Visita de urgencia

Biden, obligado a reducir drásticamente su plan estrella por la oposición demócrata

El presidente de EE UU acude al Capitolio para intentar convencer a los demócratas de que voten a favor de su paquete de medidas, que ha sufrido un tijeratazo de 3,5 billones de dólares a 1,75

El presidente Joe Biden camina junto a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en el Capitolio
El presidente Joe Biden camina junto a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en el CapitolioJose Luis MaganaAP

Por segunda vez este mes, el presidenteJoe Biden se dirigía al Capitolio, a primera hora de la mañana del jueves, para reunirse personalmente con los miembros de su partido, todavía escépticos y lejos de alcanzar el consenso, para convencerles de aprobar su agenda económica justo antes de iniciar su gira europea. Tras horas, días, semanas y meses de estancamiento en intensas negociaciones internas, los demócratas no han sido capaces de ponerse de acuerdo para impulsar el ambicioso plan de infraestructura de su presidente que, una vez más, se veía obligado a abandonar por una rato la Casa Blanca, recorrer la Avenida Pensilvania en su extensa caravana de seguridad y recorrer a pie los pasillos del Congreso de Estados Unidos.

Su amplia experiencia como senador, con más de 30 años de trayectoria política a su espalda en la sede del legislativo estadounidense, le hacen sentirse cómodo en el Congreso, y ampliamente familiarizado con las carreras y conversaciones de pasillo del Capitol Hill. Biden, convencido de que su propuesta «realmente puede transformar América», ha tratado de persuadir a sus compañeros hasta la saciedad y durante su posterior discurso, ya desde la Casa Blanca, aludiendo a ejemplos concretos de su pasado más personal.

Lo cierto es que Biden mantiene hasta el último minuto la esperanza de encontrase con los líderes mundiales en la cumbre del G-20 y en la COP26 sin tener cuentas pendientes en casa. Es decir, con la agenda económica de su Administración aprobada en el Senado de Estados Unidos gracias al consenso demócrata. Los 50 votos correspondientes a cada partido, liberal y conservador, obliga a los demócratas a ponerse de acuerdo por unanimidad para sacar adelante la votación, contando con la ventaja de romper el desempate con el voto de la presidenta de la Cámara Alta, la vicepresidenta Kamala Harris.

A sabiendas de que su credibilidad ante los ojos del mundo está en juego, Biden recorrió los pasillos del Capitolio acompañado por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, para reunirse con los demócratas en un último intento, antes de viajar a Europa, de hacerles entrar en razón. La zancadilla de algunos de ellos bloquea desde hace semanas la votación, no porque no apoyen el plan «Build Back Better» (Construir de nuevo mejor) del presidente de EE UU, sino porque quieren «verlo mejorar», tal y como reconoció Bernie Sanders desde el Congreso.

Una ajustada mayoría

Tanto Sanders como la congresista Alexandra Ocasio-Cortez señalaron que esperarían a leer el texto de la propuesta antes de confirmar su respaldo. En este sentido, la líder del ala progresista de los demócratas en la Cámara, Pramila Jayapal, advirtió de que «ahora mismo hay demasiados votos en contra para que la propuesta sea aprobada hoy». La ajustada mayoría de los demócratas en el Congreso, sobre todo en el Senado, obligan a Biden a contar con el respaldo unánime de los cincuenta senadores demócratas y solo puede permitirse perder un puñado de votos en la Cámara de Representantes.

«Nadie recibió todo lo que quería, incluyendo yo mismo», reconoció el presidente tras meses de duras negociaciones con miembros del ala más progresista y moderada de su propio partido. Aun así, y a pesar de haber tenido que reducir importantes propuestas para contentar a todos en sus filas, Biden calificó de «histórico» su nuevo paquete de gasto social, valorado en unos 1,75 billones de dólares, que también incluye importantes partidas destinadas al cambio climático y a la educación infantil.

Aunque una de las grandes ausencias del actualizado plan económico de Biden es la garantía de disponer de una baja familiar, algo tan habitual para otros países como poder coger una baja médica, de maternidad o paternidad, financiadas a nivel nacional. Estados Unidos pertenece a la escasa lista de ocho países del mundo que todavía no cuentan con ningún tipo de sistema público que permita a madres y padres tomar la baja durante las primeras semanas o meses de vida de sus hijos. Una baja pagada y regulada en todo el país, más allá de los acuerdos existentes en empresas e instituciones privadas.

Por otro lado, la financiación del plan de gasto de Biden pretende imponer una tasa de 15% para las grandes empresas, enmarcada en el acuerdo global del impuesto mínimo internacional a las multinacionales, así como un aumento del 5% en los impuestos para personas con ingresos superiores a 10 millones de dólares. Y un 3% adicional para aquellas que superen los 25 millones.

A falta de su ratificación en el Congreso, Biden aseguró haber llegado ya a un acuerdo que «creará millones de empleos, hará crecer la economía, invertir en nuestra nación y en nuestra gente para convertir la crisis climática en una oportunidad». Ese punto concreto de la agenda económica de su Administración es de vital trascendencia para el presidente de Estados Unidos y la mejor carta de presentación que Biden puede ofrecer ante las principales potencias del mundo en Europa, durante la cumbre del G-20 en Italia y la conferencia climática COP26 de Glasgow (Escocia), de cara a la recuperación del liderazgo mundial estadounidense tras las turbulencias de la anterior presidencia de Donald Trump.

Ya de vuelta en la Casa Blanca y tras retrasar su partida hacia Europa, Biden ofreció un discurso de cerca de 15 minutos para recordar la importancia de las reformas de su plan de infraestructura, que «cambiará la vida a millones de personas en Estados Unidos» y pretende apostar por el país y por sus ciudadanos. «Seguimos siendo la economía más grande del mundo, pero estamos en riesgo de perderlo», reconoció el presidente estadounidense, y destacó como únicas dos opciones para remediarlo: «Liderar el mundo o dejar que el mundo nos adelante».

Biden resaltó durante su discurso que las infraestructuras de Estados Unidos solían ser las mejores del mundo, «pero ahora somos la número 13, según el World Economic Forum». También «solíamos liderar el mundo educativo, pero ahora somos el puesto 35 de 37 en la educación y el cuidado de la primera infancia», añadió el presidente demócrata, reconociendo que «no podemos ser competitivos en la economía mundial si continuamos así».

Tras los últimos retoques, la Adminsitración Biden aspira a poder aprobar su promesa estrella y encarrilar la legislatura.