Estados Unidos
Tercer intento a la desesperada de los demócratas para votar el plan de infraestructura de Biden
La votación estaba prevista para el lunes, pero se retrasó al jueves y ahora se ha pospuesto al viernes, desvelando las divisiones internas del partido
“Lo conseguiremos. No importa si en seis días, en seis minutos o en seis semanas”, decía el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, después de fracasar por tercera vez su intento de aprobar el plan bipartidista de infraestructura de un billón de dólares, una de las prioridades fundamentales de su agenda de Gobierno, el cual sufrió un fuerte revés la noche del jueves cuando congresistas de su propio partido, por falta de consenso, propusieron retrasar de nuevo la votación planificada.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se veía obligada a retrasar la votación por tercera vez, ya que en un principio estuvo programada para el lunes, coincidiendo con la fecha límite de presupuestos, aunque después se retrasó al jueves y, finalmente, al viernes por la mañana. Al mediodía, a los demócratas todavía no les salían las cuentas: necesitaban el apoyo de al menos un congresista más para sacar adelante la votación.
La agenda del presidente de EEUU y su plan estrella sufrían un humillante retraso que evidenciaba la división interna del Partido Demócrata en temas cruciales de la Administración Biden, por lo que ganar tiempo para poder llegar a un acuerdo sobre el proyecto de ley de seguridad social y cambio climático, y así atraer a los liberales, fue la motivación principal del aplazamiento calificado como “revés temporal” por los líderes demócratas.
“Se ha avanzado mucho esta semana y estamos más cerca que nunca de un acuerdo, pero aún no hemos llegado allí, por lo que necesitaremos algo más de tiempo adicional para terminar el trabajo”, emitió la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, en un comunicado.
La jornada anterior al tercer intento del Congreso por sacar adelante el famoso plan de infraestructura, Biden anotó un gran tanto a su favor al firmar la aprobación de la propuesta de ley, tras pasar por ambas Cámaras, que permite prorrogar los presupuestos de 2021 hasta el próximo 3 de diciembre, dos meses después de la fecha límite del fin de año fiscal estadounidense.
Tras la firma desde la Casa Blanca, Biden quiso “agradecer a ambas Cámaras del Congreso por este acuerdo bipartidista y por evitar un cierre del gobierno como hemos visto tantas veces en el pasado”, declaró el presidente. “La aprobación de este proyecto de ley nos recuerda que el trabajo bipartidista es posible y nos da tiempo para aprobar fondos a más largo plazo para mantener nuestro gobierno funcionando y cumpliendo para el pueblo estadounidense”, añadió Biden.
Pero, más allá de ese acuerdo bipartidista entre demócratas y republicanos por evitar un dramático cierre parcial del Gobierno en plena recuperación sanitaria y económica por la pandemia, Biden no pudo controlar el desorden interno que evidencia las discrepancias en asuntos trascendentales de la agenda presidencial demócrata.
El prolongado retraso, tras intensas jornadas de negociación entre los liberales, fue un duro golpe para Joe Biden que, consciente de no poder cambiar mentalidades, se tuvo que conformar con retrasar el reloj en su contra, incapaz de interceder para realizar la votación a tiempo.
El pulso entre congresistas moderados y progresistas del Partido Demócrata bloqueó el avance del acuerdo en el Congreso para reunir los votos necesarios para aprobar la ley de infraestructura de Biden, cuya apuesta ponía en riesgo también su reputación como negociador y conciliador entre distintos puntos d vista políticos. Pero, para los demócratas, el paquete de obras públicas de Biden es, en realidad, mucho más que eso. Los congresistas de sus filas ven el plan estrella de su presidente como un proyecto de ley de política social más ambicioso.
El Congreso, golpeado por divisiones partidistas y luchas demócratas internas, se paralizó ante la primera gran cita legislativa de importancia desde que Joe Biden asumiera la presidencia de EEUU. La votación de su plan de infraestructura ponía en evidencia el gran desafío al que se enfrentará durante su mandato: acercar posturas entre el ala más izquierdista y la centrista de su partido.
Los esfuerzos de Nancy Pelosi al frente de la negociación se veían frustrados el jueves por la noche al tener que retrasar de nuevo la votación del plan, a sabiendas de que las cuentas todavía no salían y que estaban aún lejos de ponerse de acuerdo.
Los líderes progresistas avanzaron desde hacía semanas sus intenciones de bloquear cualquier propuesta hasta que la legislación alcanzara algunos puntos básicos para ellos, como la financiación de licencia familiar y bajas de maternidad y paternidad; guardería de acceso gratuito; expansión del sistema de salud Medicare y otras drásticas medidas para combatir el cambio climática.
El plan de infraestructura de Biden, aprobado por acuerdo bipartidista en el Senado el pasado mes de agosto, aspira a proporcionar 550 mil millones de dólares en nuevos fondos, destinando 65 mil millones para expandir el acceso a Internet de alta velocidad por todo el país; más de 110 mil millones en carreteras, puentes y otros proyectos de necesaria renovación urbanística; cerca de 25 mil millones para aeropuertos, que han quedado obsoletos en comparación con otros países; la transición hacia vehículos eléctricos con nuevas estaciones de carga y el fortalecimiento de la red eléctrica necesario para abastecer este tipo de automóviles; así como la mayor reforma ferroviaria de la historia de EEUU desde que se fundó el servicio de Amtrak en los años 70.
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