López Obrador pierde ganando en México

El domingo 10 de abril los mexicanos estaban convocados a votar para expresar su deseo que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) siguiera siendo Presidente de México o no. Apenas el 17% salió a depositar su voto. De ese pírrico porcentaje, el 90% votó para que el Presidente continuara. Sin embargo, y dadas las circunstancias de esta consulta, la participación demuestra que el proceso significó un completo y rotundo fracaso para AMLO. La razón principal de esa derrota en términos de legitimidad es porque la convocatoria la planteó y la movilizó él mismo.

Hoy el partido de gobierno, MORENA, se cuestiona varias cosas. En primer lugar su capacidad de persuadir y movilizar a los mexicanos, peor aún, a sus propios votantes. En segundo lugar, la autoridad moral de su líder poniéndose en tela de juicio su fuerza para tomar decisiones verticalmente y que sean acatadas por sus acólitos. En tercer lugar, se cuestiona lo que en elecciones anteriores pudo haber funcionado y es la transferencia de legitimidad desde la cabeza del ejecutivo y hacia el liderazgo regional y local; con estos números, con unas elecciones intermedias en el corto plazo y unas presidenciales en dos años, esa fuerza transferida se debilita.

López Obrador ha afirmado que no pretende continuar más allá del 2024. Probablemente, esta consulta le sirvió para medir y dimensionar su capacidad de impulso y engranaje dentro del tablero político e institucional hacia un eventual cambio de la constitución que le permitiera la reelección, algo que en México sería un exabrupto dada su tradición política. Es probable que aquellos de MORENA que se ven como sustitutos del Presidente hayan recomenzado con más ímpetu la operación política y de consensos internos a partir de estos días.