Relaciones Marruecos-Francia
Bofetón de Mohamed VI a Macron: pone la alfombra roja a Mélenchon
La crisis entre Rabat y París se agudiza. Macron no ha pisado suelo marroquí desde 2017
La crisis entre Marruecos y Francia, quienes durante décadas fueron socios privilegiados en el ámbito político y económico, se retuerce. El reciente terremoto registrado en Marruecos ha vuelto a evidenciar el mal momento de una relación que no ha dejado de empeorar en los últimos tres años y que tiene como punto de partida y retorno la cada vez menos disimulada mala relación personal entre los dos jefes del Estado y, sobre todo, la cuestión del Sáhara Occidental.
Muchas cosas comenzaron a cambiar en la diplomacia marroquí a partir del mes de diciembre de 2020, cuando Marruecos recibió el apoyo inédito de la Administración estadounidense –entonces en los últimos días de Trump- a su reclamación de soberanía sobre la excolonia española. A partir de aquel momento, la maquinaria de la diplomacia marroquí comienza un trabajo de presión destinado a convencer a los gobiernos de sus principales aliados y socios de que expresen un respaldo semejante al de Washington. El rey lo dejará claro en un discurso pronunciado hace ahora casi dos años: el posicionamiento en el Sáhara será la piedra de toque de las relaciones entre Marruecos y sus socios.
Pero Francia, que ha insistido en definir la propuesta de autonomía marroquí para el Sáhara como “una base de discusiones seria y creíble”, no llegará a hacerlo. Por no llegar no ha llegado ni donde lo hizo Pedro Sánchez en su carta a Mohamed VI de marzo de 2022, donde calificó el plan de Rabat como “la base más seria, creíble y realista” para resolver el diferendo. El apoyo templado de Macron en el conflicto saharaui, eje de toda la acción exterior marroquí, ha sido del máximo desagrado para Rabat.
Desde entonces los encontronazos entre Marruecos y Francia se han sucedido. El episodio más grave ocurrió en julio de 2021, cuando un consorcio de medios –entre ellos Le Monde o Radio France— destapaban el supuesto caso de espionaje marroquí a autoridades francesas, entre ellas el propio presidente Macron, empleando un software de fabricación israelí, el Pegasus (que dio nombre al caso).
Apenas dos meses después de estallar el escándalo, en septiembre de aquel año, las autoridades francesas decidían la reducción acusada –del 50%- del número de visados que Francia concedería a ciudadanos marroquíes, en una medida anunciada por el propio Macron en respuesta a la supuesta falta de cooperación policial de las autoridades magrebíes. No sólo los ánimos se iban caldeando a nivel político: en paralelo a la brecha diplomática y a la apuesta marroquí por la diversificación de alianzas, una parte de la prensa marroquí ha venido cuestionando –en ocasiones con un tono agrio- la idoneidad de preservar la tradicional posición de privilegio de una Francia vinculada al supremacismo y los tics neoimperialistas.
Un nuevo seísmo en la relación bilateral
La gestión del terremoto que sacudió el Alto Atlas el pasado 8 de septiembre no ha hecho sino empeorar las cosas. Francia ofreció oficialmente ayuda humanitaria a Marruecos, pero Rabat la rechazó. Marruecos eligió de manera cuidadosa de quién querían ayuda oficial: Emiratos, Qatar, Reino Unido y España. Si Francia era la gran castigada públicamente, la España de Pedro Sánchez, protagonista de giro español en el Sáhara, la premiada por su lealtad.
Tras el portazo de Rabat, el presidente Emmanuel Macron entraba en escena al dirigirse directamente, saltándose al rey, al pueblo marroquí para ofrecerle ayuda. Una descortesía según los usos marroquíes que Rabat no iba a pasar por alto. Si el viernes 15 de septiembre la ministra francesa de Exteriores desvelaba en una entrevista los preparativos de una gira marroquí de Macron –que no pisa suelo marroquí desde 2017—, la agencia oficial de noticias se encargaba al día siguiente de desmentirlo de manera rotunda: la visita del presidente a Marruecos “no está en el orden del día”.
El desplante al presidente de la República vivirá esta semana una nueva vuelta de tuerca con la visita a Marruecos del líder de Francia Insumisa Jean-Luc Mélenchon. La dureza de la prensa oficialista marroquí con Macron –sobre cuyas tendencias sexuales llegó a especular algún digital— en las últimas semanas contrasta con el tono empleado para informar de la visita de Mélenchon. Este lunes, en vísperas de la llegada del líder de la Francia Insumisa, quien asegura “no tener la intención de asumir la responsabilidad del señor Macron”, una tanda de nuevos embajadores presentaba al rey sus cartas credenciales. Se esperaba al francés, Christophe Lecourtier, designado por París el pasado mes de diciembre… pero no fue el caso. Por otra parte, no hay embajador marroquí en la capital francesa desde febrero.
Con todo, el tiempo dirá si las heridas abiertas son susceptibles de cicatrizar o si el desencuentro seguirá agravándose. La red de relaciones políticas, económicas y humanas no se deshará en cuestión de meses, pero pocos atisban aún el final de la brecha ni creen probable cambios antes de un relevo en el Elíseo. Con todo, a juicio de la profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Exeter Irene Fernández-Molina, “cuesta imaginar que se trate de una crisis estructural social y económica porque las élites de Marruecos y Francia son en parte las mismas”.
✕
Accede a tu cuenta para comentar