Análisis

"La pregunta es si la política de Bukele desmonta la delincuencia arraigada en el país o sólo la suspende temporalmente"

El profesor Carlos Monterroza, jefe del departamento de Ciencias Políticas de la UCA de El Salvador, asegura que explicar el fenómeno del presidente conlleva considerar aspectos del marketing político

SAN SALVADOR, Feb. 5, 2024 -- Incumbent Salvadoran President Nayib Bukele speaks at a press conference during the presidential election in San Salvador, El Salvador, Feb. 4, 2024. Incumbent Salvadoran President Nayib Bukele announced on Sunday that he had won the presidential election with more than 85 percent of votes. In a post on X, formerly Twitter, Bukele celebrated his election victory and said that his party, New Ideas, was set to win 58 of the 60 congressional seats that were up f...
Bukele tras su arrolladora victoriaEuropa Press/Contacto/Alexander Europa Press

El Salvador se prepara para un nuevo Gobierno de Nayib Bukele, quien cosechó una aplastante victoria frente a los candidatos de la oposición el domingo, asegurándose así el mandato en el período 2024-2029, en la que supone la primera reelección presidencial desde que el país centroamericano dejó una dictadura militar y a pesar de la prohibición constitucional. El profesor Carlos Monterroza, jefe del departamento de Ciencias Políticas de la UCA de El Salvador, asegura que explicar el fenómeno del presidente conlleva considerar aspectos del marketing político

¿Por qué Bukele tiene tanto tirón electoral?

Explicar el fenómeno conlleva considerar aspectos del marketing político y propagandísticos de la campaña para construir y posicionar la imagen de Nayib Bukele desde 2011-2012 cuando se lanza como candidato a alcalde en el municipio de Nuevo Cuscatlán. El hecho de presentarse como “diferente”, “rebelde” o hasta “disruptivo” le permitió ganar poco a poco simpatías en electores jóvenes y adultos. Además Bukele sacó beneficio al diferenciarse de los partidos tradicionales con una imagen ya desgastada y con una simpatía en picada ante los efectos negativos de sus gestiones gubernamentales. Él se presentó como algo “fresco” o “nuevo” ante lo “tradicional o lo mismo” fue el único que lo hizo en ese momento y sacó rédito de ello, pero en el transcurso de su mandato presidencial mostró maneras similares a sus antecesores de hacer política y hasta con más inclinaciones autoritarias.

¿Qué ha hecho bien en El Salvador? ¿Es solo por el tema de la seguridad?

Se podría señalar que ha sido efectivo en publicitar discursos y magnificar acciones. Por una parte está el régimen de excepción que ha significado capturar a más de 70.000 personas, si usamos una analogía esa medida ha significado emplear un machete en lugar de un escalpelo, y eso ha significado capturas masivas de gente presunta culpable y otra presunta inocente, pero que no han tenido el debido proceso porque ciertas garantías constitucionales están suspendidas. Si bien se ha desmantelado la operación de pandillas en zonas y territorios que controlaban y criminalizaban, la pregunta es ¿por cuánto tiempo está tal garantía? ¿El sacrificio de derechos fundamentales valdrá la pena a largo plazo en una sociedad violenta como la salvadoreña? Y si ¿esa medida desmonta la violenta delincuencial arraigada por décadas en el país o sólo la suspende temporalmente?

En materia de economía hay más dudas que certezas. El Bitcoin resultó un fallo porque la ciudadanía no entendió cuál era el objetivo y hasta el momento hay opacidad sobre el uso de fondos públicos para adquirir este criptoactivo. Además, en materia de transparencia la práctica de este gobierno ha sido declarar reservada o confidencial información pública y se suman las investigaciones periodísticas presentado casos de corrupción o de enriquecimiento personal de miembros del gobierno o legisladores de Nuevas Ideas a costa de los recursos públicos.

¿Cree que Bukele se ha convertido en un modelo para otros presidentes latinoamericanos que buscan replicar su política de seguridad?

Ese es el objetivo que persigue la campaña propagandística del gobierno a nivel internacional. Venderse como un estilo de gobernar en materia de seguridad pública y que sea replicado o por lo menos mencionado, y parece que ha tenido eco en sectores políticos de derecha más extrema en América Latina que simpatizan con medidas verticales y no tienen preferencias por las prácticas democráticas, al contrario la concentración del poder resulta una de sus prioridades.

Se debe tener en cuenta que para lograr el despliegue del régimen, la legislatura 2021-2024 destituyó al Fiscal General y a los Magistrados de la Sala de lo Constitucional que son instancias claves para el control institucional y puso en su lugar persona afines al presidente Bukele. El primero porque tiene bajo su responsabilidad la investigación penal y presentar con pruebas si una persona tiene vínculos con pandillas y que ha cometido delitos. La segunda instancia porque ante ella se pueden presentar demandas de inconstitucionalidad por una ley o decreto emitido por el gobierno o la Asamblea Legislativa; además de solicitarle recursos de “Habeas Corpus” (exposición pública de una persona privada de libertad para identificar si hay garantías de su integridad física y llevar el debido proceso judicial).

¿Se puede decir que El Salvador se ha convertido en un sistema con una deriva autoritaria bajo la presidencia de Bukele?

A partir del 9 de febrero de 2020 cuando Bukele irrumpe la Asamblea Legislativa con militares ese es un acto que da inicio a una nueva fase del ejercicio autoritario en el gobierno salvadoreño y que ha sido constante a lo largo de la historia política del país durante el siglo XX y XXI. Hemos tenido episodios democráticos o por lo menos intentos de fortalecerlo, con los Acuerdos de Paz, pero los débiles controles institucionales y las prácticas corruptas en los últimos 30 años y ahora con un alto grado de concentración de poder por el presidente Bukele, le permite desplegar mecanismos verticales y autoritarios sin formas o instancias que controlen y sancionen institucionalmente los excesos. Además vale incluir en la ecuación, la narrativa populista del presidente Bukele en la que define “buenos y malos”, “amigos y enemigos del pueblo”. Tal generalización le permite incluir como enemigos a grupos políticos, partidos, academia, periodistas, organizaciones y movimientos sociales que son críticos o no piensan como él para promover acoso en redes sociales, ataques discursivos que pueden propiciar censura o autocensura en la libertad de expresión o en la de asociación.