Techo de deuda
Las claves sobre el acuerdo ‘in extremis’ del techo de deuda en Estados Unidos
Biden y McCarthy alcanzan un preacuerdo a falta de nueve días del impago de deuda ante el desafío del ala derecha de los republicanos
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el speaker del Congreso, Kevin McCarthy, alcanzaron en la noche del sábado un acuerdo in extremis para aumentar el techo de deuda y limitar el gasto público para los próximos dos años. El anuncio, oficializado a falta de nueve días del default, una suspensión de pagos que podría desencadenar una crisis financiera global, forma parte de un compromiso bipartidista que debe pasar por las dos cámaras legislativas para su aprobación.
A falta de conocer los últimos detalles, el preacuerdo contempla limitar el gasto federal, como exigían los republicanos. Las condiciones para recibir asistencia social se endurecen, pero también habrá recortes en Seguridad Social y Medicaid, así como en educación, investigación científica y seguridad fronteriza. Aunque en realidad, los topes no reducirían el gasto, sino que lo harían crecer más lentamente que la inflación y la economía.
Además de aumentar el techo de deuda hasta 2024, limitar el gasto no destinado a Defensa y proteger la atención médica a los veteranos, el preacuerdo amplía los requisitos laborales para recibir cupones de alimentos, recorta la financiación de Hacienda y, finalmente, obliga a reanudar el pago de los préstamos estudiantiles, aunque permitiría a Biden mantener su plan estrella de 20.000 millones para la condonación de deudas.
Hay concesiones de ambas partes, por lo que demócratas y republicanos pueden atribuirse una victoria política para sus bases. La Casa Blanca puede presumir de haber evitado recortes reales, a pesar de que la Administración Biden empezó las conversaciones con McCarthy asegurando que no incluiría una reducción del gasto público. Mientras, los republicanos pueden sacar músculo por haber sacado adelante buena parte de sus concesiones iniciales. Es un punto intermedio.
Las negociaciones bipartidistas suelen ser habituales. Pero esta, en concreto, no lo ha sido. La secretaria del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, había advertido de que Estados Unidos se quedará sin dinero a partir del 5 de junio, en nueve días. Desde ese momento, el Gobierno federal podría verse abocado a dejar de pagar sus deudas, un riesgo para los mercados.
La gran incógnita es saber si se aprobará el acuerdo, que tiene que pasar por la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, y el Senado, con mayoría demócrata. El ala derecha del Partido Republicano mantiene su postura y amaga con boicotear el pacto. Tienen la capacidad de hacerlo. McCarthy ha intentado evitar un motín colocando a los díscolos en puestos de liderazgo, pero el speaker ya ha recibido las primeras críticas en el seno de su partido.
El líder republicano ha insistido públicamente que cree que la mayoría de su conferencia votará a favor, pero no está claro cuántos republicanos respaldarán el compromiso, ni cuántos demócratas podrían ser necesarios para votar a favor y compensar las deserciones del Partido Republicano. El camino del Senado también será complicado. Pueden producirse dos escenarios: o bien los republicanos de extrema derecha votan en contra del acuerdo pero lo dejan pasar, y McCarthy se asegura los votos demócratas suficientes, o lo tumban.
✕
Accede a tu cuenta para comentar