Reino Unido
Brexit: las promesas incumplidas de Boris Johnson un año después del divorcio
La situación en Irlanda del Norte sigue envenenando el divorcio entre Londres y Bruselas y la posibilidad de una contienda comercial permanece abierta.
Aunque en este 1 de enero se ha cumplido un año desde que Reino Unido y la UE sellaron su acuerdo de divorcio tanto político como económico, la amputación sigue doliendo. En estos 365 días del año hay un escollo que parece irresoluble y que se ha convertido en el nudo gordiano del periodo post Brexit: la situación deIrlanda del Norte. La primera solución acordada entre Londres y Bruselas fue rechazada hasta tres veces en la Cámara de los Comunes y acabó terminando con la carrera política de la anterior primera ministra Theresa May.
Ahora, cuando la permanencia de Boris Johnson en Downing Street se tambalea debido a diversos escándalos, la necesidad de encontrar una solución duradera parece cada vez más urgente. De hecho, la posibilidad de una guerra comercial sin cuartel entre los Veintisiete y su antiguo socio no se ha evaporado.
Tras el portazo británico, la división entre las dos Irlandas que separa la provincia británica del Ulster de la República de Irlanda se convierte en la única frontera terrestre -junto con Gibraltar- entre Reino Unido y la UE y la que blinda la integridad del mercado común.
La negativa de Reino Unido a seguir formando parte de la unión aduanera tras consumar el divorcio, amenazaba con volver a levantar una frontera dura en el Ulster que pusiera en peligro los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 que consiguieron la paz entre católicos y protestantes tras décadas de terrorismo por parte del IRA.
Para evitarlo, la UE y Reino Unido acordaron una imaginativa solución por la que que la provincia de Irlanda del Norte no forma parte desde el punto de vista formal de la unión aduanera europea, pero el territorio sí queda sujeto a una serie limitada de normas de la UE. Esto desplaza los controles fronterizos de mercancías a la frontera del mar de Irlanda, con el fin de preservar el mercado común europeo.
Durante estos meses, Reino Unido ha sido incapaz de cumplir con lo acordado y, de manera unilateral, ha prorrogado una y otra vez varios “periodos de gracia” por los que queda exento de poner en marcha estos chequeos. Londres argumenta el peligro de desabastecimiento en productos de primera necesidad ante la avalancha de papeleo.
Aunque Bruselas decidió abrir un expediente a su ex socio por estos retrasos, a mediados de octubre, la Comisión Europea ofreció una rama de olivo a Londres a través de una series de cambios burocráticos para evitar el 80% de los controles sanitarios y fitosanitarios en el comercio de las mercancías de animales y plantas que se dirigen desde Gran Bretaña hasta Irlanda del Norte. Aunque el Ejecutivo comunitario se niega a renegociar lo sustancial del acuerdo, ha reconocido que su aplicación puede mejorarse.
Como modo de salvaguardar el mercado común, Bruselas propone sustituir estos chequeos por otras medidas que garanticen que estos productos no llegarán hasta la República de Irlanda y, por ende, al resto de los Veintisiete, sino que permanecerán en la provincia británica. Tan sólo quedarán fuera de esta nueva reglamentación los productos considerados peligrosos. Bruselas espera consensuar esta lista con Reino Unido y admite cambios si peligra el suministro de algún bien.
Esta propuesta supone el armisticio de la denominada guerra de la salchichas, la contienda desatada entre Bruselas y Londres por la prohibición de transportar desde Gran Bretaña a Belfast estos productos y otras carnes refrigeradas, si no se establecían los controles sanitarios necesarios. Un conflicto de gran simbolismo para el país ya que ponía en peligro el tradicional y opíparo desayuno británico.
Además, los cambios que la Comisión Europea quiere introducir en la aplicación del protocolo también pretenden reducir la mitad del papeleo en las declaraciones de bienes aduaneras que deben realizar los transportistas siempre y cuando Reino Unido se comprometa a permitir el acceso en tiempo real a sus sistemas de datos y sus autoridades realicen los chequeos necesarios para evitar el contrabando. Se trata de crear una especie de corredor express para las mercancías desde Gran Bretaña a la provincia británica. Tal y como explican una y otra vez en la capital comunitaria, el propósito estriba en que el mismo transportista sólo tenga que rellenar un formulario y no un documento diferente para cada tipo de mercancía.
La propuesta presentada por Bruselas también otorga un mayor papel de interlocución a las autoridades de Irlanda del Norte en la Aplicación del Protocolo. Además, justo antes de las vacaciones navideñas y como gesto ineludible de buena voluntad, la Comisión Europea presentó una nueva propuesta en un tema especialmente sensible: los medicamentos. El propósito reside en que las empresas farmacéuticas de Gran Bretaña, cuando suministren al mercado de Irlanda del Norte, puedan seguir actuando como centro de suministro de medicamentos genéricos, aunque ahora el territorio no pertenezca a la UE. Esto significa que el club comunitario cambia su propia legislación sobre medicamentos para que los genéricos puedan autorizarse según el procedimiento británico, pero de conformidad con las leyes europeas. De esta forma, los ciudadanos de Irlanda del Norte tendrán acceso a las medicinas a la vez que el resto de los británicos.
A pesar de esto, Bruselas se sigue negando a que al Tribunal de Justicia de la UE deje de tener jurisdicción sobre el territorio de Irlanda del Norte, uno de los principios fundamentales del acuerdo. Sin embargo, Londres no renuncia a esta exigencia y ha hecho de esta guerra uno de los principales campos de batalla. La dimisión del anterior negociador del Brexit, David Frost, ha añadido aún más incertidumbre a unas negociaciones que se prorrogarán durante 2022. Su sucesora, Liz Truss, no renuncia a una guerra comercial con los Veintisiete mediante suspensión del Protocolo de Irlanda y Bruselas ya ha anunciado que, si Londres aprieta el botón nuclear, devolverá con la misma moneda. El Brexit continúa.
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