
Tarifas
Los aranceles de Trump estrangulan a las economías africanas, que son incapaces de reaccionar
Lesoto, con tarifas del 50% ha sido la nación africana más afectada

Los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump en los últimos días también tienen un impacto en África. Aunque la lectura de sus consecuencias es diferente a la que pueda hacerse en Europa (debido a la falta de mercados bursátiles relevantes en el continente), todavía puede adivinarse que la tormenta económica también impactará contra un continente cada vez más integrado en la economía global. La mayoría de los países africanos han resultado afectados por esta nueva medida económica que tiene mucho de geopolítica.
El país más afectado ha sido Lesoto, con una tarifa impuesta del 50% y que afectará a su industria textil y a su exportación de diamantes. Considerando que las exportaciones de Lesoto a Estados Unidos suponen un 20% de su comercio total, mientras que las importaciones apenas ocupan un 0.43%, se sobreentiende que Donald Trump ha tomado esta decisión en función del déficit comercial que existe entre ambos países. Madagascar, con una tarifa del 47% impuesta sobre la ropa y la vainilla, sigue una dinámica similar; un 15% de sus exportaciones tienen como destino Estados Unidos y apenas un 2% de sus importaciones proceden de los norteamericanos. Mauricio, Botsuana, Angola, Libia, Sudáfrica y Argelia son el resto de las naciones sujetas a tarifas de un 30% o más. Túnez, Costa de Marfil, Namibia o Zimbabue son otras naciones directamente impactadas por la estrategia de Trump.
En lo que respecta a los países africanos que se han “librado” de los aranceles, sólo tres aparecen en la lista de los afortunados: Burkina Faso, Sáhara Occidental y Somalia. El caso burkinés ha sido toda una sorpresa, dado que Níger y Mali (las otras dos naciones del Sahel gobernadas por juntas militares) han entrado en el paquete estándar de tarifas al 10%. El caso saharaui quizás sea más comprensible, considerando que Donald Trump ha apoyado en diversas ocasiones las pretensiones marroquíes sobre el Sáhara Occidental. Imponer aranceles al Sáhara Occidental sería el equivalente a reconocer su soberanía. Y respecto a Somalia, se adivinan los intereses geoestratégicos de Estados Unidos a la hora de (se presume) establecer bases en la costa del mar Rojo y de reforzar su influencia en el Cuerno de África.
El mercado de valores egipcio (EGX 30) ha descendido un 4.7% en los últimos cinco días. El mercado nigeriano también se ha visto afectado, con caídas de hasta un 10% en empresas relacionadas con el cemento, el petróleo, la energía y el sector alimenticio. Las bajadas en Sudáfrica han sido más suaves, aunque continúan una realidad indiscutible: todos los mercados de valores de relevancia en el continente africano han sufrido pérdidas este lunes, en especial el nigeriano.
¿Tienen sentido las tarifas impuestas? ¿O, al menos, el modus operandi escogido a la hora de observar las economías africanas? Debe comprenderse, de entrada, un aspecto fundamental: que la economía estadounidense es cien veces mayor que la de Lesoto. Ciento treinta veces mayor que la de Madagascar. Los países africanos no tienen la capacidad de competir en un mercado donde el PIB español, sin ir más lejos, equivale aproximadamente la suma de todos los PIB de África subsahariana. Exigir una balanza comercial equilibrada a naciones que escogen comprar barato a China (cuyos precios son mucho más asequibles que los estadounidenses) o, en el caso de Lesoto, a Sudáfrica, por pura proximidad geográfica, otra vez, con el fin de abaratar costes.
Resumiendo: no se puede obligar a comprar un Rolex a quien sólo tiene dinero para un Casio. Aunque le pongas una pistola en la sien, aunque secuestres a su madre. El resultado será que no podrá pagarlo, entonces apretar el gatillo será la única alternativa. Las elevadas tarifas a Lesoto y Madagascar, si se mantienen en el tiempo, serán como apretar el gatillo ante la incapacidad de estos países de adquirir sus productos en Estados Unidos al nivel que exige Trump.
Es ficticio pensar que las tarifas son “recíprocas” con respecto a las impuestas por otros países al comercio estadounidense. Lesoto impone sus cuotas arancelarias dentro de la Unión de Aduanas Sudafricana (SACU), lo que significa que todos los países de dicha unión (Lesoto, Sudáfrica, Namibia, Esuatini y Botsuana) mantienen las mismas tarifas sobre las exportaciones de Estados Unidos. Si las tarifas siguieran un principio de reciprocidad, y no estuviesen fijadas realmente en función de la balanza comercial, todos los países de la SACU habrían recibido la misma tasa arancelaria que Lesoto. Pero Namibia ha recibido tarifas de un 21%, Sudáfrica del 30% y Esuatini del 10%
Las tarifas de Trump han supuesto un disparo en el estómago de las naciones africanas más afectadas. Lo más curioso de todo es que su capacidad de aportar en positivo a la economía estadounidense, incluso cumpliéndose los imposibles deseos del magnate norteamericano, es mínima. Que Lesoto compre a USA por lo mismo que les vende supondría un incremento del 0.0008% del PIB estadounidense. Por el contrario, que Estados Unidos deje de comprar a Lesoto significa una reducción del 10% del PIB del país africano. Es obvio que a Trump no le importa. De hecho, en uno de sus discursos a la nación, el presidente se refirió a Lesoto como “el país del que nadie ha oído hablar”.
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