teorías y pruebas cuyos únicos testigos se pudrieron hace quinientos años o más.
No vamos a contestar a la pregunta todavía. Probablemente no lleguemos a contestarla a lo largo de este artículo. Estoy seguro de que muchos otros textos se encargarán de inyectar su opinión en los cerebros de los lectores a lo largo del día de hoy, así que, por este lado, el dogmatismo quedará cubierto gracias a los agentes progresistas y conservadores, españolistas y masones, cristianos y ateos, colombinos y amerindios, sabios e idiotas, todos por igual. Me limitaré a desgajar la evidencia que poseemos a día de hoy sobre la mesa y, ojo al dato, permitiré que sea el lector quién forme su propia opinión, rompiendo así una tradición centenaria que renace con furor cada doce de octubre.
Definición de descubrir
La RAE, que es una institución fundada en 1713 y cuyo conocimiento de la lengua española supera, por lógica, a cualquier ser humano cuya existencia se limita a un máximo de un siglo (y que engloba el español hablado en todo el mundo, desde Argentina hasta Filipinas), aporta diferentes definiciones para el verbo descubrir, que son las siguientes:
1. tr. Manifestar, hacer patente.
2. tr. Destapar lo que está tapado o cubierto.
3. tr. Hallar lo que estaba ignorado o escondido, principalmente tierras o mares desconocidos.
4. tr. Registrar o alcanzar a ver.
5. tr. Venir en conocimiento de algo que se ignoraba.
6. prnl. Quitarse de la cabeza el sombrero, la gorra, etc.
7. prnl. Dicho de una persona: Darse a conocer, cuando por alguna razón, vestido, distancia, etc., no había sido reconocida.
Por tanto, a la hora de entrar en materia sobre quién descubrió América, deberíamos considerar las definiciones primera, tercera, cuarta y quinta. Porque América nunca estuvo tapada con una lona (segunda definición), nunca llevó sombrero (sexta) y por supuesto que no es una persona (séptima).
América fue descubierta hace 20.000 años
Diversas hipótesis remarcan que América fue descubierta hace 20.000 años, cuando un heroico grupo de homo sapiens cruzaron el estrecho de Bering durante la última Glaciación, probablemente huyendo de algún enemigo o buscando nuevos territorios donde asentarse. Esta teoría puede aplicarse a la cuarta definición de descubrir, ya que, por lógica, los primeros pobladores de América vieron el suelo que pisaban y por tanto descubrieron América. Solo fue una pena que la Glaciación llegó a su fin pocos años después y todos los humanos que habían cruzado al nuevo continente perdieron radicalmente el contacto con sus primos asiáticos, quedando así aislados del resto del globo durante decenas de miles de años, casi hasta antes de ayer.
Toda la evidencia señala a que los primeros humanos en cruzar el estrecho de Bering descubrieron América, si seguimos la definición estricta de la palabra. La vieron. La pisaron. Probablemente hubo alguno que cruzó, dio media vuelta, regresó a Asia y convenció a algunos de sus parientes para que cruzaran el estrecho con él y se asentaran en estas nuevas tierras vírgenes y heladas. Manifestaron a las tribus del noreste de la actual Rusia que más al este existía una tierra nueva. Luego el hielo se derritió y este valioso conocimiento, a falta de una memoria escrita, se esfumó con el paso de las generaciones hasta desaparecer completamente. Entonces podríamos decir, sin pecar de arriesgados, que ocurrió un primer descubrimiento de América pero que, lamentablemente, este conocimiento se perdió para la inmensa mayoría del mundo, América volvió a ocultarse, dando pie a que nuevamente pudiera “descubrirse” el continente.
América fue descubierta por los náufragos
A lo largo de la Historia no son pocas las leyendas de barcos empujados por las fuertes corrientes del Atlántico y cuyos supervivientes regresaron a Europa para señalar que más allá del fin del mundo se habían encontrado islas, tierra firme, bosques habitados por gigantes.... En definitiva: existen leyendas y registros históricos que hablan de historias relacionadas con América mucho antes del nacimiento de Cristóbal Colón. Allí tenemos la leyenda de Atlantis difundida por Platón y los estudiosos que señalan que Atlantis era en realidad un continente perdido y muy próximo a la actual Sudamérica. Las sagas vikingas nos hablan de un comerciante escandinavo llamado Bjarni Herjólfsson que, durante uno de sus viajes desde Islandia hasta Groenlandia, se perdió en una tormenta y encontró una costa sembrada de bosques que en nada se parecía a su destino. No estaba interesado en ser quien pusiera un primer pie en esta tierra y viró mar adentro, pero creó un poderoso antecedente.
Otra vez encontramos en historias como la de Bjarni Herjólfsson situaciones que encajan en la definición de descubrir: alcanzaron a ver América y manifestaron lo que vieron a otras personas. Esta teoría solo se tambalea por el carácter legendario de estos llamados “descubrimientos” ya que no existe una constancia 100 % fiable de que Atlantis o Bjarni Herjólfsson existieron realmente, y que sus increíbles experiencias no fueron inventadas posteriormente por agentes contrarios a España.
