Retrato
Putin, un hombre siempre en guerra que hasta ha erigido una catedral en honor al Ejército ruso
El templo fue inaugurado en 2020. En un principio, se proyectaron frescos con la imagen del presidente del país que luego fueron descartados tras una amplia polémica
Vladimir Putin es un hombre de guerra. Desde que asumió su presidencia en el año 2000, Rusia ha estado de manera casi permanente en conflicto: en Ucrania, en Chechenia, en Siria... El hombre que se crio en el KGB de los bloques antagónicos oriental y occidental de la Guerra Fría añora la Unión Soviética en la que nació y que, según los servicios de inteligencia de EE UU, aspira a reconstruir; ha impulsado incluso, la construcción de la única catedral que hay en el mundo consagrada a un ejército. Un templo que simboliza en buena medida el espíritu belicoso del presidente ruso y que ha contado con el apoyo de la Iglesia Ortodoxa rusa, que se ha convertido en un sólido aliado en los anhelos de Putin de resucitar el imperio ruso.
La iglesia, consagrada en el año 2020, fue impulsada por el Gobierno de Putin tras la anexión ilegal de Crimea en 2014para conmemorar las grandes gestas militares en los mil años de historia de este país. Diseñada al estilo bizantino y de inconfundible color caqui, destila espíritu castrense y simbolismo en todos sus detalles. Para empezar, su ubicación no es casual. Está en las afueras de Moscú (Kubinka), escenario de cruentos combates en noviembre de 1941 entre tropas soviéticas y alemanas.
Tampoco lo son su diseño exterior e interior. El campanario tiene 75 metros de altura que simbolizan el 75 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial -se iba a inaugurar en 2000 coincidiendo con la efeméride, pero la fecha se retrasó por la pandemia del coronavirus-. El diámetro de su cúpula es de 19,45 metros, lo que coincide con el año de la victoria en la guerra contra la Alemania nazi, 1945. Una cúpula más pequeña mide 14,18 metros, representando los 1.418 días que duró la guerra. La gran cúpula labrada en nitruro de titanio y bañada en oro que corona el templo en su exterior tiene la forma del casco de Alenxandr Nevski, príncipe que forjó su fama en los campos de batalla siglos antes de la aparición del Estado ruso (siglo XIII).
En el interior, numerosos mosaicos representan las principales victorias militares desde que el príncipe Vladímir adoptara el cristianismo ortodoxo como religión oficial hace más de mil años (988), sea contra los suecos, mongoles, polacos, turcos, franceses o alemanes. Las pinturas fueron fuente de gran polémica durante la construcción del templo. En un primer momento, se proyectaron mosaicos bizantinos en las paredes del templo con la imagen de Putin y la de otros políticos rusos, como el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. Pero la polémica que suscitaron unas fotos que publicó la prensa hicieron que finalmente el presidente ruso desaprobase las pinturas.
También generó gran revuelo que en uno de los mosaicos apareciera entre la multitud durante la parada militar de la victoria del 24 de junio de 1945 un estandarte con la imagen de Iósif Stalin, por lo que se decidió finalmente colocarlo en un museo que hay anejo a la catedral. Los planes originales para los frescos incluían asimismo una celebración de la ocupación de Crimea en 2014 con gente jubilosa que sostenía una pancarta que decía “Crimea es nuestra” y “por siempre con Rusia”, si bien se optó finalmente por dejarlo en un “estamos juntos”.
Junto a estos elementos decorativos, la escalinata en la fachada principal del templo fue construida con el metal fundido de los tanques alemanes capturados como trofeos. Los armas de guerra obtenidas como trofeos también están fundidas en el suelo para que cada vez que entre alguien pueda “pisotear” a los nazis, según han explicado sus diseñadores.
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