Política

El Futuro de Venezuela

Bajo la bota cubana

La Razón
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El Gobierno venezolano ha demostrado una vez más que desconoce la Constitución de la República dando un golpe de Estado a la misma. Todos sabemos que Hugo Chávez padece una terrible y lamentable enfermedad; la Asamblea Nacional, unánimemente, le autorizó a ausentarse por un corto periodo para que se sometiera a un tratamiento médico en Cuba. Ahora bien, en todo país democrático la normativa reza que se debería dar, durante el tiempo en que trascurra el tratamiento, partes médicos por personal cualificado y autorizado con el fin de mantener informada a la nación. ¿Qué ha hecho el Gobierno? Simplemente se dedicó a desarrollar la «misión lástima», generando en el pueblo una gran desinformación, a la vez que sataniza a la oposición, muy a lo cubano-castrista.

La ausencia de Chávez en su toma de posesión el pasado jueves nos lleva a hacernos una pregunta: si Chávez está tan mal que no ha podido declarar a los medios oficialistas, ¿cómo firma y redacta una carta solicitando esta postergación? El alto Gobierno y los líderes del PSUV se escudan en la llamada voluntad del pueblo, que por supuesto hay que respetarla, voluntad del pueblo que el 7 de octubre reeligió a Chávez Frías como presidente de Venezuela, mas no a Nicolás Maduro o Diosdado Cabello. Los venezolanos nos preguntamos todos los días: si Chávez está tan enfermo y no puede aparecer en público, ha recaído en varias ocasiones y su estado es crítico, según dicen ellos mismos, ¿para qué viajan Maduro y otros políticos a Cuba a recibir instrucciones de lo que tienen que hacer?, y lo más importante, ¿quién está dando esas instrucciones? Hasta ahora, los venezolanos tenemos entendido que se gobierna desde Caracas, no La Habana. Esto ha generado algunas reacciones encontradas en la oposición y la sociedad civil. Por un lado están los que quieren convocar movilizaciones de calle, protestas y marchas; por el otro, los que consideran que se puede seguir luchando dentro de la legalidad constitucional y el diálogo, aunque el Gobierno y su gente no lo respeten. Lo cierto es que hay un sector importante de la MUD y la oposición que quiere evitar un derramamiento de sangre como en el 2002, aunque están de acuerdo en ejercer presión nacional e internacionalmente. Estas disputas no pueden destruir la «unidad» que ha sido bandera de estos últimos tiempos y que logró aglutinar a más de seis millones de venezolanos. Venezuela es un país históricamente democrático, luchador por sus derechos y libertades; quizás ahora algunos compatriotas estén desorientados, confusos o convencidos con el chavismo, ellos sólo tienen que valorar los muertos por la inseguridad, el desabastecimiento, el desempleo, le pésima educación o su precaria infraestructura. Para la oposición la reconciliación debe ser su norte.