Análisis

“La extrema izquierda es muy útil para agitar las calles pero para gobernar no sirve”

Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, analiza la victoria de Gabriel Boric en las elecciones de Chile

El presidente electo Gabriel Boric saluda durante una rueda de prensa en el palacio de La Moneda, en Santiago (Chile).
El presidente electo Gabriel Boric saluda durante una rueda de prensa en el palacio de La Moneda, en Santiago (Chile).ELVIS GONZALEZEFE

El izquierdista Gabriel Boricganó de forma rotunda las elecciones de Chile frente al candidato de la derechaJosé Antonio Kast. A partir de marzo, cuando tomará posesión, Boric tendrá varios retos por delante para sacar a Chile de la crisis social y política que llevó al país a las revueltas de 2019, en las que miles de personas exigieron en las calles una mejor distribución de la riqueza. El analista chileno Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg (Alemania), cree que el flamante ganador de las presidenciales “logró representar mejor que su adversario la promesa de la estabilidad y de la moderación”.

¿Ha sido una sorpresa el triunfo de Boric?

Aún sin encuestas el triunfo de Boric se veía venir. Pues así como el sorpresivo triunfo de Kast en la primera ronda puede ser explicado como una reacción ciudadana a la violencia y al desorden que caracteriza a la “nueva izquierda”, el de Boric en la segunda vuelta puede ser entendido como una reacción ciudadana al discurso extremista, patriarcal y excluyente de Kast. Boric logró mejor que su adversario entregar una imagen de orden y amplitud, gracias sobre todo al apoyo que recibió de los partidos de la ex Concertación.

Podríamos decir que en la segunda vuelta, Boric dejó de ser solo el candidato del Frente Amplio para llegar a ser el de un “frente amplísimo”. A la vez, Kast obtuvo un apoyo muy condicionado de las derechas, demostrándose así que las grietas derechistas son por el momento más profundas que las de la izquierda. A ello debemos agregar la reciente trayectoria electoral de Boric. Ya en las primarias había derrotado al postulante comunista, Jadué, con un discurso orientado al centro político. Boric, por lo tanto, no tuvo que hacer grandes esfuerzos para demostrar que él era un demócrata de izquierda. Kast en cambio tuvo serios problemas para presentarse como un candidato no extremista. Nunca intentó separarse de la figura simbólica de Pinochet, de su talante autoritario y de su inflexibilidad ideológica. En una frase: Kast representaba mucho más al pasado que al futuro. Boric, más al futuro que al pasado.

¿Cree que muchos votantes de centro le han apoyado en las urnas?

Si no hubiera sido por el apoyo de la centroizquierda, Boric nunca había logrado alcanzar la presidencia de Chile. Naturalmente, los votantes de centro, vale decir, la mayoría del país, escucharon las voces de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, dos mandatarios que jamás se movieron fuera del ámbito constitucional. Boric, en cierto modo, logró representar la continuidad histórica de la izquierda democrática y así fue visto por el electorado. No como un enemigo sino como un continuador de sus vivientes ancestros. La deuda que ha contraído Boric con la centro-izquierda es enorme.

En cierto modo Boric representa una alianza de la izquierda insurgente del siglo XXl con la izquierda democrática del siglo XX. Si esa alianza llegará a manifestarse a nivel orgánico, está todavía por verse. Ojalá sea así. No debemos olvidar que el estallido social de octubre del 2019 fue canalizado constitucionalmente gracias a los esfuerzos de la izquierda democrática. El plebiscito del 26 de octubre fue, para decirlo metafóricamente, un logro de los “mencheviques” y no de los “bolcheviques” chilenos. El triunfo de Boric cierra entonces un ciclo: el de la reconstitución política de la nación. El broche final será la nueva constitución, nacida teóricamente del pueblo. Para muchos será un desastre, para otros una revolución victoriosa. Probablemente no será ni lo uno ni lo otro. Lo que no se puede negar es que Boric será la representación presidencial de un nuevo ciclo histórico.

¿Qué significa la victoria de Boric en un país como Chile, donde la estabilidad y la moderación han sido la bandera durante tres décadas?

No sé si muchos sectores lo habrán calculado, pero, paradojalmente, el candidato de las revueltas, Boric, logró representar mejor que su adversario la promesa de la estabilidad y de la moderación. Kast, si era fiel a su ideología, estaba obligado a interrumpir el proceso que llevaba a la reconstitucionalización del Chile. Solo esa intención habría empujado al país a un enfrentamiento de fatales consecuencias, quizás al borde de una guerra civil. Kast –y no lo ocultaba- representaba la alteración de un curso político en marcha. Boric, su continuación. La candidata Provoste, en una de las pocas frases felices de su pobre campaña electoral, dijo que “Kast representaba un orden sin cambio y Boric un cambio sin orden”. La incorporación de la centro-izquierda democrático asegurará el mínimo orden que necesita un país para reconstituirse de modo político.

¿Cree que Boric tiene margen para hacer cambios importantes: fiscalidad, educación, pensiones..... teniendo en cuenta que no tiene mayoría clara en el Congreso?

Dependerá de muchos factores. En primer lugar, de los presupuestos. La transformación de un estado económicamente excluyente en un estado social no es cosa de un día. Tampoco es gratis. En segundo lugar, de la capacidad del gobernante para distinguir adversarios de primer y de segundo grado a fin de realizar con los segundos consensos que le permitan, mediante negociaciones, obtener mayorías puntuales. Para lograr ese objetivo Boric necesitará del concurso de la centro-izquierda.

La extrema izquierda es muy útil para agitar las calles. Pero para gobernar, no sirve. No sé si Boric es consciente de que uno de los principios de una buena gobernanza es, y debe ser, “se hace lo que se quiere a la medida de lo que se puede”.

¿Cree que con la victoria de Gabriel Boric se consolida un giro a la izquierda en América Latina?

Desde épocas inmemoriales se escucha que toda América Latina se va a la izquierda, o que toda se va a la derecha. Yo no creo ni en lo uno ni en lo otro. En este momento podríamos decir que se ve una orientación hacia la izquierda, -y será más notoria si Petro llega al gobierno de Colombia. Pero no hay que olvidar tampoco que los contingentes de Macri tienen sitiado a los dos Fernández en Argentina.

Por otra parte, me niego a calificar a las dictaduras de Cuba y Nicaragua, así como al autoritarismo de Venezuela, como de izquierda. Son gobiernos que de hecho no se dejan regir por la geometría izquierda- derecha. Equivalen más bien a las dictaduras autocráticas de Europa como las de Bielorrusia y a autocracias como la turca, la húngara y la polaca, todas mal calificadas como de “derecha”. Izquierdas y derechas solo pueden existir en un orden democrático. Yo dividiría más bien a América Latina en dos franjas políticas: una anti-democrática y otra democrática. En esta última, a la que pertenece Chile, existe la alternancia en el poder. Hoy priman los gobiernos de izquierda. Mañana, seguramente, primarán los de derecha.