Funeral

Gorbachov descansará en un cementerio junto a su esposa Raisa

El Kremlin tiene que decidir si despide al último presidente de la URSS con un funeral de Estado

Mijail Gorbachov con su esposa Raisa Gorbachova
Mijail Gorbachov con su esposa Raisa Gorbachovalarazon

Mijail Gorbachov, que murió este martes a los 91 años en Rusia, será enterrado en el cementerio de Novodevichy de personajes ilustres de Moscú, donde yacen los restos de destacados hombres y mujeres de la historia del país y se encuentra también la tumba de su esposa de Raisa, con la que mantuvo una larga relación durante casi cinco décadas.

Raisa nació en1932 en Ruzbovsk, en la de la región siberiana de Altai, y estudio en la universidad de Lomonosov, en Moscú, el grado de sociología y filosofía, una asignatura que enseñó como profesora durante años. A Mijail lo conoció en un baile y desde entonces él dijo haber sentido un flechazo por ella.

Su relación alcanzó una gran popularidad dentro y fuera de la URSS. Raisa, como su esposa, fue mejor comprendida en Occidente que en su propio país.

Raisa murió con 67 años en Alemania en 1999 a causa de una leucemia. Su fallecimiento supuso un duro golpe personal para el que fue el último presidente de la Unión Soviética. “Mi vida ha perdido su sentido principal. Nunca había tenido un sentimiento de soledad tan agudo”, explicó el mandatario en su diario, tal y como pudo comprobar el periodista de la BBC Steve Rosenberg, quien escribe que “Raisa estaba en todas partes: en sus libros, en los retratos enmarcados en la pared de su oficina, y en la música”.

Tras el deceso de Raisa, con la que estuvo casado 46 años, Mijaíl Gorbachov llevó el cadáver de su esposa a Moscú en un avión especial enviado por su sucesor en el Kremlin, Borís Yeltsin. En el cementerio de Novodevichy está enterrada Raisa y allí también descansará Gorbachov.

Queda por ver si el gobierno ruso le dedicará un funeral de Estado o tendrá una ceremonia de despedida más sencilla. El Kremlin debe ahora decidir qué tipo de homenajes le brinda a un exdirigente que sigue generando ciertos recelos en los sectores más duros dentro de Rusia, ya que ven en él el símbolo del fin de una etapa de grandeza y no el impulsor de las reformas que tanto le reconoce Occidente.

El aislamiento de Moscú a raíz de la invasión de Ucrania complica también la presencia de mandatarios extranjeros en el futuro funeral, para el que aún no hay fecha.