Gira europea

La lucha contra el cambio climático, otra promesa de Biden que encalla

El Partido Democrático torpedea su plan de infraestructuras en el Congreso

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ayer, en la cumbre telemática de la Asean
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ayer, en la cumbre telemática de la AseanSusan WalshAgencia AP

Joe Biden viaja a Europa este fin de semana para participar en la reunión de líderes mundiales del G-20 con la esperanza de alcanzar acuerdos con sus países aliados, después del estancamiento en temas trascendentales de la agenda demócrata tras cuatro años de Gobierno del ex presidenteDonald Trump y sus políticas proteccionistas del «Estados Unidos Primero» (America First). Pero antes de sentarse a negociar con sus aliados y alcanzar compromisos mutuos en asuntos como los precios de la energía, el programa nuclear de Irán y la crisis de la cadena de suministros agravada por la pandemia, el presidente de EE UU deberá resolver los mayores desafíos de las prioridades de su Administración en casa. Es decir, en su propio partido. Y, una vez los liberales consigan ponerse de acuerdo, deberán resolver el consiguiente proceso legislativo en el Congreso con el apoyo de los republicanos.

Biden se propuso como meta absoluta de su Administración al llegar a la Casa Blanca aprobar el ambicioso plan de infraestructurasque contempla, entre otras cosas, la lucha contra el cambio climático y sus dramáticas consecuencias. Pero el demócrata no ha conseguido todavía alcanzar ese objetivo, a pesar de los múltiples intentos, durante los últimos meses, de acercamiento y cesión de condiciones con respecto a su propuesta original. Ni la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes ni el apoyo de algunos republicanos del Senado han sido suficientes para alcanzar un acuerdo en el Capitolio como carta de presentación de su primer G-20 en el viaje oficial a Roma el 30 y 31 de octubre.

Biden tendrá que conformarse con adelantar sus intenciones, resaltar otros temas de interés general con sus socios y alcanzar acuerdos como el de impulsar un impuesto mínimo global, según adelantaba a los medios el asesor de Seguridad Nacional de EE UU, Jake Sullivan. En su visita europea, Biden también tiene previsto, en calidad de católico practicante, mantener un encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano.

La última parada de su viaje será Glasgow, en Escocia, donde Biden participará en la conferencia sobre el cambio climático COP26 de la ONU. «EE UU y Europa estarán allí, y estarán allí con energía y unidos tanto en el G20 como en la COP26, impulsando la agenda», agregó Sullivan sobre la participación del mandatario estadounidense en ambos encuentros mundiales durante su segundo viaje al extranjero.

Biden aprovechará su presencia en Europa para mantener otros encuentros paralelos de relevancia, como una reunión cara a cara con el presidente francés, Emmanuel Macron, para limar asperezas tras su desencuentro en medio de la reciente Asamblea General de la ONU en Nueva York al romperse el pacto de seguridad de Australia con Francia para aliarse con EE UU y Reino Unido, a escondidas de Macron.

Antes de concluir este viaje internacional, Biden intentará convencer al mundo de la necesidad de luchar con mayores esfuerzos contra el calentamiento global y el cambio climático. Aunque las mayores dificultades de la Administración demócrata para impulsar ese objetivo las está encontrando en territorio nacional, estancadas en el Congreso. Gran parte de las cesiones de su ley «Build Back Better», que intenta, sin éxito, aprobar en el Capitolio se han realizando en torno a su agenda contra el cambio climático y las medidas impulsadas a corto y medio plazo para combatirlo.

«Ya sea que haya un acuerdo esta semana o si continúan las negociaciones, habrá mucha energía y entusiasmo por el esfuerzo que el presidente está realizando en este momento», defendió Sullivan, en un intento de justificar la frustración de Biden por no haber podido acudir a Europa con los deberes hechos. Convencer a sus aliados de la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% para 2030 es una cosa, pero hacerlo sin el apoyo interno de demócratas y republicanos en el Congreso le resta, sin duda, credibilidad a su estrategia en el encuentro con los líderes mundiales.