
Turquía
La detención del mayor rival de Erdogan despierta a la oposición turca
Protestas en las principales ciudades del país por el arresto del alcalde de Estambul, que ha sido inhabilitado y enviado a una cárcel de máxima seguridad
En un momento dulce para Erdogan en la escena internacional, la detención la semana pasada del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, por supuestos cargos de corrupción y lazos con el terrorismo y posterior encarcelamiento ha derivado rápidamente en una protesta ciudadana a escala nacional que cuestiona no sólo la decisión de la justicia turca –el edil de la primera ciudad fue encarcelado este domingo- sino el sistema político, económico y social forjado durante más de dos décadas por el presidente turco.
El alcalde del principal centro económico, turístico y cultural de Turquía, que se erige como el principal rival de Erdogan en las próximas elecciones presidenciales -previstas para 2028 – al frente del socialdemócrata Partido Democrático del Pueblo (CHP), está convencido de que la decisión de detenerlo -antes de ello la Universidad de Estambul había invalidado su título de licenciado en administración de empresas- e inhabilitarlo de sus funciones responde a una persecución política personal orquestada directamente por el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan.
Por la rapidez con la que las protestas se han organizado y extendido a otras ciudades del país y el hecho de que la base de las mismas no sean los votantes del CHP, pues a las marchas se han adherido numerosos colectivos opositores izquierdistas, prokurdos y entidades universitarias, da cuenta del hartazgo de una parte de la sociedad turca contra su gobierno. No en vano, este domingo, el partido prokurda DEM (Partido para la Igualdad y la Democracia de los Pueblos), que ha dado desde el principio apoyo a las marchas, aseguraba que la detención del alcalde de Estambul es “un golpe de Estado político”.
No es la primera vez que una protesta ciudadana se convierte en una impugnación de la calle al erdoganismo. Hace casi 12 años, el desalojo por la fuerza de un grupo de manifestantes que se oponían a la reforma del Parque Gazi, en el centro de Estambul, acabó derivando en protestas masivas que rechazaron, durante semanas, la gestión del poder de Recep Tayyip Erdogan exigiendo un cambio de rumbo en el país. Con todo, la última vez en el mes de mayo de 2023, la candidatura del líder del AKP se ha acabado imponiendo en las distintas citas con las urnas.
Para uno de los más conocidos analistas de la actualidad turca, Soner Cagaptay, la decisión de detener y encarcelar al alcalde de Estambul justo el día en que su partido previsiblemente lo designaría candidato presidencial solo se explica teniendo en cuenta que Erdogan se siente a la vez “amenazado y envalentonado”. El historiador se preguntaba este sábado en X si “al eliminar el adjetivo ‘competitivo’ al sistema político de Turquía, hasta ahora descrito como ‘autoritarismo competitivo’”, Erdogan “podría estar haciendo una mala lectura” de la situación.
Convencido de estar en el momento culminante de su vida política y con los mismos tics autoritarios que ha demostrado en la última década, nada hace pensar que Erdogan vaya a ceder al pulso de la calle. Lejos de mostrar un tono conciliador, el jefe del Estado y líder del AKP acusó al CHP de “promover el terrorismo callejero” en referencia a las manifestaciones convocadas horas después de la detención del primer edil de Estambul. Desde el miércoles pasado las fuerzas de seguridad turcas, que emplearon cañones de agua y gases lacrimógenos, han detenido a unas 350 personas por su participación en las protestas.
Previsiblemente, la decisión de la justicia turca de decretar una orden de prisión preventiva sólo por ahora relativa a los cargos de corrupción, pues la acusación de vínculos con el terrorismo sigue pendiente de evaluación, contra el alcalde de Estambul promete con avivar las protestas en las próximas horas y días. Desde hace más de una década Turquía es un país profundamente dividido -casi al 50%- entre quienes admiran las ideas y la forma de gobernar del mandatario nacido en Estambul hace 71 años y quienes lo rechazan cada vez más agria y profundamente. El cansancio social no es solo político: los turcos sufren desde hace cuatro años una elevada inflación que, a pesar de haber caído el mes pasado por debajo del 40%, no deja de mermar su poder adquisitivo.
El propio Imamoglu ha pedido a la población turca que vote en las primarias presidenciales que su partido celebró ayer, abiertas a todos los ciudadanos, como gesto de protesta contra su detención preventiva y la de 47 personas más. “El miedo no sirve de nada. Así es como te derrotan”, aseguraba el alcalde de la más importante de las ciudades turcas. En la tarde de ayer se conocía que el primer edil de Estambul ha sido transferido a la prisión de alta seguridad de Mármara. En medio de una más que discreta reacción de la comunidad internacional, sólo el Gobierno alemán alzaba la voz para lamentar el revés para la democracia que supone el encarcelamiento del político del CHP.
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