Indecente

La historia del joven que quería hacerse un selfie con la estatua del rey Sebastián I y enfrentó a Portugal con Bélgica

El hombre, de 24 años, se subió a la escultura y ambos cayeron al suelo, dejando la figura hecha añicos

Estatua de Sebastián I en la Estación de Rossio en Lisboa, Portugal
Estatua de Sebastián I en la Estación de Rossio en Lisboa, PortugalReuters

Sebastián I de Portugal fue un rey al que apodaron como “el deseado”. Liderando el país durante más de veinte años en el siglo XVI, estuvo en el trono hasta el día de su muerte (o desaparición), en la batalla de Alcazarquivir, al norte de Marruecos. Nieto de Carlos I de España y sobrino de Felipe II, fue uno de los monarcas más importantes de la historia portuguesa , y quizás por ello, haciendo honor a ese sobrenombre, un joven quería hacerse una fotografía con una estatua del soberano. Una idea que salió mal, y enfrentó a Lisboa con Bruselas.

La escultura de Sebastián I se encuentra en la Estación de Rossio, en el corazón de la capital portuguesa. Era en 2016, en una noche que aparentaba ser como otra cualquiera en la ciudad. El hombre, de 24 años, se subió a la estatua. Pensó que, en lugar de hacer una fotografía desde el suelo, la mejor idea posible era acercase y subirse encima de la figura.

Sin sorpresas, cayó al suelo en su intento, y junto a él, la talla del monarca, que quedó totalmente destruida, según informaron las autoridades y se pudo apreciar en las imágenes difundidas por diversos medios lusos. Incluso dos agentes de la Policía fueron testigos de la negligente acción del joven, del que se dijo que estaba ebrio en el momento de lo ocurrido.

El suceso afectó a un edificio declarado Patrimonio Nacional. Por tratarse de una zona muy transitada de la capital portuguesa, frente al Teatro Nacional, se arremolinaron enseguida numerosas personas. Era una de las joyas municipales en Lisboa, que se ubicaba en la estación, inaugurada en 1890, desde el primer día. Puede contemplarse una réplica en el Museo del Chiado, pero esta era la original.

La empresa pública Infraestructuras de Portugal, que gestiona el enclave del ferrocarril de cercanías, anunció rápidamente que restauraría la estatua, al mismo tiempo que mostró su intención de presentar una querella criminal contra el joven por “semejante acto de vandalismo”.

El joven, que estaba de turismo en Lisboa, regresó a su país. Quería evitar ser procesado o que las autoridades lusas interpusieran una demanda contra él. Así, pidió a Bélgica que le ayudara, lo que supuso un encontronazo entre las autoridades de ambos países.

No se trató del único caso

Las locuras por tener las mejores fotografías, a veces, rompen con lo racional y ponen en peligro no solo la integridad física de uno mismo, sino también esculturas o espacios con un gran valor histórico. Así, meses más tarde, algo similar volvió a suceder en la misma ciudad.

Un turista acudió al Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa e, involuntariamente, golpeó una escultura del siglo XVIII del arcángel San Miguel expuesta en la sala de Pintura y Escultura portuguesa de la tercera planta. Estaba caminando de espaldas mientras fotografiaba con su teléfono móvil otra obra expuesta en la misma sala cuando golpeó, sin percatarse, la estatua.

El MNAA informó en su página de Facebook del incidente, ocurrido el pasado 6 de noviembre de 2016, señalando que se haría público un informe técnico de su equipo de Conservación y Restauración, que evaluaba las pérdidas y la consiguiente intervención en esta obra escultórica del barroco tardío.

Esta obra en cuestión, fue ejecutada en Lisboa entre 1765 y 1790 en madera de enebro dorada y policromada. Tenía una estatura de casi dos metros (195 centímetros) y ojos de cristal. En 1922 se incorporó al museo lisboeta, procedente del Real Colegio de San Patricio de clérigos irlandeses.

Como consecuencia de estos hechos, que cada vez eran menos aislados, importantes museos de todo el mundo como el MOMA y el Metropolitan, de Nueva York, y el Smithsonian en Washington, la National Gallery de Londres o la National Gallery de Camberra (Australia) comenzaron a prohibir el palo para hacerse selfies.