América fue descubierta por los vikingos
Las historias de Bjarni Herjólfsson llegaron pronto a los oídos de un caudillo vikingo llamado Leif Eriksson, apodado por los suyos como el Afortunado, hijo del archiconocido Erik el Rojo. Durante siglos se supuso que Leif y sus camaradas consiguieron llegar a las costas del norte de Canadá, concretamente a Terranova, y la evidencia histórica recogida en las últimas décadas apunta que fue así. En 1960, Helge Ingstad, un reconocido explorador noruego, decidió buscar las pruebas que demostrasen la presencia vikinga en Norteamérica, y fue en la isla de Terranova donde descubrió, tras las excavaciones pertinentes, un buen puñado de edificios vikingos. Casas de reunión nórdicas, hogares, incluso un horno para fundir metales eran la prueba irrefutable de que los fieros vikingos habían pisado América antes que ningún otro europeo. También se han encontrado tesoros en el Ártico canadiense que apuntan a que los vikingos comerciaron con los indígenas de esta zona. Y mapas muy conocidos como el pergamino de Vinland (aunque de fiabilidad dudosa) sirven como excelente sustento para esta teoría.
Otra vez se cumple la definición en el caso de los vikingos. Vieron. Solo que, en este caso, ignoramos hasta qué punto hicieron patente este descubrimiento (primera definición) o incluso fueron conscientes de que habían hallado algo que se ignoraba (quinta). De momento parece que los vikingos pisaron América, indudablemente, pero no está del todo claro que pueda aplicarse a su acción el verbo “descubrir”, al menos en muchas de sus definiciones.
América la descubrieron los chinos o los malienses
Estas teorías son mis favoritas. La primera dice que un tal Zheng He, un experto navegante chino cuyos viajes le llevaron tan lejos como Mozambique durante la primera mitad del siglo XV, navegó por el océano Pacífico hasta avistar lo que el chino anotó en su diario como “tierras bárbaras”. La conocida como teoría de 1421 (ideada, qué casualidad, por un marinero inglés) sostiene por tanto que el marino chino descubrió América setenta años antes que Cristóbal Colón, y se sustenta en una serie de factores nada desdeñables: las anotaciones del diario de Zheng He donde afirma haber recorrido 48.000 kilómetros (que equivale a ir y volver desde China hasta Yucatán) y menciona a las “tierras bárbaras”, la excelente tecnología naval de la China de la época y la tradición budista que asegura que un monje visitó Sudamérica. Incluso hay quien dice que el nombre de Guatemala procede de Gautama Buda.
Sin embargo nadie se toma muy en serio esta teoría. No solo porque el nombre de Guatemala procede en realidad de la palabra náhuatl Quauhtlemallan, que a su vez significa “muchos árboles”. También porque se sustenta mayoritariamente en suposiciones del susodicho marinero inglés y no existe ninguna evidencia tangible que especifique que aquella “tierra de bárbaros” avistada por Zheng He fuera el continente americano, y no una de las miles de islas habitadas que pueblan el Pacífico.
En cuanto a la teoría maliense que señala al mansa Abubakari II como el descubridor de América a comienzos del siglo XIV, la verdad es que la expedición del rey de Malí nunca regresó a África y nadie sabe realmente si llegaron o si sus barcos se hundieron de camino al excitante descubrimiento. No podemos considerarla seriamente en este artículo, ni en ningún otro.
América la descubrió Colón
Todos conocemos la historia. Fuera porque había escuchado las historias de los náufragos, las aventuras de Zheng He o porque hubiese caído en sus manos una copia original del mapa de Vinland, el marino genovés arribó el 12 de octubre a la isla de San Salvador y poco después atracó en las costas de La Española (actuales Haití y República Dominicana). No sería hasta su tercer viaje que llegó realmente a la costa continental de América.
Cristóbal Colón hizo patente su llegada a América llevando a España diferentes objetos que encontró allí (oro, abalorios, etc.) y a unos pocos indios desafortunados que mostró con mucha parsimonia en la corte de los Reyes Católicos. Halló lo que estaba ignorado (y dentro de la definición de ignorar encontramos aquella que dice “no tener noticia de algo”) y registró en las crónicas del viaje aquello que alcanzó a ver. Entre las definiciones útiles de “descubrir”, únicamente no cumplió una de ellas, que es aquella que dice que trata de “venir en conocimiento de algo que se ignoraba” ya que el marino genovés sostuvo hasta su muerte que había llegado a las costas de Asia, y nunca quiso aceptar que en realidad había descubierto un nuevo continente. Habrá quién dice que lo descubrió Américo Vespucio pero en este caso solo se podría aplicar a Vespucio la quinta definición. Es muy poco para tenerlo en cuenta.
Y desde que posó su bota mugrienta de sal en el continente, ya nunca, jamás, no importa lo que dijeran las leyendas de todo el mundo, dudó nadie que al oeste de Europa y África se erigía un enorme continente desconocido hasta la fecha por la inmensísima mayoría del planeta, excluyendo cuatro monjes italianos y dos o tres viejos vikingos que todavía se creían las historietas sobre Thor y sobre Odín.
Ahora que venga el lector y comience a hacerse sus cábalas lo que queda del 12 de octubre, si no tiene nada mejor que hacer. Pero antes de empezar a opinar le recomiendo que lea la historia de George Mallory y que decida también quién fue el primer hombre en tocar la cima del Everest. O quizá pueda discernir si la penicilina la descubrió Alexander Fleming o el primer tipo al que se le puso malo el cocido. Hay ejemplos de sobra para elegir.
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