Luz al final del túnel

La victoria del SPD devuelve la esperanza a la socialdemocracia europea

Los socialdemócratas conservan sus feudos de Escandinavia y la Península Ibérica, pero debilitados electoralmente

El socialdemócrata Olaf Scholz (segundo por la derecha) ultima una coalición con verdes y liberales
El socialdemócrata Olaf Scholz (segundo por la derecha) ultima una coalición con verdes y liberalesCLEMENS BILANAgencia EFE

Tras años de crisis permanente y debacles electorales, los socialdemócratas europeos parecen atisbar la luz al final del túnel. La inesperada victoria del SPD alemán en las recientes elecciones federales alimenta la esperanza de una ideología diezmada por las fuerzas populistas por la derecha y por los ecologistas por la izquierda.

Actualmente, los socialdemócratas están al frene de siete países europeos (Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, España, Portugal y Malta) y son socios menores en coaliciones de Gobierno en otros cuatro (Bélgica, Luxemburgo, Alemania y República Checa). A estos últimos también habría que sumar Italia bajo el Ejecutivo de concentración nacional presidido por Mario Draghi, pero lo cierto es que el Partido Democrático (PD) de Enrico Letta es uno de los nueve partidos que participan en este objeto político no identificado.

Frente al éxito cosechado en septiembre por el noruego Jonas Gahr Støre y el alemán Olaf Scholz, los socialdemócratas sufrieron el pasado fin de semana un fuerte revés en República Checa, donde quedaron fuera del Parlamento y no podrán reeditar su actual coalición con el populista Andrej Babis, el segundo hombre más rico del país y salpicado por los Papeles de Pandora.

La situación en Praga, sin embargo, no es algo excepcional en la región. Treinta años después de la caída del Muro de Berlín y de los régimen comunistas del centro y este de Europa, la izquierda ha sido relegada a una posición testimonial en Polonia, donde la oposición al ultraconservador Jaroslaw Kaczynski la lidera la Plataforma Cívica de Donad Tusk (PPE), y en la Hungría del antieuropeo Viktor Orban.

Por el contrario, los socialdemócratas conservan dos importantes feudos: Escandinavia y la Península Ibérica. En ambos casos, primeros ministros socialdemócratas encabezan gobiernos en minoría que necesitan para mantenerse en el poder a partidos a su izquierda. Solo en España y Finlandia los ex comunistas forman parte del Gobierno como socios de coalición. El caso más paradójico tal vez sea el del sueco Stefan Löfven, que para sobrevivir políticamente debe mantener el apoyo simultáneo de dos partidos enfrentados entre sí: el Partido del Centro y el Partido de la Izquierda. Este último llegó este verano a apoyar una moción de censura de la oposición de derechas para forzarle a retirar una polémica reforma para liberalizar el mercado del alquiler.

La socialdemocracia en Europa
La socialdemocracia en EuropaTeresa Gallardo

Aunque, por primera vez en los últimos veinte años, los cuatro países nórdicos están en manos socialdemócratas, estos han dejado de ser la fuerza hegemónica que dominó la escena política durante la construcción del Estado del Bienestar del pasado siglo. Hoy a duras penas se mantienen como la fuerza más votada en un cada vez más fragmentado sistema de partidos.

El milagro de Olaf Scholz, que en las últimas semanas de campaña consiguió dar vuelta a unos sondeos que le daban como claro perdedor, traerá también consecuencias al equilibrio entre las familias políticas europeas. Al suceder a Angela Merkel como canciller, el Partido Popular Europeo (PPE) estará ausente del Gobierno de los cuatro principales países de la UE. Los socialdemócratas podrán reclamar ahora más peso en unos altos cargos comunitarios en los que el PPE está sobrerrepresentado. La primera consecuencia será el intento de que David Sassoli complete la legislatura como presidente del Parlamento Europeo y no se la ceda a Esteban González Pons en enero de 2022.