
Defensa
El US Army a la carrera por tener un nuevo y potente arma láser: los drones son el principal objetivo
El Pentágono da un nuevo impulso a su programa de armas láser para derribar drones, lanzando la búsqueda de empresas para fabricar estos sistemas y preparando una inminente demostración tecnológica en el desierto de Utah

Las armas láser, ese anhelo recurrente de la ciencia ficción militar, siguen chocando contra una realidad tozuda. El control preciso del rayo a grandes distancias, la gestión del calor para evitar sobrecalentamientos y, sobre todo, su talón de Aquiles atmosférico. Y es que su eficacia se reduce drásticamente con la lluvia, la niebla o el simple humo del campo de batalla, un obstáculo que todavía hoy limita su operatividad en cualquier escenario imaginable.
Sin embargo, a pesar de estas limitaciones técnicas de envergadura, el Ejército de los Estados Unidos ha decidido pisar el acelerador. La razón es sencilla y urgente: la creciente amenaza de los drones de pequeño tamaño. Estos aparatos, baratos y fáciles de producir, se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza en los conflictos modernos, capaces de saturar defensas aéreas mucho más costosas y sofisticadas con ataques en enjambre. Esta preocupación no es infundada, ya que competidores estratégicos como China ya están desarrollando tecnología punta en este campo, como demuestra la presentación de un dron del tamaño de un mosquito diseñado para operaciones especiales.
En este contexto nace el programa Enduring-High Energy Laser (E-HEL), un sistema diseñado específicamente para detectar, seguir y destruir sistemas aéreos no tripulados de los Grupos 1, 2 y 3. El plan inicial contempla la producción de hasta veinte plataformas de defensa láser, un proyecto que, tal y como informa el medio especializado Defensescoop, busca dotar a las unidades de una capacidad de respuesta versátil, ya sea en instalaciones fijas o montadas sobre vehículos tácticos ligeros.
Un calendario para convertir la teoría en realidad
De hecho, el Pentágono ya ha movido ficha para impulsar el proyecto. A finales de octubre emitió una solicitud de información a la industria armamentística, un primer paso formal para tantear el terreno de cara a la producción. El calendario es exigente y prevé una demostración de sus capacidades en unas instalaciones de Utah durante los próximos meses de diciembre y enero. Este impulso es crucial para mantenerse a la par de los avances en sigilo, como los que incorpora el nuevo dron ultra sigiloso de Lockheed Martin, que representa un desafío directo para los sistemas de detección actuales.
A más largo plazo, y si estas pruebas resultan satisfactorias, el proceso para elegir al fabricante definitivo se abrirá mediante un concurso competitivo. La fecha marcada en rojo en el calendario del estamento militar estadounidense es el segundo trimestre del año fiscal 2026, momento en el que se espera la adjudicación final del contrato.
Y es que, en última instancia, el interés estratégico en esta tecnología se justifica por sus enormes ventajas. Más allá de su velocidad de ataque, que es literalmente la de la luz, el principal atractivo es un coste por disparo irrisorio en comparación con los misiles interceptores tradicionales, cuyo precio puede ascender a cientos de miles de dólares por unidad. Un argumento económico y táctico de peso para seguir invirtiendo en el futuro de la guerra.
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